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Yo lo vi jugar : Zinedine Zidane

Por Carlos Pérez

En 1994, la selección chilena visitó el Stade de Gerland, en Lyon (Francia), para medirse con la selección gala. La derrota de 3-1 dejó muchas enseñanzas para el combinado nacional, a cargo de Mirko Jozic, que comenzaba a planificar el que sería un inconcluso proceso rumbo a la copa del mundo a jugarse precisamente en Francia, en 1998. Los europeos lamentaban su segunda ausencia consecutiva a una cita planetaria y gozaban de un estatus secundario a nivel continental, donde campeaba Alemania, Italia o Inglaterra. Tras el encuentro, se pactó jugar una revancha en Santiago, la que fue postergándose a través de los años hasta encontrar a ambas escuadras en antípodas futbolísticas en 2001: Chile, con pocas opciones de ilusionarse con clasificar al Mundial de 2002 (penúltimo a diez puntos del repechaje con 4 fechas por disputarse) y Francia, luciendo sus títulos de campeón mundial, de Europa y de Confederaciones. El juego además tuvo como complemento de lujo la despedida de la Roja de Iván Zamorano, que dejaba atrás la representación nacional con 34 goles a su haber y más de sesenta partidos.

Personalmente, apenas supe de la confirmación del partido, me motivé para asistir al partido, con el añadido de hacerlo en compañía del profesor francés Patrick Puigmal, quien hasta la fecha se desempeña en la Universidad de Los Lagos como académico; así, a mediados de julio de ese 2001 ya disponíamos de la confirmación de los boletos para presentarnos en la tribuna Andes del Estadio Nacional aquel sábado 1 de septiembre. La logística fue sencilla, pues el partido se asumió como un paréntesis de lujo en medio de la magra campaña de la selección en las eliminatorias, razón por la que los más de 60 mil asistentes al estadio fuimos a disfrutar como nunca del espíritu amistoso con los linajudos invitados.

Entrada para el partido. (Archivo personal del autor)

 

Llegado el sábado, cerca del mediodía nos ubicamos en la posición indicada en la entrada, labor para la que había soldados de algún regimiento capitalino que fueron designados para la ocasión, todos vestidos de riguroso traje oscuro, claro está. Cerca de las 14:30, los franceses comenzaron a activarse en el gramado del Nacional, lo que provocó sonoras ovaciones por parte de la totalidad del público que a esa hora colmaba el coliseo ‘a la antigua’. Ya en la tierra derecha de los protocolos iniciales, un coro de niños interpretó los himnos nacionales y se enviaron globos al nublado cielo santiaguino. Por altoparlantes se inició la presentación de las alineaciones y, era que no, Zinedine Zidane e Iván Zamorano acumularon la mayor cantidad de aplausos.

El momento de la ovación a Zinedine Zidane cuando su nombre es mostrado en el tablero marcador de goles del Nacional. (Archivo personal del autor)


Si lo de Zidane fue estruendoso, lo de Zamorano fue ensordecedor al momento de ser nombrado por Mario Benavides, el histórico locutor del coloso ñuñoíno. (Archivo personal del autor)

 

Mientras aguardábamos el inicio del partido, el mencionado Bam Bam y Marcel Desailly intercambiaban saludos y banderines en el centro del campo bajo la atenta mirada del árbitro argentino Daniel ‘Sargento’ Giménez. La hora inicial había llegado, y cuando el reloj marcaba las 15:10 en el tablero marcador del estadio comenzó a rodar el balón. Sabedor de que habrían muchas oportunidades venideras de poder asistir a observar a la selección (cosa que ocurrió finalmente solo una vez, en 2009) me enfoqué en disfrutar de la exhibición que harían los franceses en la cancha, mal que mal no son muchas las opciones de ver a los campeones del mundo en vivo y en directo. Por lo mismo, cada toque de Zidane era seguido desde mi cómoda ubicación: en el primer tiempo, ‘Zizou’ intervino una treintena de veces, destacando con un derechazo alto en el minuto siete, el lanzamiento de un tiro de esquina, un tiro interceptado milagrosamente por Jorge Vargas y un excelso pase en profundidad a Emmanuel Petit en el minuto 42. Poco, muy poco para quien estaba llamado a convertirse en una leyenda del fútbol en los próximos años. Lo anterior se explica por la férrea marca a la que fue sometido el astro francés, que cayó presa de Francisco y Ricardo Rojas, que se alternaron exitosamente para mantenerlo a raya. Por otra parte, la fase inicial hizo destacar a Patrick Vieira y sus enormes zancadas, la elegancia de Robert Pires para jugar en simple y el enorme despliegue de Sylvain Wiltord, que parecía acumular en su espalda el despliegue del medio campo.

Tras intercambiar camiseta con Iván Zamorano en el entretiempo (al que Chile se fue en ventaja por 1-0), la segunda fracción mostró una faceta mucho más participativa del ‘10’ galo, que veía con sorpresa como Chile se adelantaba en el marcador por 2-0 a los cinco minutos del complemento. Creo que el tanto de Reinaldo Navia activó a Zidane, quien había comenzado la segunda etapa con un profundo pase a Thierry Henry, otro ilustre que se presentó en Ñuñoa. A los 53 minutos, el capitán francés se ganó la tarjeta amarilla por protestar al juez Giménez, a esa altura, la honra del campeón mundial estaba en entredicho a raíz de la discreta presentación en los pastos santiaguinos. A los 22 minutos del complemento, se consignó un cabezazo de Zidane anticipando a Pablo Galdames en área chica. Y pasados los 30 minutos un peligroso tiro libre nos hizo frotar las manos. En posición casi frontal y a menos de 20 metros del arco defendido por ‘Superman’ Vargas, cabía la chance de ver (¿por qué no?) un gol de tiro libre frente a nuestra posición en Andes, cosa que no ocurrió, al enviar su tiro al frontón dispuesto por el guardameta chileno.

