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Carlos Espinoza, el último sobreviviente de Everton campeón en 1950 y 1952

Por ASIFUCH

Arquero de Everton entre 1949 y 1958, seleccionado nacional en 1956, también defendió la portería de Santiago Wanderers en 1959 y 1960. Titular en las campañas de la época dorada del elenco oro y cielo, que se consagró campeón chileno en 1950 y 1952, es considerado uno de los mejores porteros en Everton, sino el mejor de todos.

Nació el 21/04/1928 y falleció el 25/02/2024, resultando ser el más longevo de todos los futbolistas de esos planteles viñamarinos que conquistaron dos títulos en los albores de la segunda mitad del siglo XX, constituyéndose además en el último sobreviviente de aquel mítico equipo. Tras su deceso, descansa en paz al igual que todos sus compañeros de aquel glorioso plantel, el primero de un club de provincias en ser campeón de Chile. La siguiente investigación es una sintetizada biografía centrada en su carrera como futbolista.

Carlos Enrique Espinoza Marambio, el ‘Pelado’ Espinoza (también apodado ‘Serenito’), nació en Viña del Mar. Comenzó jugando como delantero en los infantiles del club Juan Carlos Bertone de Villa Alemana. Hacia 1942/1943 su familia se muda de Viña del Mar a La Calera, integrándose a la Escuela de Artesanos de La Calera (hoy Liceo Industrial Óscar Corona Barahona), donde incluso practicó el básquetbol, llegando a ser seleccionado de la Escuela y de La Calera. Hasta que un día faltó un portero y fue llamado a jugar bajo el madero por la seguridad de manos que mostraba en el básquetbol[1]. Ahí comienza su vida futbolística, y nunca más dejaría el puesto. Sus principales cualidades eran la disciplina y el compañerismo. En lo técnico, según sus propias palabras: ”Mi seguridad de manos era una cualidad natural, también una buena ubicación y tranquilidad[2].

Recordadas son sus actuaciones en el viejo Estadio Cemento Melón jugando por los jóvenes valores de la liga cementera, equipo que era llamado como ‘Los Pijes’ y que les hacía el peso a equipos ya consagrados. Su destacada participación hizo que otros clubes lo solicitaran como refuerzo: “En el año 1947 comenzó una de las giras más recordadas por la afición de La Calera. Durante enero, el joven cuadro del Cóndor, liderado por Nicolás Chahuán, se va al norte del país. La delegación estuvo compuesta por jugadores del club organizador más algunos refuerzos de los clubes ligados a Cemento Melón, entre ellos el portero Carlos Espinoza”[3].

La seguridad de manos de Carlos Espinoza. En la gráfica de 1951 embolsa el balón rodeado por los defensores oro y cielo Biondi, Lazcano y Santamarina (foto: revista Estadio).

El día 11 de abril de 1948 fue una fecha clave para el destino del novel futbolista: “En la cancha del Estadio Cemento Melón, por la Copa Regional, Everton igualó dos a dos ante el equipo de Minas Melón. En el conjunto local llama la atención un joven arquero de nombre Carlos Espinoza”[4]. En simultáneo, a comienzos de 1948, mientras realizaba el servicio militar en la Escuela de Caballería de Quillota y jugaba algunos partidos, fue observado por un alto oficial, quien tenía contacto con un dirigente de Everton, lo que facilitó su incorporación ese mismo año al cuadro de Viña del Mar. Por arribar proveniente del servicio militar sus compañeros lo apodaron ‘Pelado’, mote que lo acompañó en su trayectoria en el fútbol profesional.

Debuta en un cotejo oficial por Everton para el torneo de preparación del año 1949, enfrentando el 27/03/1949 a la Universidad Católica en el entonces Estadio El Tranque (hoy Sausalito), con victoria de 3-1 para su equipo, entrando en reemplazo de Javier Mascaró. Se inicia así una larga trayectoria, en la que defendió la portería azul y amarilla en 204 partidos oficiales durante una década. Todo un mérito considerando que en dicho período hubo 12 equipos en Primera División entre 1949 y 1952, y 14 entre 1953 y 1958, con temporadas que mayoritariamente contemplaban tan solamente 22 o 26 encuentros oficiales en un año calendario.

