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La Flor de Punta Arenas

Por ASIFUCH
Nota en conmemoración del 8 de marzo del 2024.

El 8 de marzo se ha consagrado como una fecha clave en la conmemoración de las luchas históricas que han realizado las mujeres por la igualdad de derechos, la justicia social y el reconocimiento de su contribución en todos los ámbitos de la sociedad. En este día, millones de mujeres en todo el mundo salen a las calles para manifestarse, reivindicando la igualdad de género como derecho humano, exigiendo el fin de la violencia machista, pero también advirtiendo que los logros y avances que ha tenido en la historia el movimiento feminista no son un logro definitivo, sino que son un proceso en desarrollo, que requiere constancia, vigilancia, participación y compromiso de todas las personas. 

En este contexto, es que cada marzo se ha transformado en una instancia de visibilización de la historia de las mujeres, recordando especialmente aquellas 146 mártires que el 8 de marzo de 1908 fallecieron calcinadas en el incendio de la fábrica Cotton de Nueva York, Estados Unidos, mientras protestaban por mejores condiciones laborales, derechos que sus pares hombres ya tenían incorporados. Entendiendo que la importancia de la historia radica en el presente, una reflexión crítica nos invita a comprender cómo se ha construido y evolucionado en el tiempo la participación de hombres y mujeres en diferentes ámbitos de lo social, como, por ejemplo, el espacio deportivo. Visibilizar la historia de las mujeres nos permite recordar todas las injusticias y desigualdades históricas que ellas han enfrentado y siguen enfrentando para ocupar un lugar dentro de nuestras sociedades.

El fútbol chileno es una construcción sociocultural e histórica fuertemente masculinizada. Su historia tradicional, difundida por medios de comunicación, el Estado y las propias estructuras organizativas del fútbol como clubes, asociaciones y federación, han negado la historia de las mujeres en este deporte. De esta manera, la historia tradicional del fútbol nos ha enseñado que el fútbol femenino no tiene trayectoria en nuestro país, pero sin embargo existen importantes fuentes y registros históricos que señalan que las mujeres en Chile juegan fútbol y se organizan en comunidades deportivas desde principios del siglo XX. 

En la actualidad, esta falta de trayectoria y de historia deportiva funciona como justificativo de las diferentes formas de discriminación que constantemente sufren las futbolistas chilenas. A pesar de que en los últimos años se ha podido avanzar en el mejoramiento de las condiciones laborales de aquellas jugadoras profesionales, culturalmente la sociedad chilena todavía no ha sido capaz de transformar las narrativas e identidades futboleras, y de reconocer las contribuciones que las mujeres han realizado en la construcción de un fútbol y una sociedad más justa e inclusiva desde hace más de un siglo. 

En este contexto, es que, como investigadores e investigadoras del fútbol chileno, hemos considerado que el mejor homenaje que podemos realizar a las mujeres en la conmemoración del 8 de marzo, es traer a la palestra hechos y personajes que han contribuido a la construcción de los inicios de nuestro fútbol. Es ahí, a mediados del siglo XIX, donde el nombre de Lady Florence Dixie resalta no sólo en la historia del deporte chileno, sino que del fútbol mundial.

 

Lady Florence Dixie y los comienzos de la mujer en el fútbol

Nacida en 1856 en Escocia, Dixie es considerada una mujer pionera y adelantada a su época, que realizó importantes contribuciones en diferentes ámbitos políticos, culturales y deportivos, espacio en el cual se incorporó desde muy joven. Siendo parte de la aristocracia británica jugó un papel clave en la fundación y desarrollo de los primeros años del fútbol femenino en Reino Unido. Como deportista y dirigente comenzó organizando partidos de fútbol de exhibición con fines benéficos, para luego en 1895 convertirse en la presidenta del British Ladies Football Club, reconocido como el primer club de fútbol femenino de Inglaterra y el mundo. Dixie era también la mayor financista del club, al cual prestaba apoyo a través de sus redes y capital social, gestionando campos de fútbol y organizando giras dentro y fuera de Gran Bretaña. Bajo su presidencia, el British Ladies Football Club se popularizó rápidamente por el Imperio Británico; en total se estima que jugaron más de 160 partidos en el transcurso de dos años, donde asistían miles de personas de público. Todo un fenómeno para la época, donde el fútbol femenino crecía en popularidad y legitimidad.

