Inicio HistoriasJugadores Andrés Prieto, una leyenda del fútbol chileno – Parte 1: El jugador

Andrés Prieto, una leyenda del fútbol chileno – Parte 1: El jugador

Por Andrés Villalón

Fue uno de los futbolistas nacionales más talentosos y reconocidos en la historia del balompié criollo, y el pasado domingo 25 de septiembre de 2022, a los 93 años, su fallecimiento transformó la jornada dominguera del fútbol chileno en un día de profunda tristeza, pero también de mucho reconocimiento. Sin lugar a dudas, el “Chuleta”, como le apodaban, marcó a fuego su nombre entre los recuerdos más preciados que conservamos los cabeza de balón chilenos, es decir de todos aquellos apasionados hinchas de nuestro fútbol. 

De nombre Andrés Rafael Prieto Urrejola, nacido un 19 de diciembre de 1928 en la Ciudad de Santiago de Chile y forjado en la cantera de la Universidad Católica. Desde joven integró el seleccionado nacional, para el que disputó 16 encuentros, anotando ocho goles en dos Copas América, dos Panamericanos, además del Mundial de 1950, certamen en el que  marcó en la victoria por 5-2 frente a Estados Unidos.

 
Club Deportivo Universidad Católica

El “Chuleta” fue uno de los primeros jugadores formados en la naciente cantera de Universidad Católica, club en el que inició su carrera profesional en el año 1946 con tan sólo 17 años. En una entrevista con el medio Tribuna Andes rememoró aquellos años en la cantera cruzada: “Con 11 años, iba desde el colegio San Ignacio Alonso Ovalle hasta el Canódromo de la Avenida Balmaceda, para probarme en las juveniles de Universidad Católica. Después partía al Estadio de Carabineros, al extremo poniente del actual Parque de Los Reyes, para mirar a los jugadores profesionales del club”.

A la prueba “fui con un amigo. Las pruebas eran los domingos, justo los días que nos dejaban salir (del internado), en ellas me fueron dejando y fui subiendo, los entrenadores de juveniles eran Mario Livingstone y Antonio De Mare. Yo llegué solo, no llegué recomendado por nadie” señaló en la entrevista.

Tras su debut de la mano del entrenador argentino Antonio De Mare, llamó rápidamente la atención del medio futbolero pues el Domingo 28 de julio de 1946, Universidad Católica recibió a Green Cross por la décima tercera fecha de la primera rueda del Campeonato Nacional de Chile, aquella jornada, Andrés Prieto marcó su primera anotación en el fútbol profesional, cuando venció al golero Nicolas Tuane. El partido finalizó 3 a 0 a favor de Universidad Católica. Su segunda anotación ocurrió en la victoria 4 a 1 sobre Audax Italiano, elenco que finalizó como campeón en la temporada 1946.

La Revista Estadio, en su edición Nº176, lo tituló como “Andrés Prieto, un adolescente que juega con desplante en el fútbol profesional”. En su etapa como juvenil,  a pesar su corta edad y en poco tiempo, se ganó el apoyo de la fanaticada cruzada, sobre todo por sus destacadas actuaciones con el primer equipo del cuadro cruzado.

 

EL INSIDER COLEGIAL POR LA REVISTA ESTADIO N° 176 (1946)

Ya antes del match -contra Magallanes- por la quinta fecha del Campeonato Nacional las caras estaban largas en el camarín de la U.C. Los jugadores, malhumorados, no hablaban del partido, sino de una carrera de tres mil metros que se corría en un torneo de colegios particulares. Maldecían esa carrera, que los tenía preocupados y muy molestos. El partido se perdió, y todos, sin excepción, volvieron a hablar de aquellos tres mil metros. “¿No decía yo?”, rezongaba uno. “Ojalá llegue último”, deseaba en su resentimiento otro más expresivo. “Mosoco de moledera”, agregaba Antonio De Mare, el entrenador de Universidad Católica.