Con el cuadro oro y cielo sería campeón de Primera División las temporadas de 1950 y 1952, contando Espinoza recién con 22 y 24 años, respectivamente. En el primer campeonato, resuelto en un partido de definición ante Unión Española, se consagra al no recibir goles en los últimos tres partidos del torneo ni tampoco en el encuentro adicional para dirimir el título. De esa campaña, únicamente tres futbolistas de Everton disputaron todos los cotejos: Carlos Espinoza y los defensas, denominados en aquella época como backs, Juan García y Daniel Torres. Ciertamente, Espinoza le otorgó la confianza indispensable al bloque posterior, comprobándose con el dato de que en toda la segunda rueda (11 fechas) solamente recibió diez goles. Era otro tiempo, de formaciones con cinco delanteros y marcadores habitualmente abultados, al punto de que el equipo que menos goles concedió en las 22 jornadas fue Colo Colo, con 30 goles en contra. En esa segunda rueda sobresaliente del torneo de 1950, que coincidió con una remontada espectacular en la tabla de posiciones, Carlos Espinoza comentó con humildad acerca de su notable desempeño: “Yo creo que la suerte influye mucho en estas cosas. La suerte y un par de buenos backs. Y los hinchas. Uno se siente respaldado cuando juega en un ambiente así[5]. Mientras, el juicio del periodista e investigador Edgardo Marín sobre Espinoza en la campaña de 1950 es el de “Un arquero joven y de reflejos certeros[6].

Carlos Espinoza con sólo 22 años y consagrado campeón con Everton (foto: revista Estadio).

En relación al partido definitorio contra Unión Española, jugado el 14/01/1951, el renombrado periodista Julio Martínez también destacó la figura del portero: “El examen decisivo, el más valioso, se produjo en el encuentro final. Fue justamente en tan memorable jornada donde lució sus atributos con caracteres remarcables y definitivos. Siempre estuvo atento al juego y constantemente alentó y observó a sus compañeros para que adoptaran su mejor ubicación. Cada vez que intervino, lo hizo con una serenidad admirable. Tranquilo y seguro, dio desde el primer minuto esa sensación de confianza que el campeón precisaba en su ciudadela. Celebró la conquista con singular alborozo. Igual que todos. Sobrada razón tenía para ser el más satisfecho. Porque muy pocos pueden ostentar el mismo galardón. Primer año en Primera División y campeón, y todos los laureles merecidos”[7].

67 años después de aquel campeonato,  con motivo de la celebración del aniversario n° 108 de Everton, Carlos Espinoza fue invitado a las celebraciones y dejó el siguiente testimonio: “Cada vez que voy a Viña del Mar y recorro las instalaciones de Everton, en lo único que pienso es en mis compañeros, como Augusto Arenas, René Meléndez, Daniel Torres o Salvador Biondi. En aquel tiempo, esta institución no tenía una figuración significativa en el fútbol profesional, era considerado un equipo ‘simpático’, pero de la simpatía pasó a tener un poderío gigante. El plantel se fue acomodando poco a poco. Creo que las claves que tenía nuestro equipo eran su unidad y compromiso. Fuimos obedientes y modestos, aprendiendo mucho de Martín García, nuestro entrenador. Le ganamos la final a Unión Española y la celebración fue apoteósica. Cuando viajábamos normalmente a Santiago, nos íbamos en tren y eran tres horas para llegar. Sin embargo, aquella vez que volvimos a Viña, partimos a las ocho de la tarde y llegamos a las dos de la mañana, ya que nos paraban en todas las estaciones para felicitarnos. Han pasado los años y siento que cada vez se valora más ese título[8].

El campeonato de 1952 trajo una novedad: Se disputó por primera ocasión en tres ruedas de todos contra todos. Con 12 clubes participantes hubo 33 fechas, en las que cumpliendo un hito pocas veces repetido en toda la historia del campeonato nacional, Everton se mantuvo en el primer lugar ininterrumpidamente desde la primera jornada hasta la última. La fortaleza de la temporada 1950 persiste en 1952: “Unidos en un estilo futbolístico y en una alegre visión de la vida, los jugadores de Everton formaron un grupo unido para ganar de punta a cabo el torneo. La intensa vida en común que hacían los miembros del plantel los transformó casi en una familia” [9].

La unidad fue clave para el éxito de Everton a principios de la década de 1950. Espinoza aparece aquí con sus clásicas rodilleras junto a Enrique Ponce, Fernando Hurtado y Daniel Torres (foto: revista Estadio).