Como activista Lady Florence Dixie entendía la importancia del deporte para la liberación de los roles de género tradicionales que oprimían a las mujeres, es por ello que consideraba que, a través de su práctica, especialmente las niñas, podrían tener una mayor participación en diferentes espacios de la sociedad: “las niñas deben entrar en el espíritu del juego con el corazón y el alma”.

 

Lady Florence Dixie, la vanguardista que marcó la historia de la Patagonia chilena.

Lady Florence Dixie (fuente: gentileza de Ricardo Bordones).

Pero ¿Quién fue Lady Florence Dixie? Y ¿Qué relación tiene con Chile?

Lady Florence, hija del Márquez de Queesberry y de Lady Gertrude Douglas, desde temprana edad mantuvo un apego e interés genuino por los deportes, tratando de igualar a sus hermanos en actividades físicas propias de la élite británica como montar a caballo, nadar o cazar.

De personalidad sobresaliente y rebelde que rompía con los estereotipos asociados a su género en la Inglaterra decimonónica (llevaba el pelo corto y se le recuerda por negarse ajustarse a la moda cuando se presentó ante la reina Victoria), desde joven se comprometió activamente en los derechos de la mujer. 

Conocida alrededor del mundo por sus obras literarias, en donde desarrolla temas relacionados con aventuras de niñas, mujeres y su rol en la sociedad, como por ejemplo su primera novela “Abel Avenged: a Dramatic Tragedy” y su obra más conocida “The Young Castaways”. Como escritora, Dixie desafió los estereotipos de género de la época al abordar temas de aventura y exploración, que tradicionalmente se asociaban con la literatura masculina. Su pasión por la aventura y la exploración la llevó a sostener un vínculo muy especial con las tierras patagónicas. 

El 11 de diciembre de diciembre de 1878 desde el muelle de Liverpool con destino al puerto chileno de Punta Arenas zarpa el vapor Britannia, en donde se embarca Lady Florence junto a su marido Alexander Beamont Churchill Dixie, Barón de Bosworth, sus hermanos Lord Queebberry y Lord James Douglas, un amigo Mr. Julius Beerbohm (quien tenía ya una sonada y poco grata experiencia patagónica a cuestas) y un sirviente. Luego de cinco semanas navegando llegan por el Estrecho de Magallanes a Punta Arenas, donde permanecieron cuatro días preparando caballos y víveres, seleccionando baqueanos para comenzar una histórica travesía por la Patagonia, cuyo comienzo se sitúa alrededor del 20 de enero de 1879 y que fue magistralmente retratado en su obra “Across Patagonia”, libro que se considera una importante contribución a la literatura de viajes y que ha sido ampliamente elogiado por su descripción detallada de la Patagonia y toda su cultura.

El viaje contó con varias paradas. La primera de ellas fue en el sector norte de Cabo Negro, pasado el río Chabunco, en donde descansaron en la estancia del colono suizo Emilio Bays. Allí habrían compartido con otros viajeros de la Marina Imperial germana, que estaban de paso en el crucero Prinz Adalbert que recién llegaba a Punta Arenas. Este coloquial hecho debe ser la primera vez en la historia austral, que se tiene conocimiento de un “rendez-vous” internacional. Posteriormente, continuarían su marcha por la senda baqueana hacia el norte rumbo al despuntadero (hoy el lugar es conocido como Cabeza de Mar). Desde ese sector siguieron la ruta tehuelche hasta el ‘Pozo de la Reina’, en honor a una anciana tehuelche a quien daban el apodo de Reina Victoria, y que solía aparecer en esos parajes de la pampa patagónica.

Continuando su viaje rumbo al noroeste, el grupo expedicionario superó la latitud boreal de la Laguna Blanca donde debieron sufrir la nada agradable experiencia de un temblor de tierra, consignado por Diego Dublé de Almeida en su diario de viaje el 1 de febrero, a las 3:40 de la madrugada. Fue el primer sismo registrado en Punta Arenas, que seguramente alcanzó grandes proporciones, ya que fue percibido por el explorador Rogers, que se encontraba en el sector sur del Lago Argentino y por el teniente Serrano, en la parte nororiental de Tierra del Fuego.