Y todo porque Prieto, el insider izquierdo, no había podido jugar ese match. El Colegio de San Ignacio Alonso Ovalle, en el que Ignacio Prieto cursaba sus humanidades, necesitaba que el joven insider cruzado los representara en un torneo atlético escolar. Y como la caridad empieza por casa, aquella tarde el joven Prieto  pasó de ser un jugador de fútbol de primera división a un atleta-colegial. Se podría comprender que la deserción de un jugador consagrado, que además de imponer su capacidad técnica marca rumbos de partido gracias a su contrastada experiencia, sin embargo, Andrés Prieto no es nada de eso, ya que no solo era el último de los valores incorporados a la escuadra de honor de Universidad Católica, sino que, además, era el más joven de todos. Pero la tarde que faltó, todo salió mal.

Ya estaba olvidado aquel asunto de los tres mil metros, cuando nuevamente el Colegio de San Ignacio requirió la participación de su alumno y primera figura deportiva, esta vez para una gira al sur. No hubo nada que hacer y, durante quince días, todos los comentarios  en la tienda estudiantil giraron  alrededor de la gira del San Ignacio en la que iba Andrés. Se cuenta que durante esos días los teléfonos del club funcionaron casi exclusivamente para atender consultas que tenían siempre la misma respuesta: “No señor. No sabemos si jugará Prieto el domingo”. Por eso es que cuando el rubio insider apareció, frente a Badminton, las tribunas adictas lo saludaron con una ovación y un murmullo aprobatorio que reflejaron claramente cuánta había sido la inquietud provocada por la ausencia del adolescente.

Revista Estadio N 176, 28-10-1946

 

Prieto y su Primer título 

La temporada de 1949 fue especial para Andrés Prieto y Universidad Católica pues, bajo la dirección técnica de Alberto Buccicardi, obtuvieron el primer título profesional del club correspondiente a la Primera División de Chile, tras vencer en la penúltima fecha a Audax Italiano por 2 a 1. El elenco estudiantil jugó 22 partidos en ese campeonato: ganó 16, empató 2 y perdió 4, marcando 43 tantos y recibiendo 25, lo que se tradujo en un 77% de rendimiento. Los 34 puntos obtenidos fueron suficientes para dejar en el segundo lugar a Santiago Wanderers de Valparaíso.

En el plantel campeón se componía de: Sergio “Sapito” Livingstone, Manuel Álvarez, Luis Hernán Carvallo, Fernando Riera, Raimundo Infante, José Manuel Moreno, Manuel Arriagada, Fernando Roldán, Rodolfo Almeida, Lindorfo Mayanés, Andrés Prieto, Federico Monestés, Jaime Vásquez, Alfredo Lagos, Antonio Ciraolo, Mario Cruz y Mario Álvarez.

Celebración del título de la Universidad Católica en el año 1949

En la edición nº 323 de la revista Estadio, de 1949, se comentó  que la hazaña de la UC se sostenía en su trabajo en las divisiones inferiores. En otras palabras, se argumentó que:

“En sus divisiones inferiores la Universidad Católica tiene la base de su éxito actual, y la mejor garantía de su futuro.

…Pero el caso más notorio y el de mayor actualidad es de la Universidad Católica, el conjunto que acaba de clasificarse campeón profesional de 1949. Para muchos, el título fue poco menos que comprado, con el millón y medio que costó Moreno. Pero otros sostienen lo contrario. Moreno significó el impulso final; pero el campeonato se venía trabajando desde mucho tiempo antes, en el silencio y el anonimato de las divisiones inferiores. En esos partidos que se juegan sin público, como preliminares de los encuentros de primera. Cada año, el primer equipo recibía una inyección nueva de sangre joven. Carvallo, Infante, Prieto, los dos Álvarez, Roldán, Vásquez. Muchachos jóvenes, dúctiles y maleables, que nunca habían vestido otra camiseta y que estaban dispuestos a todos los sacrificios por su club. Ellos ponían el entusiasmo y el vigor. Necesitaban solamente algo sólido en qué apoyarse, y cuando llegó Moreno, lo tuvieron. El campeonato vino sólo, después” Revista Estadio N 323, de 1949.

 

La gira del campeón por Europa en 1950

Al año siguiente, en 1950, el Club Deportivo Universidad Católica realizó su primera campaña futbolística, de carácter amistoso, en el extranjero. El destino era Europa y el viaje se extendió entre el 26 de marzo y el 1 de mayo. La escuadra universitaria visitó España, Francia, Bélgica y Alemania, aunque en Francia no disputó partidos. Sus rivales fueron Atlético de Madrid, Sevilla, la Selección de Cataluña, FC Saarbrücken, Real Mallorca, RFC Lieja, Rot-Weiss Essen y Bayern Múnich​. El recuento final de la gira arrojó los siguientes resultados: ocho partidos disputados, dos triunfos, dos empates y cuatro derrotas. 

