TITULAR DEL DIARIO “LA NACIÓN” – DEL JUEVES 8 DE DICIEMBRE DE 1932 ¿QUIÉN SERÁ EL CAMPEÓN? AUDAX Y COLO COLO LLEGARÁN HOY A DEFINIR EL TÍTULO MÁXIMO EN CONDICIONES SOBRESALIENTES LA ENORME EXPECTATIVA QUE SE CREÓ EN TORNO A LA DEFINICIÓN DEL CAMPEONATO OFICIAL DE 1932 ENTRE EL AUDAX ITALIANO Y COLO COLO, QUE ESTABAN EMPATADOS EN PUNTOS EN LA TABLA DE POSICIONES, ERA OBVIO QUE ATRAERÍA A UN NUMEROSO PÚBLICO
Toda la prensa de la capital preguntaba en su primera página lo mismo: ¿Quién será el campeón? excepto El Diario Ilustrado, que fiel a su consigna detallaba las misas, procesiones y romerías que se efectuarían para la Madre de Dios.
Desde un poco después del mediodía, una impresionante multitud, que nunca se había visto, caminaba cuadras y cuadras desde la plaza Chacabuco hacia la esquina de General Saavedra con Guanaco.
Sin embargo, esos cientos de hinchas que convergían hacia el Estadio Italiano se encontrarían con un recinto casi totalmente repleto.
Hacia las 4 de la tarde, eso se había convertido en un mar humano que obligó a los organizadores a cerrar las puertas y suspender la venta de boletos.
Apretujados a más no poder, la capacidad de 6.000 personas del estadio ya sobrepasaba el doble.
Afuera, la fuerza policial hacía ingentes esfuerzos para contener a la multitud que pecheaba por entrar como sea.
Eso motivó al público a ingresar a la “guerra”, sin pagar, saltando los muros perimetrales.
Esta gente una vez adentro era ayudada desde las tribunas y graderías a subir encaramándose por detrás de ellas en verdaderas escaleras humanas, para ubicarse a mayor altura y presionando a los que estaban más abajo.
De esta forma, el pasadizo alto recibió el peso de más de 500 personas.
Mientras tanto, otro numeroso grupo se agolpaba en el pequeño sitio baldío que quedaba detrás de los arcos, sin aposentadurías.
La incipiente radiotelefonía se preparaba a dar un golpe de modernismo, trasmitiendo el partido para aquellos pocos que tenían un receptor y a otros, para sus artesanales radios a galena, que era un simple aparato que captaba la voz traída por la onda radial no muy claramente, pero que por su bajísimo costo y fácil construcción, obviaba cualquier problema de interferencia.
A pesar del esfuerzo de estos pioneros, la transmisión no se pudo efectuar, por cuanto les robaron los cables conectores con el servicio telefónico que pensaban usar.
El favoritismo corría por cuenta de Audax, ya que el 31 de julio en la 1ª rueda, había triunfado por 3-2 y en dos amistosos posteriores por 4-2 y 3-2.
El título estaba indeciso al estar ambos empatados ambos equipos a 22 puntos. Todo se resolvería en los próximos 90 minutos de la última fecha de ese día jueves 8 de diciembre de 1932, ante más de 14.000 presentes.
Puntualmente a las 5 de la tarde, hizo ingreso el equipo verde recibido con una gran ovación y al formar en el centro del campo dio el consabido “hip hip ráh” por su adversario.
Un par de minutos después eran los albos que repetían esta ceremonia tan británica.
EL ENCUENTRO
Se iniciaría el partido bajo la dirección del árbitro Sr. Benjamín Puentes, y los cuadros se presentaron así:
Audax Italiano, dirigido por don Francisco Torres, se presentó en el arco con Vittorio Steffani, con los defensas Max Fischer y Guillermo Corbari; en la línea media Guillermo Gornall, Guillermo Riveros y Enrique Araneda; y en la delantera con Oscar Bustos, Enrique Sorrel, Moisés Avilés, Carlos Giudice y Tomás Ojeda.
Su rival Colo Colo, presentaba a Eugenio Soto Cañete en la valla, de fullbacks iban Víctor Morales Salas y Togo Bascuñán; en la media Francisco Sánchez, Guillermo Saavedra y Óscar González; y adelante Carlos Schneeberger, Guillermo Subiabre, Iván ‘Chincolito’ Mayo, Eduardo Schneeberger y José ‘Cantimplora’ Olguín.
LOS GOLES
Los albos presionaron durante los primeros 10 minutos, lo que trajo la apertura de la cuenta por intermedio de Iván Mayo al cabecear un centro de Carlos Schneeberger. A los 20’ repetía ‘Chincolito’ Mayo, después de una cruzada de Olguín desde la izquierda, que le da la oportunidad para entrar con la pelota dominada hasta el fondo de la red, luego de burlar a la defensa y al arquero, anotando el 2º gol de Colo Colo.
Audax equipara la lucha y arrincona a su rival, empujado por las órdenes y gritos de su capitán Carlos Giudice, quien levanta al equipo, siendo muy bien secundado por el gran centro half Eduardo Riveros.
Fue así como la ‘Chancha’ Avilés a los 35’ señala el descuento, que fue recibido con una ovación que se prolongó, debido a un ruido sordo complementado por una nube de polvo, seguido de voces desesperadas y los ayayay de los lastimados, al desplomarse una tribuna del Estadio Italiano.
EXCESO DE PÚBLICO DESENCADENÓ LA TRAGEDIA
En efecto, el pasadizo alto de las tribunas de cemento, en una extensión de 30 metros, había cedido ante el inmenso peso, arrastrando a no menos de 200 personas hacia el sitio donde estaban los camarines y los demás servicios internos.
