En El mundo, la invención del ferrocarril fue una gran manera de unir y desarrollar las ciudades y Chile no es la excepción. Las difíciles condiciones geográficas hacían que este medio de transporte y carga fuera una gran ayuda para recorrer grandes distancias y abaratar costos. El primer registro de estas máquinas y sus líneas, datan de 1848 con los planes de realizar la construcción del ferrocarril Caldera – Copiapó que comenzaron en 1850 y finalizaron el 25 de diciembre de 1851 por parte de privados que sirvió como conexión comercial además de conexión con mineras de la zona lo que trajo un aumento en la población por la necesidad de trabajadores en las líneas y posteriormente con la facilidad de llegar a los diversos asentamientos mineros de la zona.
Con la creación de Ferrocarriles del Estado en 1884 y su extensión a lo largo del país, esto trajo un auge en la población laboral ferroviaria, la cual, dado el tiempo de trabajo que existían en esos años, necesitaban espacios de divertimiento entre ellos. Es por eso que, la mayoría de los empresarios al ser de origen inglés, no les costó mucho involucrar a los obreros en el juego del fútbol. Y es así que comenzaron a construirse diversos espacios deportivos populares para la época donde la joya de la corona eran los campos para practicar el fútbol.
De norte a sur sus construcciones se fueron desarrollando, tanto por la Empresa de Ferrocarriles propiamente, o por convenios como con la Asociación de Football de Chile o municipalidades. Esto impulsó el desarrollo deportivo y del fútbol en las distintas zonas del país, concentrando gran parte de los espectáculos deportivos y disputando encuentros entre las distintas zonas donde existía un club ferroviario, defendiendo más que los colores de la empresa, el orgullo de la zona al cual pertenecían.
La llegada y masificación de camiones y buses como medios de transportes más rápidos y con mejor accesibilidad a ciertas zonas, fue mermando el uso en la gran mayoría del país del transporte ferroviario, comenzando una crisis progresiva mientras más avanzaban los años, la que terminó de desatarse en la década del 70’ con la llegada del golpe militar y la posterior privatización de ferrocarriles, lo que le restó financiamiento.
Pasaron los años y muchos de los terrenos donde se forjaron grandes encuentros futbolísticos comenzaron a venderse o a ser cedidos, en pos del mejoramiento en algunos casos y en otros solo por la ambición de algunos que no respetan la historia de los barrios o sectores donde se encontraban estos campos deportivos. Un ejemplo emblemático de esto fue el ya desaparecido Estadio de Ferroviarios Hugo Arqueros Rodríguez de San Eugenio, el cual fue inaugurado el 14 de julio de 1941 con una capacidad de 31.000 espectadores, siendo completamente de madera, llegando a ser el más grande del país con ese tipo de estructura. Viviría jornadas memorables, como recibir a la selección brasileña que se preparaba para los duelos mundialistas en nuestro país el año 62’, además de ver en vivo al mítico Santos de Pelé y también recibir cotejos del torneo nacional, tanto del Club Deportivo Ferroviarios de Chile como otros clubes capitalinos, quienes disputaban encuentros de local en esta cancha debido a su impecable estado para poder jugar. Pero todo esto no importó después de 3 lamentables incendios a lo largo de la historia de este recinto, disminuyendo progresivamente su aforo máximo hasta dejarlo en 1.200 aproximadamente. Todo eso, más el mal mantenimiento de la cancha, los malos resultados deportivos y la necesidad de hacer caja por parte de Ferrocarriles del Estado, llevó a la venta de los terrenos a una inmobiliaria el año 2012, terminando con el recinto habilitado como un aparcadero de buses, con lo cual terminaron 71 años de historia profesional y recuerdos deportivos en aquel recinto.
A pesar de esto y la trágica historia de estadios y equipos ferroviarios, aún existen exponentes de manera amateur, que mantienen en alto el nombre de los clubes y canchas que se forjaron tras el trabajo duro en las maestranzas para unir a todo Chile tras una estación de trenes.