La delegación viajera fue encabezada por el entrenador Alberto Buccicardi y los jugadores Sergio Livingstone, Sergio Litvak, Manuel Arriagada, Fernando Roldán, Luis Vidal, Raúl Andere, Manuel Álvarez, Hernán Carvallo, Miguel Busquets, Freddy Wood, Rodolfo Almeyda, Luis Lindorfo Mayanés, Jaime Vásquez, Andrés Prieto, Raimundo Infante, Antonio Ciraolo y Federico Monestés. Wood, Andere y Busquets integraban la nómina como refuerzos.

El 1 de abril Universidad Católica visitó al Sevilla, partido que finalizó 1 a 3 en favor del cuadro español. Pero dejando el resultado de lado, la prensa sevillana quedó maravillada con la actuación de Andrés Prieto,  joven jugador de La Franja. El periódico español “ABC”, en su edición del domingo 2 de abril de 1950, destacó la participación del “Chuleta” ante el cuadro sevillano:

EN UN CLIMA DE CÁLIDA SIMPATÍA, EL EQUIPO DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE FUE VENCIDO POR EL SEVILLA.”

Se jugó ayer este partido con bastante concurrencia de público, a pesar de ser día laborable. Los chilenos, durante los días de estancia en nuestra ciudad, se granjearon toda clase de simpatías y el público mostró interés por verles actuar. Perdió en Nervión el equipo de la Universidad Católica, pero dejaron una muy grata impresión. […] Con tener el Universidad Católica un buen juego de conjunto, suave y depurado, tuvo varios elementos que descollaron sobre los demás. Así, interior derecho, Prieto, que fue sin duda la figura del encuentro, por su dominio del balón, agilidad en el vistoso desmarque e inteligente entrega.”

Tras la vuelta a Chile, Andrés dió una entrevista a la Revista Estadio en su edición N° 365 comentando su experiencia al disputar partidos internacionales con la camiseta de Universidad Católica.

“Fue una gira macanuda, impagable. En lo deportivo y en lo turístico. Cincuenta días plenos de sensaciones y de emociones. Para todos una experiencia magnífica, que no se podría lograr ni en diez temporadas. Bien dicen que un viaje vale más que cien bibliotecas. Después de esta experiencia de la Católica creo, y en ellos coincidimos todos, que estas giras deben ser estimuladas a fin de que los equipos chilenos salgan continuamente en busca de rivales de distintas características. A jugar en canchas y climas más extraños. A conocer otro fútbol. A cotejarse con modalidades diferentes, en las cuales resaltan virtudes nuestras que desconocíamos. Deben atreverse los equipos, con la seguridad de que los resultados van a ser buenos, y que en las confrontaciones nuestro fútbol no va a quedar mal parado. Estas giras serán muy beneficiosas.

Nuestro debut en Madrid tuvo una significación enorme para nosotros. Calculen el estado de ánimo en que entramos a jugar. Con el pesado fardo del pesimismo chileno. Del reguero de opiniones que habíamos dejado en Santiago: “Los golearán”. “No harán más que arrastrar el decaído prestigio de nuestro fútbol”. Además, pensábamos en lo que habíamos escuchado del fútbol español. Era como para que nos temblaran las piernas. Pero también pensábamos en que teníamos que responder al compromiso. Agrandarnos en la lucha, prestigiar al fútbol chileno, como equipo campeón y también ennoblecer la ya noble y santa enseña de la U.C. Bueno, ustedes conocen detalles de lo que fue ese, match y toda la campaña en España. Empatamos, y debo agregar que hasta merecimos ganar. Ya los demás encuentros fueron más gratos, porque ya nos dimos cuenta de que la diferencia no era mucha. Y que si ellos poseían mayor fibra física, mejor disposición al remate, nosotros éramos más diestros y más astutos. Y que podíamos luchar con ellos de igual a igual. Y así vinieron luego las mejores presentaciones realizadas en Europa: con el team anglo-alemán de Saarbrucken, al cual vencimos en Barcelona, que llevaba veinte encuentros en una gira por Europa, sin perder un solo match de Sevilla, en que se jugó admirablemente para ganar…”