No obstante, la expedición siguió su ruta hacia el norte alcanzando la vecindad de Los Morros, endilgándose después hacia el valle de Las Vizcachas, puerta al interior de Ultima Esperanza. Se adentraron por los cañadones donde abundaban los caballos baguales, cruzaron bosques nunca conocidos por persona alguna, llegando por fin a descubrir esa joya lacustre que definió en su libro de la siguiente manera:

“Más allá de los cerros se erguían los tres rojos picos y la Cordillera. Sus blancos glaciares con las albas nubes descansando sobre ellos eran reflejados en una maravillosa perfección en el inmóvil lago, cuyas cristalinas aguas eran el más extraordinario azul brillante que yo jamás hubiera visto”.

Los tres rojos picos, las que llamaron Agujas de Cleopatra (por encontrarlas semejantes a formas montañosas del Oeste de Inglaterra) son las hoy conocidas Bases de las Torres del Paine de la denominada octava maravilla del mundo.

 

El legado de Dixie reflejado en el deporte chileno.

No hay duda de que Lady Florence Dixie es una de las mujeres más vanguardistas de la historia social británica. A través de su trabajo y participación en la sociedad victoriana, desafió los roles de género establecidos y abogó por la igualdad de derechos y oportunidades. Su participación en las guerras de liberación, sus expediciones por el mundo, la defensa de la naturaleza y animales, y su lucha política por el sufragio femenino la convierten en una de las mujeres más interesantes de la lucha feminista del siglo XIX. 

Su aporte al desarrollo deportivo de las mujeres a través de su trabajo como dirigenta y financista del British Ladies Football Club cruzaría también las fronteras del Reino Unido, ya que a comienzos del siglo XX las mujeres chilenas, influenciadas por la cultura y las prácticas europeas, comenzarían a practicar gimnasia y deportes al alero del sistema educativo y la prensa. En efecto, algunas destacadas pedagogas como Juana Gremler viajaron a Europa financiadas por el Gobierno de Chile para conocer de cerca lo que ocurría con los programas educativos. A su regreso al país comenzaron a promover programas educativos que incorporaran la educación física femenina y más recursos para invertir en infraestructura y mobiliario para su desarrollo. Por otra parte, las noticias sobre el boom de las British Ladies Football Club y la participación de mujeres deportistas en los Juegos Olímpicos de Paris 1900, comenzaron a llegar a Chile a través de la prensa. Los periódicos editados en Chile, pero escritos en idioma extranjero como los británicos The Chilian Times (1876-1907), The Star of Chile (1904-1906) y el The South Pacific Mail (1909-1965) publicados en Valparaíso fueron una fuente de visibilización y difusión del deporte femenino. Estos antecedentes derivaron en el desarrollo del deporte femenino en las principales ciudades del país durante las primeras décadas del siglo XX, brotando la semilla vanguardista de la práctica deportiva de la mujer, con clubes que comenzaron a crecer en popularidad y conformando la primera oleada de deporte femenino chileno.

Esta oleada incluyó participación de las mujeres en competencias de tenis, criquet, hípica, equitación, polo, ciclismo, natación, voleibol, basquetbol, atletismo, golf, patinaje, hockey, tiro al blanco, automovilismo, boxeo y fútbol. 

 

Los inicios del fútbol femenino en Chile.

El 10 de junio de 1918 se funda La Flor de Chile F.C. en Santiago, club reconocido en el diario La Nación del 20 de agosto de 1919 como una: “Institución fundadora del football femenino en Sur América”. En un contexto marcado por el avance del movimiento de mujeres, la familiaridad que al año 1919 tenían las mujeres con el deporte del balompié, facilitó el impulso organizativo de las futboleras chilenas, quienes el 11 de mayo se reunieron en los salones de la Federación Sportiva Nacional para conformar la primera asociación de fútbol femenino del país.