65 años después de la segunda estrella de los viñamarinos, en la conmemoración del aniversario n° 108 de la institución, Carlos Espinoza recordó aquella campaña destacando el significativo aporte de Rene Meléndez, el mejor futbolista oro y cielo de todos los tiempos: “En 1952 fue importante tener un plantel como el que tuvimos, ya que nos conocíamos de memoria. El bagaje que se logró, partido a partido, fue una gran ventaja. Además, llegó Adolfo Rodríguez, un jugador solvente, con experiencia y que imponía sus reglas en la defensa. Este torneo contó con tres ruedas y Everton en ningún momento soltó el liderato. El trabajo era doble, ya que todos nos querían bajar. Si bien el título de 1950 fue el más emocionante, el de 1952 es el que más se valora porque fueron 33 fechas. Audax Italiano fue un gran aliado para nosotros, ya que nos dejó la mesa servida para el título al vencer a Colo Colo, y en la siguiente fecha los goleamos en Santiago, con gran actuación de René Meléndez. Él era un jugador completo, un goleador nato. Venía de una salitrera llamada María Elena y siempre pregunté cómo salían jugadores de esas impecables condiciones de ahí. Aquí en Everton conocí un enjambre de jugadores. Este club fue todo para mí, realmente[10].

Everton se coronó campeón anticipadamente en 1952. Así, ya como campeón, en la última jornada del torneo de 1952 jugó el 6/01/1953 con Green Cross en el Estadio Nacional, imponiéndose por 4-0. El cotejo se le recuerda por la memorable fotografía capturada para la revista Estadio por Eugenio García, el ‘Mago del lente’, que capta el vuelo de Carlos Espinoza y su mirada angustiante en el preciso instante en que el balón se deforma al azotarse con el horizontal. La que tal vez sea la mejor fotografía capturada en la historia del fútbol chileno, tiene a Carlos Espinoza como protagonista.

En una entrevista concedida por Eugenio García al periodista y escritor Francisco Mouat, recordó su acierto fotográfico: “Habían jugado en el Estadio Nacional, de noche, Green Cross y Everton. Fue un tiro libre de Félix Díaz, de Green Cross. Yo entré a la cancha, preparé la cámara y disparé. Después, en el cuarto oscuro, estaba con Hernán Morales, colega de Estadio, muy amigo, y cuando estoy fijando el negativo le digo: “Oye, Hernán, mira la fotito”. Yo estaba muy alegre, y él, con la misma alegría me dice: “Liiiiinda, linda la foto”. Se publicó esa semana en la revista[11]. Un arte de fotografía para llevar gráficamente hasta la eternidad al gran arquero que fue Carlos Espinoza, justo en el cierre de la temporada donde alzó su segundo título de campeón del fútbol chileno.

El acierto fotográfico de Eugenio García, el ‘Mago del lente’, en el triunfo de Everton por 4-0 sobre Green Cross el 25/01/1953 (correspondiente al torneo de 1952, que sería conquistado por Everton). Fue tras un remate del argentino Félix Díaz (foto publicada originalmente en revista Estadio).

Además de los títulos de 1950 y 1952, con Carlos Espinoza custodiando la portería, Everton tuvo buenas temporadas cosechando el cuarto lugar en 1951, 1953 y 1955, además del quinto lugar en 1957. Su desempeño lo hizo merecedor de ser convocado a la selección de Chile por el entrenador Luis Tirado en 1956. Disputó tres encuentros oficiales completos por la ‘Roja’, con el siguiente detalle:

(Fuente: www.solofutbol.cl)

Entre enero y febrero de 1956 se jugó el Campeonato Sudamericano de Montevideo. En dicho torneo Espinoza debutó en el arco nacional en el cuarto y penúltimo partido de Chile. En el partido previo, la derrota chilena de 1-2 ante Uruguay, Misael Escuti se fracturó el pulgar izquierdo, lo que permitió que, en el partido siguiente, Carlos Espinoza defendiera el arco chileno ante Perú. Chile gana 4-3 y, a pesar de los tres goles recibidos, Espinoza tuvo una excelente actuación, acallando de paso a algunos críticos. También jugó en el último partido de Chile, triunfo de 2-0 sobre Paraguay, cuando contuvo un penal a Máximo Rolón, quien luego sería su compañero de equipo en Everton entre 1957 y 1958. Chile remató en el segundo puesto junto a Brasil y Argentina, detrás del campeón Uruguay. Muy seguido, en marzo de ese 1956, acude al Campeonato Panamericano de México, donde jugaría el último de los cinco duelos de Chile en el certamen, la caída por 1-2 ante México para terminar en el último lugar entre seis equipos con sólo un empate, coronándose campeón Brasil. En la selección siempre estuvo tapado por grandes porteros como Misael Escuti y Sergio Livingstone.

De su participación en la selección, Espinoza evocaría años después: “Llegar a la selección significa mucho para cualquier jugador, fue una experiencia inolvidable compartir con los mejores jugadores del fútbol chileno [12].