 

Copa del Mundo de Brasil 1950

El 50’ también fue un año especial, pues, poco después de la gira de la UC a Europa, comenzó la Copa del Mundo de Brasil. El joven Andrés Prieto esperaba la nómina que entregaría Alberto Buccicardi quién, además de entrenador de Católica, era también el adiestrador del seleccionado chileno que disputó el segundo Mundial de fútbol jugado en canchas sudamericanas. 

Con la base del plantel campeón de Universidad Católica, Buccicardí incluyó al “Chuleta Prieto” en la nómina mundialista junto a otros jugadores cruzados como, por ejemplo, Fernando Riera, Fernando Roldán, Hernán Carvallo, Luis Mayanés, Manuel Álvarez, Raimundo Infante y Sergio Livingstone.

En un grupo compartido con  los representativos de España, Inglaterra y Estados Unidos, la selección chilena comenzó su travesía mundialista cayendo 0 a 2 ante los ingleses. Este marcador se repitió en el segundo partido, pero esta vez a favor del seleccionado hispano. En el último partido frente a los Estados Unidos de América, en el Estadio Ilha do Retiro de Recife, la selección chilena se desquitó logrando una victoria aplastante por 5 a 2. En esa oportunidad anotaron por el cuadro chileno Robledo (16’), Cremaschi (32’ y 60’), Prieto (54’) y Riera (82’). Con esta victoria ante los norteamericanos Andrés Prieto cerró su participación en la única Copa del Mundo que disputó.

Selección Chilena  en la Copa del Mundo Brasil 1950: Arturo Farías, Manuel Álvarez, Sergio Livingstone, Miguel Busquets, Fernando Roldán, Hernán Carvallo; Andrés Prieto, Atilio Cremaschi, Jorge Robledo, Manuel Muñoz y Guillermo Díaz Zambrano.

 

Campeonato Panamericano 1952

En 1952, desde el 16 de marzo al 20 de abril, se desarrolló la primera edición del Campeonato Panamericano de Fútbol, evento que fue organizado por la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL), la Confederación Norteamericana de Fútbol (NAFC) y la Confederación Centroamericana y del Caribe de Fútbol (CCCF). 

En esta primera edición Chile fue el país anfitrión de un torneo en el también participaron las selecciones de Brasil, Perú, Uruguay, México y Panamá. La sede principal del torneo, donde se disputaron los 15 partidos del certamen, fue el Estadio Nacional de Santiago de Chile

La participación de la selección chilena, liderada por Andrés Prieto, Enrique Hormazábal y Atilio Cremaschi, comenzó con un triunfo aplastante sobre el representativo de Panamá, dirigido por el puntarenense Óscar Rendoll Gómez, por 6 a 1. En esa oportunidad anotaron para Chile Enrique Hormazábal (15’), Andrés Prieto, con un hat-trick (27’, 45’ y 81’), Manuel Múñoz (29’) y René Meléndez (65’). 

En el segundo duelo, disputado el 26 de marzo 1952, Chile goleó a México por 4 a 0 con anotaciones de Enrique Hormazábal (20’), Andrés Prieto en dos ocasiones (30’ y 82’) y Guillermo “Yemo” Díaz Zambrano 86’. En la tercera fecha el clásico del pacifico, entre Chile y Perú, aparecía como el duelo más atractivo. El partido disputado el 2 de abril de 1952, en el Estadio Nacional, terminó 3 a 2 a favor del seleccionado chileno con anotaciones de Andrés Prieto (30’), René Meléndez (49’) y Atilio Cremaschi al minuto (88). Pero más allá del favorable resultado, la lesión sufrida por Prieto, que lo terminaría dejando de espectador durante el resto del torneo, terminó empañando la jornada. 

