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Erasmo Zúñiga de pirquinero a campeón con Everton 76

Por Carlos Campos

El nombre de Erasmo Alfonso Zúñiga Díaz, inmediatamente nos lleva a reconocerlo como ex futbolista, integrante del equipo campeón de Everton 1976 y uno de los jugadores símbolos más queridos del club representativo de Viña del Mar, cuya camiseta vistió en 256 encuentros oficiales.

Nacido en Valparaíso (29/01/1952), pero viñamarino de toda la vida, el ‘Monito’ Zúñiga, como se le conoce cariñosamente, es de aquellos personajes anónimos que abundan en las calles y cerros de la comuna de Viña del Mar, desvelándose por el bienestar del prójimo. Tal vez, porque su niñez no fue fácil, debiendo realizar varios oficios antes de darse a conocer como futbolista.

Su llegada al fútbol se gestó por casualidad, siendo pirquinero. La emoción lo embarga cada vez que recuerda sus inicios de futbolista, porque “el fútbol me alejó de los minerales, porque recién a los 14 años comencé a practicarlo, ya que trabajaba de pirquinero con mi padre en las minas. Por eso me reconforta recordar mis inicios en el club Chilenitos del cerro Esperanza, ya que nunca pensé en ser futbolista profesional. Llegué por casualidad, gracias a que el técnico Daniel Torres me vio jugar a los 15 años en el estadio El Sauce. Me citaron a entrenar y a los 16 años ya estaba jugando en Everton”.

En un encuentro amistoso jugado en una cancha de cerro en Valparaíso, defendiendo al Club Chilenitos de la Asociación de Fútbol Valparaíso, en el que se formó, fue observado por la gente de Everton. Lo animaron a que asistiera a una prueba de jugadores, y quedó de inmediato (1970), pasando a formar parte del plantel profesional durante la temporada 1971, permaneciendo en la institución hasta 1979 para volver tres años más tarde, en 1982, tras pasos por Aviación y Santiago Wanderers. 

“Nunca olvidaré ese día. Había ido a jugar fútbol, después de volver de la mina, tras cuatro meses de ausencia. No sé cómo podía jugar, si allá arriba nunca lo hacía. Pero, ahí estaba con los colores del Chilenitos, cuando se acercó don Daniel Torres, entrenador de Everton en 1970, quien me citó a un entrenamiento. Al día siguiente estaba firmando el contrato para jugar por Everton. No lo podía creer, mi sueldo sería cuatro veces más de lo que ganaba como pirquinero. Haría lo que me gustaba, estaría en mi puerto, respirando aire puro” (Libro “Oro y Cielo”. Jorge Beraud Zurita, año 2009).             

En dos de sus oficios. Como bombero de estación de servicio y como jugador de Everton. (foto: cedida por Erasmo Zúñiga y revista Estadio).

 

De la incertidumbre al éxito

Con los años, Zúñiga aún recuerda con nostalgia y emoción el momento que se vivía en esos años de vicisitudes y estrechez económica en el club viñamarino. (nota: Programa ‘Golazo’ de UCV Radio, miércoles 22 de abril de 2020).

“Hay una historia conmigo, porque en el año ‘75 yo trabajaba medio día en la flota de buses de Alfonso Verschae, barriendo micros con Daniel Escudero, porque pasaban tres y cuatro meses que no nos pagaban. Trabajábamos medio día y calentábamos la ollita de comida en la orilla de unas rocas en la playa Las Salinas, de ahí nos íbamos caminando a entrenar, y al terminar la jornada yo me iba de ahí mismo caminando por los cerros a Miraflores. Fue una etapa dura, pero el cariño que le tuvimos a la camiseta era más fuerte, el representar en ese momento a Everton”.

Pero hubo momentos en que estuvo a punto de dejar todo de lado, hasta que llegó Antonio Martínez Ruiz a hacerse cargo de la institución.

“Ese año 1975 pasamos por muchos problemas. No había plata, estábamos cuatro meses impagos, entonces un día yo les dije: ‘chiquillos, yo no juego más. Como capitán hasta aquí llego, no juego más’. Jugamos un clásico con Wanderers que recuerdo y resulta que pasó todo un tema ahí. Vino alguien de la Asociación Central de Fútbol y nos dijo que iba a dejar un cheque en garantía para que se nos cancelara y jugamos. Recuerdo que ese partido lo perdimos 1-0. Llegó el día lunes y preguntan quién fue el que dijo que no jugaban. Nos fueron llamando de a uno. Al final, culpable Erasmo Zúñiga. Se me dijo que se me castigaría con el sueldo y se me sacaría del equipo, entonces tuve que ir a la Inspección del Trabajo. De ahí estuve en la reserva, llegamos al final del año (1975) y me reintegraron, porque el equipo tenía problemas de descenso. Me dijeron que dejara de lado lo anterior, cuando creo que faltando dos fechas llega a Everton, Alfredo Asfura”.