La prensa acogió a las futboleras con una actitud positiva y motivadora. A través de sus páginas es posible acceder a información respecto de todo el circuito deportivo que conformaron durante el año 1919. El mismo 11 de mayo se publica un reportaje en la sección deportiva, en donde nos ofrece características y adjetivos calificativos para cada club:

  • “La Flor de Chile: el iniciador del football femenino.
  • El Delicias del Sport: que lúcido papel ha hecho entre sus congéneres.
  • El Progreso Femenino: que por su disciplina y entusiasmo es estimado de todos.
  • El Compañía Chilena de Tabacos: equipo bien organizado, que ha figurado siempre a la cabeza de los clubs de su sexo.
  • El Unión Teatral: formado por simpáticas señoritas de entusiasmo, cuya actuación es muy buena pero que no todavía no conocemos.
  • El Flor del Sport y el Bélgica Star: clubs donde figuran muy buenas jugadoras.
  • El Iturria y Araneta: que sabemos están muy bien organizado.”

A ellos se le suman registros de los clubes Estrella de Chile, Venus del Sport, Escudo de Chile y Emblema Nacional. Los clubes que no tenían relación con el campo educativo mantenían un origen obrero, puesto que estaban conformados por trabajadoras de conocidas fábricas de la época. Por ejemplo, Venus del Sport era de la fábrica de sombreros Cintolesi, Progreso Femenino F.C., de la fábrica de camisas Sportman y Nieto, Estrella de Chile de la compañía de tejidos y algodón Matas y Cía. 

Las mujeres futboleras conformaron un circuito deportivo en Santiago que se extendería por todo el año 1919, disputando en total 24 partidos en diferentes canchas de la capital, tales como Maestranza Atlético, Santiago F.C., José Tocornal, Matas F.C, La Comercial, Liga Metropolitana y el Parque Cousiño. La mayoría de estos encuentros, a pesar de ser instancias competitivas (competían por copas y medallas), tenían una motivación benéfica, en donde la recaudación de fondos era para ayudar alguna compañera o club que necesitara el dinero. 

La organización de los clubes femeninos tenía como característica asociativa el pago de cuotas por parte de las jugadoras, listado de socias, indumentaria, definición de colores, escudos e himno institucional, para reforzar su identidad. La mayoría organizaba actividades sociales paralelamente al fútbol, como aniversarios, inauguraciones y eventos a beneficios, donde se apoyaban mutuamente, no existiendo una rivalidad marcada entre clubes.

 

La Flor de Punta Arenas, la oleada del fútbol femenino llega hasta la Patagonia.

El fútbol femenino comenzó a expandirse por el país. En 1919 aparece el club de fútbol femenino de la Oficina Salitrera Rica Aventura, de Tocopilla, y el club Fresia F.C., en la ciudad de Viña del Mar. Algunos años después, el 30 de abril de 1922 se funda La Flor de Puntas Arenas en dicha ciudad, el primer club de fútbol femenino de la zona con el objetivo de fomentar por medio de los deportes y especialmente el fútbol el desarrollo físico de sus asociadas. 

De acuerdo con las fuentes, La Flor de Punta Arenas continuó la forma organizativa de sus pares de Santiago, construyendo toda una estructura organizativa y una cultura deportiva vanguardista para la época. Para organizarse comenzaron estableciendo un directorio fundador, el cual estuvo conformado exclusivamente por mujeres. Las socias que asumieron responsabilidades dirigenciales y deportivas fueron las siguientes:

  • Presidenta: Sra. Ana G. de Cortés.
  • Vicepresidenta: Petronila Aragonés.
  • Secretaria: Epifanía Levet D.
  • Prosecretaria: Amalia Aragonés.
  • Tesorera: Teresa O. de Cascardo.
  • Protesorera: Luzmira Cortez.
  • Directoras: Soledad Urbina de Ocampo, Rosa G. de González, Delfina L. de Nessi, Ida G. de Ottiquer.
  • Comisión revisora de cuentas: Amalia Aragonés, Inés Muñoz S. 
  • Capitanas: Gebina Adema, Soledad Urbina de Ocampo.
  • Vicecapitanas: Luzmira Cortez y Paulina Levet.

