En una tarde de verano, Albertito y su padre Alberto Ferrero caminaban pausadamente por la larga vereda de Las Ramblas de Montevideo. Por un costado el océano Atlántico y por el opuesto, la ciudad capital del Uruguay. En conversación distendida, el padre preguntaba a su hijo sobre qué le gustaría ser cuando grande. El hijo – de nóveles 14 años de edad – contestaba: actor de teatro o futbolista, papá.
La conversación de los sueños del hijo, seguía en la casa del barrio Bolívar, donde tanto la mamá Libertad como su hermana Marta le indicaban que estaba bien, pero sin que descuidara los estudios. Estos se realizaban en la Escuela 156, donde en los recreos era el goleador, faceta en la que destacaba también en la cancha del mismo barrio del club Boston River.
A los 15 años Albertito se va a probar al club Racing de Montevideo, y en el primer partido de entrenamiento marca cuatro goles. Al día siguiente firma contrato. Con cuatro años en ese club, la fama de goleador le permite forjarse un nombre, ser seleccionado uruguayo juvenil y ser observado por los clubes grandes de Uruguay. Es transferido al mítico Peñarol, cumpliendo un sueño más de su vida, ya que era hincha del club desde su infancia. Alterna con sus ídolos, y poco a poco se abre paso en el primer equipo.
En marzo de 1967, una situación que no imaginaba cambiaría el rumbo de su vida. Santiago Wanderers vende al promisorio Elías Figueroa al club Peñarol de Montevideo, y Alberto Ferrero llega al decano del fútbol chileno como parte de la negociación. Poco a poco comienza a ganarse el puesto de titular y a agradar más al entrenador Guillermo Díaz, pero el jugar resfriado en Talca y bañarse con agua helada al final del partido, le genera una pleuresía que obligará a hospitalizarlo a la vuelta en Valparaíso, muy cercano al término del campeonato.
Al año siguiente, de la mano del inolvidable director técnico José Pérez, Santiago Wanderers se titula campeón del fútbol chileno. Un nuevo formato de campeonato, indica que se juega un campeonato Provincial, como inicio de temporada. Ferrero no es considerado titular e ingresa sólo en algunas oportunidades en aquella fase. Ya en el llamado Nacional, el uruguayo se afianza en la titularidad, siendo decisivo en la parte final. Se recuerdan los dos goles en el partido de la última fecha, en que Santiago Wanderers juega de preliminar en el Estadio Nacional contra Audax Italiano. Si bien ese encuentro no consagra campeón al equipo porteño, la vuelta olímpica se dará una vez terminado el partido de fondo, cuando Universidad de Chile no logra superar a Palestino. Vuelta olímpica con terno, para la alegría de los miles de porteños que se encontraban presentes.
Con esto Santiago Wanderers clasifica para la Copa Libertadores de 1969. Primer equipo de provincias, como se llamaba en esta época, que accede a esa Copa. Para Ferrero sería inolvidable.
Se consagra goleador de aquel certamen con ocho goles, siendo el primer goleador de un equipo chileno el prestigioso torneo internacional. La secuencia de sus goles fue la siguiente: Un gol a Universidad Católica en Santiago, en el triunfo porteño por 3-1; uno a Sporting Cristal de Perú en Santiago, en triunfo de los chilenos 3-1; dos a Juan Aurich de Perú en Santiago, triunfo caturro por 4-1; uno a Sporting Cristal en la definición del grupo, empate 1-1; uno a Nacional de Montevideo en Santiago, empate 1-1; uno a Deportivo Cali de Colombia de visita, derrota por 1-5; y uno al mismo Deportivo Cali en Valparaíso, en el partido final de la participación en Copa Libertadores, empate 3-3.
El derrotero de la vida futbolística de Alberto Ferrero lo llevó a jugar en Millonarios de Colombia, Deportes Antofagasta, Unión La Calera y terminar su carrera en 1975 en el Valencia Fútbol Club de Venezuela.
Una vez retirado del fútbol se afincó en Viña del Mar, formando su familia en nuestro país con su esposa chilena Mireya, dos hijos Paola y Alberto, y seis nietos. Dedicado al trabajo en diferentes ámbitos del fútbol en la Región de Valparaíso, aun lo podemos ver en el estadio del puerto, conversando con el ahora Don Elías, quien sin querer fue factor para ese cambio de rumbo en la vida, que lo trajo a Chile haciendo de esta su segunda patria.
Si bien en sus sueños también vislumbraba el teatro, reemplazó las tablas por el pasto y el aplauso íntimo de una actuación memorable de una obra teatral, por las multitudes futboleras vitoreando su nombre. Alberto Ferrero Gordiola no ganó un premio como actor de teatro, pero en cambio se consagró goleador de la Copa Libertadores, quedando en la retina y en la historia del club más antiguo vigente del país, Santiago Wanderers de Valparaíso.
Autor: Alfonso Gómez.