Asfura se sabía muy cercano a Antonio Martínez Ruiz y al técnico Pedro Morales. 

“En una reunión él nos dijo: ‘Necesitamos que Everton permanezca en Primera División. Vamos a tratar de arreglar los sueldos, le abonaremos a la deuda, pero estos partidos hay que ganarlos y permanecer en Primera, porque hay un proyecto’. Me acuerdo que uno de esos partidos fue en Antofagasta, fuimos, jugamos y nos salvamos. Ahora venía el tema de quiénes quedaban y quiénes se iban, porque éramos como 32 jugadores. Ahí, Alfredo Asfura nos explicó cuál era el proyecto a tres años que traía don Antonio Martínez. Yo tenía cero posibilidades de quedarme, porque tenía una demanda contra el club, estaba con medio sueldo y tenía que trabajar extra en una bomba bencinera de Valparaíso, en calle Colón con Avenida Francia”.

Ante ese panorama adverso para Zúñiga, los nuevos regentes del club, comienzan a definir quiénes quedarían en el plantel estelar para 1976.

“Llegó el día en que ya se definía quiénes quedaban y quiénes se iban, pero ya se sabía que del grupo eran cuatro o cinco solamente los que iban a quedar. Nos fueron llamando de a uno y a los jugadores que no necesitaban, el club les daba el pase, les pagaban inmediatamente toda su plata para que se fueran tranquilos. Estábamos todos afuera, expectantes. Por ejemplo, sale Guillermo ‘Chicomito’ Martínez y le dicen que debe volver el 2 de febrero, a Sergio ‘Charola’ González lo mismo, a Camilo Benzi, Antonio Escudero y los demás (Jorge López, Raúl Navarrete, Néstor Fredes)”. 

En su caso, debió esperar hasta último momento para conocer su situación. 

“Por abecedario, por mi apellido Zúñiga, yo era el último en la lista en entrar. Pensé que verían mi situación y me darían el pase para irme. Incluso ya había hablado conmigo el técnico José Pérez para llevarme a Santiago Wanderers. Me hacen entrar y el caballero tenía todo anotado. Sobre la demanda que yo tenía contra el club, que mi sueldo estaba reducido a la mitad y se me dice que a partir de esta fecha se me iba a pagar todo, que habían sacado las cuentas y me tenían el cheque. Para sorpresa mía, me dijeron que el 2 de febrero de 1976 debía presentarme. Casi me fui de espalda, porque muchos compañeros que tenían la posibilidad de quedarse no se quedaron”. 

Con el tiempo, Pedro Morales le explicaría las razones del porqué definió su permanencia en el plantel estelar de 1976.

“Pedro Morales nos llevó a todos al hotel Scala de Milán en Olmué, que era nuestro lugar de concentración. Habló con nosotros y un día nos comenta que cuando Antonio Martínez Ruiz le dijo que tomaría la concesión del Casino y la dirigencia de Everton, y que tenía un año para buscar jugadores y armar un plantel. Entonces él comenzó a buscar a sus jugadores, con quienes ya había estado, pero yo nunca me imaginé por qué a mí me había dejado, y me explicó: ‘Yo sé lo que pasa en el fútbol y averigüe bien. A usted Erasmo lo dejé por la persona que es, porque aparte de lo futbolístico, que lo he visto y lo conozco, a mí me sirve lo que usted hace, porque yo estoy formando un plantel con dos jugadores en cada puesto. Si tengo un partido que jugar y necesito salida, tengo a Mario Galindo, pero si voy a jugar de visita y necesito un marcador de punta usted es el mejor que tengo en estos momentos y decidí dejarlo, porque sabía lo que era como persona. Por eso lo dejé’. Qué alegría más grande saber el por qué había sido elegido”.   

 Erasmo Zúñiga integró el equipo campeón de Everton 1976 (foto: Rodrigo Baquedano).

 

Campeón 1976

En 1976, junto a Sergio ‘Charola’ González, Guillermo ‘Chicomito’ Martínez, Jorge López, Raúl Navarrete y Néstor Fredes, más los jóvenes Camilo Benzi y Carlos Díaz, es de los pocos que se mantienen en el plantel del año anterior.