Más de un año después, el 20 de mayo de 1923 se lleva a cabo una renovación de la directiva, la cual queda conformada de la siguiente manera: se mantiene en la presidencia Ana G. de Cortez, vicepresidenta Delfina L. de Nessi, secretaria Petronila Aragonés, prosecretaria Inés Muñoz S., tesorera Luzmira Cortez, protesorera Elvira Bustamante, directoras Ida G. de Otiquer, Carmen S. de Barria, Blanca W. de Guerrero y Soledad Urbina de Ocampo. Para la comisión revisora de cuentas queda anotada la socia Amalia Aragonés.

Como parte de su cultura cívica, además de las obligaciones de las socias que conformaron la directiva, se estableció para las mujeres que deseaban incorporarse al club el cumplimiento de una serie de requisitos, entre los que se encontraban: 

  1. Gozar de buena reputación
  2. Contar con el previo permiso de sus padres, sin el cual no eran admitidas.

Fue tal la cantidad de mujeres que quisieron afiliarse al club que se debieron conformar dos equipos, que fueron divididos entre los colores Amarillo y Azul, que posteriormente fueron denominados Flor de Punta Arenas y Estrella de Magallanes, siendo su instructor el jugador José González del Club Chile.

Los registros señalan que los equipos solamente jugaron dos veces en público, donde ambas competencias mantuvieron un fin benéfico y solidario. El primero de estos partidos fue una actividad a beneficio de los damnificados del sismo de Atacama de 1922 en el norte del país. El segundo partido sería a beneficio de la Liga de Fútbol de Magallanes.

Las fotos publicadas en esta nota corresponden al partido realizado el 20 de enero de 1924 donde una concurrencia numerosa acudió a la desaparecida cancha Rómulo Correa, atraída por los encuentros extraordinarios que había organizado la Liga de Fútbol de Magallanes, especialmente con la presentación de los equipos femeninos A y B del Club Femenino Flor de Punta Arenas.

Poco después de las 15:30 horas el árbitro José González dio el pitazo de llamada para iniciar el partido, presentándose a la cancha ambos equipos femeninos correctamente uniformados. Cada equipo llevaba un ramo de flores con el cual fueron avanzando las jugadoras formadas hasta el centro de la cancha, donde se colocaron en pose para que el fotógrafo dejara en la placa un recuerdo imborrable de este novedoso encuentro.

El cuadro A se distinguía por una franja amarilla y el B por una cinta al cuello azul. Terminado el acto fotográfico ambos equipos hicieron obsequio de su respectivo ramo de flores a la presidenta del club sra. Ana G. de Cortez.

Las alineaciones de este histórico partido fueron: 

Equipo ‘Azul’ B: Soledad Urbina, Ana Levet, Victorina Oyarzun, Isabel Gomez, Mercedes Muñoz, Luzmira Cortez, Amalia Aragones, Elvira Bustamante y Julia Mayorga.

Equipo ‘Amarillo’ A: Blanca W. de Guerrero, Elisa Muñoz, Margarita Rosenfel, Inés Muñoz, Laura Almonacid, Ema Cabrera, Paulina Levet, Agustina Adema, Josefina Cortez y Petronila Aragones.

Iniciado el juego, se notó que los equipos no estaban completos, pues el B tenía solo nueve jugadoras y el A tenía diez. Sin embargo, esta falta no fue motivo para que el partido perdiera algún tipo de interés en ningún instante.

Las crónicas señalan que las azules empezaron a dominar el campo de las amarillas, aunque actuaban contra el viento, y se pudo notar la seguridad y eficacia del juego de sus delanteras, sobre todo las del ala derecha, que en repetidas ocasiones avanzaban sin interrupción hasta la defensa del equipo A. Las del ala izquierda también hicieron sus avances bastante rápidos, y en uno de ellos lograron centrar bien la pelota interviniendo en una bonita atropellada la centro delantera del equipo azul Amalia Aragonés, quién remataría al arco convirtiendo el primer gol del encuentro para su equipo, derribando a la guardavallas del equipo amarillo Blanca de Guerrero. El juego continuó sin que el equipo amarillo pudiera igualar posiciones hasta el término del primer tiempo.