Meses después el propio Andrés Prieto, en conversación con la Revista Estadio, comentó aquella fatídica tarde en el Nacional:

  • “Periodista: ¿Recuerdas el Panamericano?
  • Andrés Prieto: Qué días imborrables aquellos. Los primeros partidos, la concentración, el debut con Panamá, scorer hasta la mitad del campeonato, elogios y más elogios. Estaba bien en esa época. En todo sentido. Ser titular de una selección es algo que tonifica y conforta. Llegó el partido con Perú, se ganó de forma tan dramática, que lesionado y todo abracé al “chico” Cremaschi como si el gol lo hubiese hecho yo. Ya en el vestuario no podía movilizar la pierna afectada, pero nunca pensé que aquella lesión iba a depararme tantas consecuencias. Cómo será que ni siquiera recuerdo con quién fue el encontrón. […]El negro Muñoz metió una pelota en profundidad, yo creí que entraba Díaz, él creyó que lo hacía yo, el caso es que cuando disputé la pelota ya era tarde y al trabarme el defensa peruano con su pierna bien puesta, mi rodilla giró defectuosamente y ya no hubo más que hablar. Quiero sí recalcar una cosa. Fue una acción casual. Total y absolutamente casual. Cómo será que ya lo digo, ni siquiera recuerdo al rival”.

Con todo, y con 6 anotaciones, el “Chuleta” Prieto finalizó ese certamen como el segundo goleador del torneo,  detrás de Valeriano López del Perú, que marcó 7 pepas. En esa ocasión, y sin Prieto en la cancha, el seleccionado nacional continuó su participación, en la jornada siguiente, derrotando por 2 a 0 a la Selección del Uruguay con anotaciones de Atilio Cremaschi (5’) y Manuel Muñoz (84’). El partido definitorio fue el 20 de abril 1952 y enfrentó a los representativos chileno y brasileño. Luego de vencer a Chile por 3 a 0, con anotaciones de Ademir (9’ y 18’) y Pinga (86’), Brasil terminó coronándose campeón

Andrés Prieto junto a Enrique Hormazábal, Revista Estadio.

 

Venezuela 

Al año siguiente, y en busca del trampolín que poco después lo llevaría a Europa,  Andrés Prieto aterrizó en la Ciudad de Caracas, específicamente en el Club Deportivo Vasco de Venezuela donde se reencontró con su compañero en la franja Fernando Riera. En una entrevista con la Revista Estadio de aquel año Prieto comentó  la experiencia de haber transitado desde el cuadro cruzado al club vasco: 

“Estoy jugando mejor ahora, pero me siento igual que hace cuatro meses. Sin darme cuenta he ido orientando mi juego, haciendo mejor los pases, tirando al arco con más peligro. Recién en estos últimos partidos he advertido la posibilidad de recuperarme. Ya hay más fuerza en la pierna y ello duplica mi fe. Lamento sí que todo coincida con el término de la temporada. Me hubiese gustado estar bien desde hace muchas fechas y no ahora que me voy. Jugaré en Venezuela hasta mitad de año y después buscaré horizontes más amplios todavía, si es que se puede. Como todos saben, los años pasan con demasiada rapidez, en fútbol se dura poco y cuando se acaban las energías es cuando se añora la juventud perdida o mal aprovechada. No pienso jugar mucho tiempo. Me gustaría retirarme ni peor ni mejor a como me han visto. Dejar un buen recuerdo, porque, de lo contrario. el público sólo comenta los últimos años y se olvida con facilidad del pasado. No quiero obligar a los cronistas a que me digan que ya es hora de colgar los zapatos…”

 

RCD Espanyol de Barcelona

Tras ese fugaz paso por Venezuela -4 meses aproximadamente-, Andrés Prieto cruzó el charco directo a España, concretamente al Real Club Deportivo Espanyol, cuadro de la ciudad de Barcelona que esperaba con ansias  poder verlo jugar en el Estadio de Sarriá (Demolido el 20 de septiembre de 1997). 

El crack nacional rápidamente derribó el comidillo de la fulgurante prensa española con destacadas actuaciones como, por ejemplo, la que se despachó en la temporada 1953/1954 contra el Real Madrid de Alfredo Di Stéfano y Gento. Aquel domingo 27 de diciembre de 1953, en Chamartín, el Espanyol dirigido por el argentino Alejandro Scopelli alineó en el 11 titular a los dos chilenos presentes en el club: Andrés Prieto y Jaime Ramírez. En un duelo atractivo de idas y vueltas, el club merengue terminó imponiéndose por 4 a 3 a los Periquitos. Más allá del adverso resultado, Andrés Prieto impuso su categoría en el campo de juego logrando elogios de propios y extraños.