“Jamás pensé llegar a jugar con tan grandes futbolistas. Cuando se hablaba de que iba a llegar ‘Zutano’, que venía ‘Mengano’, bueno, yo tenía un poco de escepticismo. Pero cuando llegaron (Jorge) Spedaletti, (Leopoldo) Vallejos, (Mario) Galindo y los otros, ahí comencé a creer. Ahora le digo que dirigentes como los que tiene Everton no hay en ninguna parte. Ojalá hubiera muchos Antonio Martínez en Chile” (Revista Estadio N° 1.766, 16 junio 1977).

Dotado de fuerza y temperamento en la marca, Zúñiga fue el relevo perfecto que tuvo Mario Galindo en la franja derecha de la defensa, ganando la titularidad en 12 ocasiones en desmedro del ex seleccionado nacional. Así lo refleja, cada vez que se le consulta cómo fue que dejó en el banco de suplentes al exquisito lateral.

“Pero no crea que eso me causó problemas. Considero a Mario uno de los mejores laterales chilenos. Por algo estuvo en una selección mundial (Resto del Mundo) en Brasil, por algo ha sido seleccionado nacional en varias oportunidades. No, yo no me sentí molesto con su llegada; al revés, pensé cómo sacarle provecho a su presencia. Y traté de aprender todo lo bueno de Mario. Y disputarle el puesto lealmente. Claro, porque no iba a conformarme con ser su suplente. Me gusta disputar el puesto, me gusta cuando hay un jugador que es superior a uno. Eso te alienta a superarte, a tratar de igualarlo”, declaraba Zúñiga a Revista Estadio (N° 1.766, 15/06/1977).

Pasado el tiempo, lo vuelve a resaltar, argumentando que: “Para mí, Mario era un extraordinario jugador, seleccionado chileno, seleccionado del Resto del Mundo y yo lo tuve afuera tanto tiempo. Gran parte de la segunda rueda del ‘76, Mario Galindo la pasó afuera, por lo que yo hice, pero existía un gran compañerismo entre todos, porque éramos buenas personas que queríamos el bien común y el bien del equipo”.

Sin embargo, no estuvo en los partidos finales, aun cuando venía siendo muy regular.  

“Nosotros ganamos en Concepción y nos quedaban dos fechas. Una de local y otra en Temuco y resulta que estaba el interés por Mario Galindo de Colo-Colo y de River Plate de Argentina, entonces me llaman Antonio Martínez y Pedro Morales al Casino, porque querían una reunión conmigo. Yo estaba jugando de titular y me dicen: ‘Erasmo, mira, tenemos esta situación. Quieren comprar a Mario pero necesitan ver que esté jugando, piensan que no juega porque está lesionado’. Y me preguntan: ‘¿Habrá alguna posibilidad que tú cedas el puesto? A cambio te renovamos el contrato y tú no te irás de acá, sea el resultado que sea, tú serás el titular y no traemos a nadie más en tu puesto’. Ahí está el puesto, le respondí”.

Mario Galindo juega las dos finales ante Unión Española y en 1977 vuelve a Colo-Colo. ¿A usted le cumplieron lo prometido?

“Me cumplieron todo, me hicieron un nuevo contrato. El ’77 y el ‘78 no trajeron a nadie en el puesto de lateral derecho. Jugué toda la Copa Libertadores de América, todas las liguillas de titular. Eso don Pedro Morales siempre lo valoró y él me inculcó junto a don Rosamel Miranda, que yo tenía esa parte importante para poder seguir en el fútbol, porque tenía vocación y que podía transmitir cosas partiendo con los niños, porque don Pedro quería que yo llegara a ser técnico”.   

En aquellas dos finales, el técnico Pedro Morales, decidió dejarlo en el banco, por lo que debió resignarse a ver ambos encuentros con el buzo de reserva. 

“Los dos partidos yo estuve en la banca, pero teníamos la tranquilidad de que nosotros con la gente que teníamos, no estábamos seguros, porque en el fútbol no hay nada seguro, pero sí que teníamos grandes posibilidades de ser campeones. Además de que teníamos un Estadio Nacional, que más de las 80.000 personas que había, 50.000 o más eran de aquí de Viña o de Santiago, porque éramos un equipo muy querido”.

Los partidos finales con Unión Española fueron emocionantes y con un gran apoyo de los hinchas viñamarinos que los acompañaron en masa.