En el minuto 28 del segundo tiempo, vino la gran exquisitez del partido: una asistencia de ensueño de Thierry Henry (suspendido en el aire a entrada del área grande) encontró solo a David Trezeguet, que fusiló a Nelson Tapia (que había reemplazado hace un par de minutos a Vargas) y sentenció el que sería el 2-1 definitivo. El gol envalentonó a los franceses que se prodigaron en busca del empate, cosa que finalmente no ocurrió. ¿Zidane? Solo tuvo esporádicas intervenciones y destacó por un foul a Acuña en el minuto 80 de partido. Totalizó 25 toques en el segundo tiempo que en el global sumaron 58 intervenciones en un partido que como expresión de espectáculo finalizó en el minuto 41 del complemento cuando Claudio Núñez reemplazó al homenajeado Iván Zamorano.

Tras el pitazo final, vino la fiesta: vuelta olímpica de ‘Bam Bam’ y celebración de los 66.317 espectadores que asistimos a la fiesta del Nacional. Sobre Zidane, El Mercurio citó: “le metió una lucida pelota de gol a Petit a los 42’. Fue una muestra de su enorme clase, exhibida a cuentagotas sobre el césped ñuñoíno”. Antes de salir, la opción de inmortalizar el resultado con una foto fue sabiamente aprovechada por mi parte, en épocas en que aún se usaban las tradicionales cámaras con rollos.

 

Chile 2-1 Francia

10-09-2001. Partido amistoso. Estadio Nacional. Público: 66.384. Árbitro: Daniel Giménez (Argentina). Recaudación: $ 335.675.000. 15:00.

CHILE: Sergio Vargas (73’ Nelson Tapia); Francisco Rojas, Pedro Reyes, Ricardo Rojas (78’ Luis Fuentes), Jorge Vargas, Mauricio Aros (70’ Rodrigo Pérez), Clarence Acuña, Pablo Galdames, Rodrigo Tello (82’ Esteban Valencia), Iván Zamorano © (88’ Claudio Núñez) y Reinaldo Navia (60’ Cristian Montecinos). DT Pedro García.

FRANCIA: Ulrich Ramé; Lilian Thuram (87’ Willy Sagnol), Marcel Desailly © (46’ Frank Leboeuf), Mikael Silvestre, Bixente Lizarazu, Patrick Vieira (63’ Claude Makelele), Emmanuel Petit, Zinedine Zidane, Robert Pires (69’ Steve Marlet), Sylvain Wiltord (46’ Thierry Henry) y David Trezeguet. DT Roger Lemerre.

Goles: 3’ P. Galdames (CHI); 50’ R. Navia (CHI); 73’ D. Trezeguet (FRA).

Amarillas: CHI:  S. Vargas, C. Acuña y P. Galdames. FRA: M. Desailly, B. Lizarazu, Z. Zidane y F. Leboeuf 

En negrita se destacan a integrantes del plantel campeón mundial en 1998.

El marcador final señala el histórico 2-1 de Chile ante los vigentes campeones europeos, de confederaciones y mundiales. (Archivo personal del autor)

 

Junto al cierre de la fiesta, vino el análisis en frío, en el retorno al sur en bus al sur del país: fuimos por Zidane y nos maravillamos con el despliegue de sus compañeros. Esperábamos una mejor performance del campeón del mundo y vimos dos goles de la selección chilena, en uno de los pocos triunfos conseguidos en ese aciago año (sobre quince partidos disputados, la selección se impuso solo en tres juegos: dos en la Copa América de Colombia –Ecuador y Venezuela- y el citado partido ante Francia). Ya no habría opciones certeras de acercarse a un estadio a ver a Zidane y sus compañeros, que tras el frustrante paso por el Mundial de  Japón y Corea 2002 iniciaron un nuevo proceso que los ha llevado a animar las finales de tres de los últimos cinco mundiales, de una Eurocopa y a obtener una Liga de Naciones. En el caso chileno, pude ver en cancha uno de los escasos triunfos ante campeones mundiales en ejercicio, cosa poco vista en nuestros registros (hasta hoy, en cinco ocasiones), debiendo esperar recién hasta 2014 para reeditar un logro de esa magnitud (En Brasil 2014, ante España), claro que esa vez en la comodidad de un televisor.

El autor de la nota inmortalizado en la tribuna del Nacional, el 1 de septiembre de 2001 (Archivo personal del autor).




El once francés en Santiago: arriba, Ulrich Ramé, Patrick Vieira, Lilian Thuram, Marcel Desailly, Zinedine Zidane y Robert Pires. Abajo: Mikael Silvestre, Sylvain Wiltord, Bixente Lizarazu, Emmanuel Petit y David Trezeguet (Fuente: Revista Don Balón Chile, número 10)



Fuentes:

  • Archivo fotográfico personal del autor
  • Revista Don Balón Chile, año IX, número 10
  • Diario El Mercurio
  • Diario La Tercera

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