El 3 de febrero de 1954 la la Revista Estadio señaló:

“Perdió Español por 4 a 3 ese día en Chamartín, pero al margen del desenlace nuestro rubio compatriota brilló con perfiles refulgentes en el alegre Madrid, al punto que fue para muchos la figura central del encuentro. Pero veamos cómo enfocan los propios catalanes su extraño proceso desde que viste la albiceleste casaca catalana”.

“En los años que llevamos presenciando partidos, nadie nos había engañado como el chileno Prieto al juzgar sus posibilidades como elemento adaptable al juego del Español. Vimos en un entrenamiento al rubio interior, hace algún tiempo en Sarriá, y debemos confesar que nos llevamos una decepción. Nunca habíamos visto en otro jugador una impresión tan semejante a la de haber caído de la luna. Era exactamente el hombre que no encuentra su lugar, y vaga de un lado a otro como peón nulo, con el que no se podía contar para nada. Aquel día llegamos incluso a suponer que el paso de Prieto por el Español habría de ser algo así como aquel futbolista invisible que se llamó Prais, y que vino de turista por cuenta del Barcelona. Hoy, frente a Real Madrid, Prieto fue el mejor de los veintidós jugadores en el terreno de Chamartín”. 

Prieto nos engañó una vez, pero no volverá a engañarnos en otra. Quien lleve el balón con aquella seguridad incisiva, quien sepa entregarlo fuerte y rápido, absolutamente en raso y provocando en cada entrega la salida fácil del compañero en posición favorable para originar un lío en el área contraria, forzosamente debe ser un jugador de primera clase. Vimos a Prieto crear fútbol para sus compañeros, sin preocuparse de que Chamartín le rodeaba”.

Esta crónica de la Revista Estadio sobre la actuación de Andrés Prieto frente al Real Madrid refleja que la figura futbolística nacional demostró sus aptitudes futbolísticas, y de liderazgo,  en suelo español. En palabras de la revista:

 “Prieto dió alas un Español que antes del partido habíamos juzgado endeble, tomando en cuenta la fortaleza de la defensa madrileña, que habría de establecerse con Becerril, Oliva, Navarro, Zarraga y Muñoz, una línea de contención durísima. Sin embargo, con Marcet, Piquín y Ramírez, Prieto fué el auténtico fenómeno de la tarde. Salió siempre con el balón en sus pies, repartiendo juego como animador constante de la ofensiva y colaborando con los volantes […] porque la descripción de marras nos han trasladado en mente a las recordadas jornadas del Panamericano, en las que Prieto hasta el momento de lesionarse alcanzó a mostrar toda su riqueza futbolística con aristas muy similares a las del comentario expuesto. No otra cosa se desprende de la autorizada opinión vertida en Madrid y en la cual se le considera el “Cuarto Grande” del fútbol español, detrás de Kubala, Di Stéfano y del holandés Wilkes, del Valencia. La nombradía de estos apellidos en la aristocracia futbolística mundial ahorra todo comentario”. 

Andrés Prieto en el Espanyol 

Andrés Prieto junto a Alfredo Di Stefano

 

La vuelta a la franja

En 1955, tras casi 3 temporadas en el extranjero y con 28 años de edad, un consolidado Andrés Prieto volvió a vestir la casaca de la Universidad Católica. Su regreso se produjo en una temporada oscura para el club católico, ya que, luego 255 partidos jugando en la Primera División del Campeonato Nacional de Fútbol Profesional, la Universidad Católica descendió y tuvo que jugar la temporada 1956 en la Segunda División del Fútbol Chileno.

En 1956 el hijo pródigo de la UC fue crucial para el rápido retorno a la Primera División, ya que la Universidad Católica, luego de derrotar a Deportes La Serena por 3 a 2 en el partido por el desempate, se coronó campeón del ascenso. Al año siguiente Andrés Prieto disputó su última temporada como futbolista profesional colgando sus botines en 1957.


Andrés Prieto, Portada Revista Estadio.


La Nación, Domingo 11 de Noviembre 1956

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