“Fue extraordinario, creo que es muy difícil que se vuelva a repetir algo así. La primera vez que podíamos ser campeones, en Temuco, y nos empataron, llevamos un tren con 10 a 11 carros de hinchas de Everton. Era como estar en Viña del Mar. No se pudo y de ahí concentrados para seguir en Santiago, donde vino ese empate (0-0) y luego la definición. El Estadio Nacional estaba lleno de hinchas y para mí ese sacrificio que hicieron de ir a Temuco y dos veces a Santiago, no había de otra forma de retribuirles. Por eso, dentro del plantel, había que jugársela por ese hincha que se sacrificó, durmió mal, viajó en el tren a la zona sur, las dos idas a Santiago. Es algo inolvidable para uno, primero con un club como Everton, que me dio la posibilidad de llegar al fútbol, pero no me puedo olvidar del hincha que hoy en día nos llega a saludar a la Agrupación de ex Futbolistas Profesionales ‘Oro y Cielo por Siempre’, y nos dice que nos vio jugar”. 

Su mayor orgullo es haber sido campeón del fútbol chileno vistiendo la camiseta de Everton, teniendo el recuerdo a flor de piel de esa gloriosa noche en el Estadio Nacional.

“Eran impresionantes las antorchas de papel. Yo, cuando vuelvo a ver el video, todavía se me vuelve a poner la piel de gallina. Son momentos muy lindos, y como en el fútbol todo es efímero, había que disfrutar ese momento. Y creo que ese momento lo disfruté a concho, dando la vuelta olímpica en el Estadio Nacional”.

Levantando la Copa de Campeón 1976 (foto: Revista Estadio).

Y a Zúñiga se le vienen los recuerdos a la mente, de cuando a la entrada a la ciudad de Viña del Mar, en lo alto del sector Agua Santa, jugadores, cuerpo técnico y dirigentes descendieron del bus ‘Flota Verschae’ que los trasladaba desde la capital, para abordar un camión descapotado en su parte trasera, especialmente engalanado para el apoteósico ingreso al plan de la ciudad, donde fueron recibidos como campeones, algo que le emociona de sobremanera.

“Para qué te cuento las veces que nos hicieron parar. En Curacaví, en otros sectores de por allá, la gente con banderas, que nunca lo imaginábamos. Y acá al subirnos a un camión abierto, nos costó una enormidad poder bajar por Agua Santa, porque verdaderamente era un mar humano. Toda la gente quería darnos las felicitaciones y celebrar lo que habíamos conseguido. Es el momento donde yo más he sentido el cariño que te puede entregar la gente”, recuerda un emocionado Erasmo Zúñiga.

 

Copa Libertadores, un gran sueño

Además, tuvo el privilegio, tras la partida de Mario Galindo a Colo-Colo, de jugar la Copa Libertadores de América de 1977 en calidad de titular, algo soñado e impensado para él.

“Haber estado allí, haber vivido eso, para mí es imborrable. Recuerdo las dos fechas, el hotel Ita Enramada que fue inaugurado dentro de la semana que llegamos nosotros a Asunción a concentrarnos, después de viajar el 1 de mayo. El sábado 2 practicamos y el domingo 3 de mayo nos encontrábamos jugando el partido con Olimpia, con el que empatamos 2-2, pudiendo haberlo ganado, pero fue increíble. El miércoles 6 estuvimos jugando contra Libertad, también en un partido que podíamos haber ganado, pero por esas cosas del fútbol, como ‘pollito’ nuevo en la Copa Libertadores, nos pasaron a llevar. Perdimos 2-1 en el Defensores del Chaco, con 25 mil personas en el estadio y lamentablemente ahí terminó nuestro periplo en la Copa Libertadores. Creo que Everton, que por primera vez participaba en uno de los más grandes eventos de Sudamérica, hizo una muy buena presentación en los dos partidos. Nos faltó ese cachito de suerte y ser un poco más vivos para ciertas cosas. Nos faltó experiencia”.   En 1977 le correspondió jugar Copa Libertadores por Everton  (foto: Diario ABC Color de Paraguay).

A la hora del recuento, el plantel de Everton campeón 1976, es su mayor orgullo, por la calidad de compañeros que tuvo, y al buen trato de los técnicos y dirigentes.