Reanudado el juego para el segundo tiempo, el equipo amarillo se encontró contra el viento, lo que le permitió desarrollar más actividad que antes. Adelantando las líneas, lograron pasar sobre la defensa del equipo B y con un tiro bien dirigido al arco Laura Almonacid concretaría el tanto del empate.

El empate sirvió para despertar a las azules, que volvieron a trabajar con más empeño para lograr la victoria. Fue así que, en una arriada de las azules, la pelota alcanza hasta el área de gol y llega oportunamente Julia Mayorga para colocar el segundo tanto para sus colores. Triunfador el equipo B, por dos tantos a uno, se retiraron los cuadros de la cancha en medio de los aplausos de la numerosa concurrencia, quien admiró la destreza con que las jugadoras llevaron a cabo un partido de fútbol femenino inédito en tierras australes.

Equipo amarillo de Club Femenino Flor de Punta Arenas (fuente: gentileza Dusan Marinovic, profesor de historia de Punta Arenas).

Equipo azul de Club Femenino Flor de Punta Arenas (fuente: gentileza Dusan Marinovic, profesor de historia de Punta Arenas).

En cuanto a sus características sociales se destaca la celebración de bailes y actividades a beneficio. Ejemplo de ello, es que para la inauguración del club el 5 de agosto de 1922 se realizó un baile en los salones del Club Deportivo Júpiter, cuya recaudación se destinó para la confección de su propia indumentaria deportiva. O que, el 25 de noviembre de 1922 efectuaron un baile en los salones del Club del Círculo Suizo para socorrer a las víctimas del terremoto de Atacama. O que, el 5 de mayo de 1923 organizaron otro baile en el Club del Círculo Suizo para celebrar el primer aniversario de la fundación del club.

Otra de las actividades del club era participar activamente de las Fiestas de la Primavera, tradicional celebración popular chilena. Los registros señalan que el 22 de octubre de 1922, el club obtuvo el primer premio en el concurso de carros alegóricos de la mencionada festividad, consistente en $800 en efectivo más un diploma. Con este dinero se alcanzó a cubrir parte los gastos de uniformes deportivos para las mujeres que se asociaban a la institución.  

Sin embargo, a pesar de la motivación de algunas socias y dirigentas, el club debía sortear muchos obstáculos para su correcto funcionamiento, siendo de los más complejos el tema del financiamiento y el compromiso en la participación de sus jugadoras. La deserción era una constante en el fútbol de mujeres de la época, a quienes la maternidad, el matrimonio, alguna enfermedad o simplemente la presión social de realizar una actividad atípica, les provocaba dejar la actividad. 

Con el objetivo de resolver estos problemas el 15 de mayo de 1925 se cita a Asamblea Extraordinaria a todas las socias de La Flor de Punta Arenas para tratar sobre la continuación o disolución del club, y en caso de disolución proceder a entregar los fondos disponibles a una institución de acuerdo con lo dispuesto en los reglamentos.

En una entrevista realizada por el diario El Magallanes, la presidenta fue consultada por las razones de disolver el club, contestando que en el último tiempo faltaba mayor compromiso y entusiasmo de parte de las socias, con algunas jugadoras que contrajeron matrimonio y dejaron de participar, además de las fuertes críticas de la prensa ante una organización atípica para la época.

En el mismo artículo el periodista del diario reconoce que las dirigentas tenían razón en estar resentidas, donde tal vez algún colaborador de la prensa haya criticado el abuso que se hacía del deporte, que a veces degenera y atrofia, o entorpece otras actividades de la vida, no entendiendo que esas mujeres estaban abriendo los primeros espacios deportivos colectivos en la Patagonia.

Finalmente, la Asamblea Extraordinaria se efectuó el domingo 17 de mayo en un local facilitado por el Club Deportivo Victoria, resolviendo la continuidad de la institución, pero con la necesidad de elegir una nueva directiva para el periodo 1925-1927. Para concretarlo determinaron que se reunirían el 15 de junio de 1925 en la casa de la secretaria Inés Muñoz en calle Chiloé 543. 