De inmediato se suspendió el partido y comenzó el salvataje de los numerosos heridos, con la cooperación de Carabineros que habían apostado una ambulancia en la puerta del estadio.
Al mismo tiempo, el Dr. Aguilar, Director de la Asistencia Pública que se encontraba en el estadio, comenzó a organizar el salvataje y atención de los heridos, entre los cuales habían muchos de gravedad.
En medio del hacinamiento de fierros, maderas y cemento, los heridos fueron recogidos por las postas de la Asistencia Pública que acudieron con toda prontitud, trasladando a las víctimas en numerosas ambulancias hacia los puntos de curación de la Posta Central, al Servicio de Urgencia del Hospital San Vicente de Paul y a la Posta Nº 2.
La desgracia puso en alarma a todo el barrio Independencia, y luego la noticia se trasmitió a toda la ciudad, produciéndose la consiguiente preocupación.
Los heridos fueron atendidos en forma rápida por personal de la Policlínica del San Vicente de Paul, donde trabajó arduamente el personal de planta, dirigido por el Médico Jefe, junto a estudiantes de Medicina, los que pusieron todo su empeño en atender a los lastimados que iban llegando en forma interminable”.
Una labor intensa correspondió a la Posta Central, a donde llegó el grueso de los heridos, colmándose la capacidad del establecimiento, por lo que fue necesario transportar a gran cantidad de ellos a la Posta Nº2.
SE INTENTÓ QUEMAR LAS TRIBUNAS
A raíz de producirse el accidente en el Estadio Italiano, el público intentó incendiar las instalaciones del Estadio, las que comenzaron a arder por tres de sus costados. El fuego no se propagó, debido a la intervención de algunas personas que lo sofocaron.
En vista que no era posible quemar las tribunas, otra parte del público se dedicó a causar destrozos, desprendiendo por diversos medios las tablas de los asientos y derribando varias barandas. Tropas del tránsito que acudió a resguardar el orden impidió que esta acción se propagara.
MONTONES DE HERIDOS LLEVABAN LAS AMBULANCIAS, EN UN TRÁGICO E INTERMINABLE DESFILE, QUE EL PÚBLICO SE DETENÍA IMPRESIONADO EN LAS CALLES PARA VERLAS PASAR
No habían transcurrido dos minutos desde el derrumbe, cuando ya habían partido desde diversas postas de la Asistencia Pública de la capital todas las dotaciones de ambulancias hacia el Estadio Italiano, en una formidable carrera en busca de heridos.
Inmediatamente fueron sacadas del recinto alrededor de unas 60 personas, gran parte de las cuales fueron remitidas a la Policlínica del San Vicente, que era el establecimiento más cercano, y el resto, derivado a la Posta Central.
En esta forma, y con rapidez y plausible solicitud, el personal de la Asistencia Pública, prosiguió durante más de una hora, en la tarea de ir trasladando a las víctimas hacia los sitios de socorro, en donde el personal de médicos, practicantes y enfermeras agrupaban en las salas de operaciones, todo el material listo para la atención de los casos de suma urgencia que se presentaran.
Por las calles de la ciudad, el paso de las ambulancias causó profunda impresión en el público, que se detenía a presenciar aquel trágico e interminable desfile, donde en muchas de ellas los practicantes iban en las pisaderas, debido a que el interior iba totalmente ocupado.
UNA MADRE SALIÓ CON EL CADÁVER DE SU HIJO EN BRAZOS
Mientras el personal de las ambulancias se multiplicaba para atender cuanto antes a todos los accidentados de la horrorosa catástrofe del estadio, por el mismo camino que recorrían las camillas con heridos y donde el público confundido con los carabineros llevaba a los heridos en brazos, iba con la más profunda amargura retratada en su rostro, una buena mujer que había logrado escapar con vida de aquel macabro hundimiento, y que también había logrado rescatar de ese pozo de sangre y escombros, el cadáver de su hijo, un niñito de cortos años muerto aplastado.
Al chico lo llevaba apretado contra su pecho, como si el calor de su cuerpo pudiera infundirle algo de la vida que la pobre víctima alcanzó a conocer muy poco.
LA JUSTICIA ORDINARIA INVESTIGARÁ
LAS CAUSAS DEL DERRUMBE
Según se ha podido establecer, la causa del accidente del Estadio Italiano, se debió a la gran cantidad de público que penetró al recinto y que tomó colocación en el lugar donde ocurrió el derrumbe.
Aquellas mismas personas que sobrepasaron la capacidad del local deportivo, se habrían valido de diversos medios para entrar al Estadio cuando ya se habían agotado las entradas.
La justicia ordinaria ordenará la instrucción de un sumario encaminado a dejar debidamente en claro las causas precisas del derrumbe, y a establecer las responsabilidades.
Al club Audax Italiano no le cabe ninguna responsabilidad en el Estadio, pues pertenece a la Soc. Estadio Italiano. En consecuencia, el club continuará haciendo sus preparativos para el viaje a Europa.
Debido a los heridos y fallecidos, se decidió no continuar los minutos faltantes del partido y tampoco repetirlo, ya que los albos viajaban al día siguiente al Perú. De este modo, se dió salomónicamente por ganador a ambos elencos, no tomándose en cuenta el momentáneo score que llevaba el partido, o la mejor diferencias de gol que los verdes tenían en el Campeonato, diferencia + 44 de Audax, contra + 40 de los albos.