“Haber estado y participado en ese grupo ha sido extraordinario y haber tenido técnicos, utileros, dirigentes y toda la gente que nos acompañó. Para mí fue algo extraordinario, ya que yo trabajaba en una mina cuando llegué a Everton y por todo lo que pasamos previo a ese año. Don Pedro Morales nos habló y nos dijo siempre: ‘Yo elegí personas, no elegí a los grandes jugadores’. A él le ofrecieron a (Óscar) ‘Pinino’ Mas, un extraordinario jugador argentino, le vio su vida personal, encontrando cosas que a él no le gustaron, entonces dijo: ‘yo prefiero traer a otro que sea buen jugador y que puede ser mejor persona’. Así era él”. 

Tras su exitoso paso por Everton, a comienzos de 1980, a la llegada del técnico Caupolicán Peña, quien pretendía reeditar los logros de Pedro Morales, prescinden de sus servicios, junto a otro emblemático de la institución, Guillermo ‘Chicomito’ Martínez, a quienes Peña los consideraba ‘viejos’ para su equipo. En 1981, Everton descendería de categoría con el plantel formado por el ex técnico de Palestino y la Selección Nacional.  

Fue así como Erasmo Zúñiga parte a vestir los colores de Deportes Aviación (1980 y Copa Polla Gol 1981) y Santiago Wanderers (1981), volviendo en 1982 a Everton para ascender de categoría, cerrando su carrera de futbolista en Deportes Laja en 1983, para abocarse a realizar los cursos de director técnico y dedicarse a la formación de nuevas generaciones en las divisiones inferiores y escuelas de fútbol del club viñamarino, además en la Academia de Fútbol que lleva su nombre.  

 Con la camiseta de Aviación junto a su excompañero Julio Núñez   (foto: cedida Erasmo Zúñiga). 

           

 En 1981, el ‘Monito’ Zúñiga vistió la camiseta de Santiago Wanderers (cuarto parado),  junto a otro símbolo de Everton, Guillermo ‘Chicomito’ Martínez (tercero agachado). (foto: archivo mundifut).

 

Transmitiendo lo aprendido

Una vez retirado del fútbol activo, Erasmo Zúñiga ha volcado toda su experiencia hacia los niños, a quienes -día a día- incentiva la práctica del deporte y entrega valores para toda la vida, tal como lo reconoce al pasar los años realizando esta tarea formativa.

“Me agradó mucho, porque los técnicos que tuve, cada vez que me invitaban a observar las prácticas de niños, me sentía muy entusiasmado. De ahí que hice los cursos, dedicándome al trabajo formativo, en el que llevo cerca de 30 años, estando ligado a los niños”.

Y agrega que si bien nunca pensó en llegar a ser futbolista profesional, con esfuerzo y sacrificio, más el respeto hacia sus compañeros, dirigentes y técnicos que le dejaron enseñanzas, pudo cumplir esa meta y volcar lo aprendido a la enseñanza hacia los niños, porque -a decir de Zúñiga- les servirá para toda la vida, “ya que a los menores falta estimularlos y decirles que lo hacen bien en el estudio, en el deporte y en todo orden de cosas”.  

      

Formando a niños en lo deportivo y como mejores personas (foto: Rodrigo Baquedano). 

 

Formador por excelencia

En sus años como formador, el ‘Profe’ Zúñiga ha participado en la formación de varios jugadores que han pasado por las divisiones inferiores de los clubes Everton y Santiago Wanderers.

También creó una academia de fútbol que lleva su nombre, cuyo enfoque principal es hacer de los niños buenas personas para la sociedad, apartándose de otras distracciones, en torno a una pelota.

“En mi escuela, lo primero es lo formativo como persona. Aquí no estamos para sacar jugadores profesionales, porque sería mentirles a los padres y a los propios niños; para eso no estamos. Desde un comienzo esto lo hice con el afán de que fueran buenos niños y buenas personas a futuro, de eso estoy orgulloso, ya que muchos de ellos, que no llegaron a ser futbolistas profesionales, nuestra enseñanza les ha servido para llegar a la universidad y desarrollarse profesionalmente en otras áreas”, señala el otrora lateral derecho.

   

En su pasión. La enseñanza del fútbol a niños y niñas (foto: Rodrigo Baquedano).

 

Fuerza en la adversidad 

Tras superar un cuadro de covid-19 que le afectó a comienzos de 2021, lo que se suma al tratamiento de un cáncer de próstata detectado el año 2005, además de sufrir el robo de su camioneta, en la que transportaba sus implementos de trabajo, el ex defensor de Everton ha salido adelante con fuerza y entereza ante las adversidades.