Llevado a cabo el proceso eleccionario, el nuevo Directorio elegido quedó conformado por la Presidenta Petronila R. de Aragonés, vicepresidenta Luisa S. de Muñoz, secretaria Inés Muñoz S., tesorera Paulina Levet, protesorera Catalina Ritter, directoras Rosa Aragonés, Teresa de Cascardo, Epifanía de Sandoval, Soledad Urbina de Ocampo, y en la Comisión Revisora de Cuentas Epifanía de Sandoval y Amalia Aragonés.

El nuevo Directorio produciría cambios importantes en los objetivos del club. En primera instancia, resolvieron continuar con el carácter benéfico que las aglutinaba realizando algunas donaciones a la Escuela Nocturna Popular de $100, a la Familia Hernández $50, a la Cruz Roja de Chile $100 y a la Liga Estudiantes Pobres $100. Además, decidieron invertir parte de sus recaudaciones en nuevos uniformes para el club y donar un trofeo a la Liga de Futbol de Magallanes, para que fuera disputado entre los equipos de la primera serie de la competencia, adjudicándoselo el equipo que lo gane dos veces seguidas o alternadas.

Sin embargo, el cambio más importante realizado por el nuevo directorio fue dejar el fútbol. A partir de septiembre de 1925, La Flor de Punta Arenas tomaría nuevos rumbos, dedicándose en adelante al tenis y posteriormente hacia 1931 al nuevo deporte colectivo que entusiasmaba a la población femenino como lo era el básquetbol. Iniciada la década de 1930 ambos deportes elegidos por La Flor de Punta Arenas, eran reconocidos por las estructuras del deporte chileno y también por el Estado como deportes apropiados para el género femenino, por lo que fueron promovidos como nichos de femineidad. El tenis y el básquetbol no presentaban los mismos resquemores que el fútbol femenino, que desde entonces y debido al roce de su práctica comenzó a ser considerado un peligro para la salud reproductiva de las mujeres y por ende un obstáculo en el cumplimiento de su rol principal en la sociedad chilena: ser madre. 

 

El regreso de la mujer a los roles tradicionales de su género.

Por su transgresión a los roles de género tradicional, el fútbol femenino no fue reconocido, ni promovido por el Estado, a diferencia de otros deportes como el tenis, natación y básquetbol. Por su parte, el fútbol chileno comenzó un proceso de nacionalización, unificación y profesionalización que no incluyó a las mujeres. En 1929, bajo el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo se promulgó la Ley de Educación Física e intervino la Federación de Football de Chile, bajo a su alero en 1933 comenzaría el primer campeonato profesional de hombres.

La crisis social y política de inicios de la década del 1930 disminuyó el gasto fiscal en deportes y fue relocalizado en el Ministerio de Guerra, producto de lo cual se reforzó el discurso de defensa de la raza y glorificación de la Nación, donde las mujeres debían reproducir sus tradicionales roles de género como madres de hijos fuertes y robustos. En este nuevo proyecto, las mujeres quedaron absolutamente desplazadas, sin tener apoyo estatal para su desarrollo deportivo. Muchos equipos femeninos cerraron o fueron marginados hacia poblaciones y barrios de las principales ciudades, pero alejadas de los centros y del espectáculo sobre el cual avanzó el fútbol masculino, siendo cada vez más invisibles a los ojos de quienes las consideraron nocivas en la promoción de una femineidad apropiada. 

Mientras el fútbol más se masificaba, las mujeres quedaron cada vez más excluidas. Las crónicas, los relatos y las historias del fútbol femenino como las experimentadas por aquellas mujeres pioneras que conformaron La Flor de Punta Arenas, quedaron olvidadas durante décadas bajo tierra. Hasta ahora. 

Hoy las podemos reconocer y visibilizar como parte de una camada de mujeres iniciadoras del fútbol femenino nacional. Como mujeres que lucharon por abrirse un lugar dentro y fuera de la cancha, que enfrentaron los estereotipos de la época para poder disfrutar y vivir la pasión del fútbol como cualquier persona. Mujeres que lucharon por la igualdad de género en el deporte y el fútbol chileno.

Agradecimientos: Dusan Marinovic y Ricardo Bordones.

Nota escrita por: Carolina Cabello y Pedro Jara.

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