Durante una concentración de la selección en la costa chilena, el periodista Julio Martínez se refirió en destacados e inusitados términos al arquero, legando así un retrato más allá de lo futbolístico: “Carlos Espinoza es un enamorado de la música y la lectura. Digno caso para quienes aún consideran que el deporte está reñido con toda inquietud intelectual o artística. Un buen libro, unos cuantos discos y un receptor son los compañeros de viaje infaltables del meta de Everton. Él llega a su pieza y enciende la radio en busca de algún concierto o melodía agradable. La música moderna no le interesa mayormente. Su admiración está con las grandes obras, con los pianistas famosos, con las batutas más caracterizadas. Se tiende en la playa y se devora un libro con esa quietud y ansiedad de los enamorados de la buena lectura [13].

El carnet de Carlos Espinoza como jugador de Everton en 1955, el club que fue todo para él (foto: archivo Rino Curotto).

Tras jugar en Everton hasta 1958, pasa a Santiago Wanderers en 1959, donde juega 32 cotejos oficiales de Primera División entre 1959 y 1960, logrando el subcampeonato en 1960. Si bien los caturros obtuvieron la Copa Chile de 1959, Carlos Espinoza no disputó partido alguno en dicho certamen.

En 1961 parte a Coronel, donde se incorpora a la selección de Schwager, cuadro con el que juega en el torneo Regional del Sur alcanzando el quinto lugar. Debido a que la selección de Schwager había ganado el campeonato Regional del Sur de 1960, compitió en la Copa Chile 1961, instancia en la que curiosamente debió enfrentarse con Everton, en un partido único que se desarrolló en el Estadio Valparaíso, que resultó en victoria oro y cielo por 1-0.

Se mantiene activo en la portería hasta mediados del año 1962, donde además de jugar era el técnico de la selección de Schwager, lo que de alguna forma lo terminó cansando y agotando su paciencia, retirándose como jugador pero continuando como entrenador del equipo.

Carlos Espinoza portada de la revista Estadio 433 del 1/09/1951

 Trabajó luego como profesor de educación física y también fue inspector general de la Escuela Industrial de Schwager en Coronel. Dirigió a Lota Schwager en Primera División en 1971, donde llegó reemplazando a Óscar Andrade.

Fue padre de cinco hijos. El menor de ellos, Miguel Ángel Espinoza, también sería arquero profesional, jugando en Lota Schwager, Cobresal, Deportes Puerto Montt y Santiago Wanderers.

Quien es considerado por muchos como el mejor arquero en la historia de Everton, se radicó en Coronel, donde vivió hasta el año 2015, para luego mudarse más hacia el sur, a Puerto Montt, donde falleció con 95 años de edad.

Carlos Espinoza reencontrándose con su historia en Everton un par de años antes del accidente cerebro vascular que lo afectara el 2018 y que lo dejó con dificultad para expresarse (foto: El Mercurio de Valparaíso del 27/03/2020).

 

Nota escrita por los socios: Rino Curotto y Pablo Diez

Fuentes:

  • Revista Estadio
  • Revista Oro y Cielo 108 Años, Everton de Viña del Mar (2017).
  • El Mercurio de Valparaíso
  • 603 DPM, Esteban Agüero y Carlos Pérez (2021). Primera edición. Impresión Ediciones On Demand.
  • Historia de Everton 1909-2009, Ricardo Gatica (2009). Segunda edición. Impresión Orgraf Impresores.
  • La Historia de los Campeones 1933-1991, Edgardo Marín (1991). Segunda edición. Impresión Empresa Periodística La Nación.
  • Muchachos de López Maqueira. Orígenes de Unión La Calera, 1900-1953, Gustavo Crisóstomo (2015). Primera edición. Centro Sport Radio Ediciones.
  • Nuevas cosas del fútbol, Francisco Mouat (2012). Segunda edición. Lolita Editores.
  • www.solofutbol.cl

[1] Revista Estadio n° 401, 20/01/1951.

[2] Diario El Mercurio de Valparaíso, 26/02/2024.

[3] Muchachos de López Maqueira. Orígenes de Unión La Calera, 1900-1953, Gustavo Crisóstomo (2015).

[4] Historia de Everton 1909-2009, Ricardo Gatica (2009).

[5] La Historia de los Campeones 1933-1991, Edgardo Marín (1991).

[6] Ibidem.

[7] Revista Estadio n° 401, 20/01/1951.

[8] Revista Oro y Cielo 108 Años, Everton de Viña del Mar (2017).

[9] La Historia de los Campeones 1933-1991, Edgardo Marín (1991).

[10] Revista Oro y Cielo 108 Años, Everton de Viña del Mar (2017).

[11] Nuevas cosas del fútbol, Francisco Mouat (2012).

[12] Diario El Mercurio de Valparaíso, 26/02/2024.

[13] Revista Estadio n° 660, 6/01/1956.

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