“Todas estas cosas que me han pasado en la vida las he podido sobrellevar, porque mi ‘viejo’ me inculcó que hay que ‘tirar para arriba’ y eso me ha llevado a superarme y luchar, porque no es fácil estar 12 días boca abajo (postrado) con covid en una cama de hospital. Estando allí pensé que me moría y no podría despedirme de quienes me han ayudado y tendido una mano”, relata.

También en los malos momentos económicos que pasó como jugador no tuvo miramientos para compatibilizar el fútbol con otros oficios. Por ejemplo, en 1975 trabajaba como bombero en una estación de servicio en Valparaíso y luego partía a los entrenamientos en Viña del Mar.

“Esta fortaleza viene desde niño. Desde los ocho años, en que trabajaba con mi padre en las minas, en que dormía debajo de los árboles junto a una piedra y me tapaba con cartones. Eso me hizo fuerte y como jugador también lo fui, pero jugando lealmente y respetando siempre al compañero rival en la cancha”, explica Zúñiga.

Tras superar diferentes situaciones de salud, Erasmo Zúñiga ha continuado con sus actividades, desarrollando, por ejemplo, la Escuela de Fútbol Recreativa Inclusiva, para niñas y niños de entre 6 y 14 años, en la cancha de pasto sintético que posee la Agrupación de ex Futbolistas Profesionales ‘Oro y Cielo por Siempre’, en el sector de Gómez Carreño, en Viña del Mar alto.

Hasta allí llegan menores desde diferentes sectores de la comuna para recibir las enseñanzas y consejos del ex jugador, quien nos deja este mensaje: “El poder enseñar a los niños y niñas es una vitamina enorme para superar todo lo que me ha pasado. Por ellas y ellos, voy a luchar en todo lo que venga para mí”.  Zúñiga volcando toda su experiencia en el trabajo formativo de niñas y niños (foto: Rodrigo  Baquedano).

 

Agrupación de ex Futbolistas Oro y Cielo

El ‘Monito’ Zúñiga es uno de los jugadores más queridos por el hincha del cuadro ‘oro y cielo’, por su entrega, sacrificio y humildad, dentro y fuera de la cancha. Además, por su profunda labor social en ayuda de sus ex compañeros y ex jugadores del elenco viñamarino. 

Inquieto por el bienestar de los futbolistas que una vez abandonan la actividad, junto a un grupo de otros ex jugadores de la entidad ‘ruletera’, con fecha 27 de noviembre de 2006, se dio formación a la Agrupación de ex Futbolistas Profesionales ‘Oro y Cielo por Siempre’, en recuerdo a aquella histórica jornada vivida en igual fecha en el Estadio Nacional, en que Everton consigue el título de 1976.

“Quise crear la agrupación en una fecha especial, la más importante de mi vida deportiva. Para su fundación hablé con ex jugadores y con don Óscar Padró, quien con su experiencia como dirigente del fútbol profesional y amateur nos daría, sin dudas, los consejos más acertados. Y le propuse un día emblemático para nosotros. El 27 de noviembre”, señala Zúñiga al portal Casa del Deporte, de Viña del Mar.

La agrupación, de la cual Zúñiga es su presidente, ha sido permanente apoyo para aquellos ex jugadores que tras el retiro han evidenciado problemas de salud y de índole económica, siendo gestores de obras sociales y tramitaciones por su bienestar, logrando además, reunir a sus ex compañeros campeones una vez al año, para reencontrarse y revivir aquellos inolvidables momentos de 1976.

En sus 16 años de funcionamiento han conseguido logros importantes, como la obtención de su personalidad jurídica; la concreción de un mausoleo en el Cementerio Santa Inés; la consolidación de un comodato, a través del Ministerio de Bienes Nacionales, para obtener su sede social en el sector de Gómez Carreño; y una cancha de pasto sintético en el mismo lugar, que lleva por nombre Daniel Escudero, en homenaje al gran goleador histórico del club. 

    27 noviembre 2021, Zúñiga encabezando la celebración del 15° Aniversario de Agrupación de  ex Futbolistas  Profesionales “Oro y Cielo por Siempre” (foto: Carlos Campos).

Fuentes:

  • Libro ‘Everton 1976’, Carlos Campos Castro, año 2021
  • Revista digital ‘Sentidos Comunes’ Municipalidad Viña del Mar (nota del autor)
  • Revista Estadio N° 1.766, 16 junio 1977
  • Libro “Oro y Cielo”, Jorge Beraud Zurita, año 2009. 
  • Portal Casa del Deporte de Viña del Mar
  • Fotografías cedidas por Erasmo Zúñiga; registro gráfico Rodrigo Baquedano; mundifut

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