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El origen de los colores aurinegros de Coquimbo Unido

Por Felipe Fernández

Desde que los marinos británicos trajeron el fútbol a Coquimbo, los entusiastas jugadores locales no perdían oportunidad de enfrentarse a cada barco que recalaba en el puerto. El Liffey y el Grafton fueron rivales habituales, también el Amphion, sobre el cual los coquimbanos triunfaron en marzo de 1897 por 2-0 con goles de Alfredo Steel y Alfredo Chirwings. Sin embargo, comenzando el siglo XX, más precisamente en enero de 1903, recalaría en el puerto de Coquimbo el HMS Flora, construido en el astillero de Pembroke en Gales, sin imaginar jamás que su llegada marcaría un antes y un después en el fútbol coquimbano.

La nave inglesa era un crucero de 4.360 toneladas, construido en 1888 bajo la ley de defensa naval de la Real Armada Británica, el cual fue lanzado al mar el 21/11/1893 para recorrer la zona sud este de América. En 1901 el barco vuelve a su puerto de origen y, en noviembre de 1902, zarpa de Davenport para recorrer el Atlántico y Pacífico sudamericano.

H.M.S. Flora

En la bitácora del barco figura su paso por los puertos de Montevideo y Buenos Aires, donde la tripulación disputa encuentros de fútbol con el Central Uruguay Cricket, Peñarol y Nacional, resultando ganadores en todos sus partidos. El recorrido continúa por el estrecho de Magallanes, recalando el 12/01/1903 en Punta Arenas, y ocho días después en el puerto de Coquimbo, donde son recibidos por el Cónsul Inglés Mr. Jorge Lindsay Ansted.

Rápidamente la Asociación de Fútbol de Coquimbo comienza a coordinar los encuentros deportivos, tal como lo había hecho anteriormente con los otros buques ingleses que llegaban al puerto.

“Esta tarde a las 4:45 se jugará una lúcida partida de football, en la cancha del Estanque,  entre marinos del crucero inglés Flora y jóvenes de este puerto”. El texto corresponde al diario El Cóndor del 24/01/1903. Ciertamente el match entre ambas escuadras era un partido que captaba la atención de la comunidad entera. Días después, el mismo periódico indicaba lo siguiente: “La partida fue muy interesante. Después de una lucha reñidísima, salieron los contendores en empate. Dos goals para cada uno. El próximo sábado se jugará el partido de revancha. Se nota un entusiasmo extraordinario por presenciar dicha partida. Debemos de advertir que el equipo del Flora ha ganado en todos los puertos donde se la ha desafiado, incluso en Buenos Aires”.

El 31/01/1903 se jugó la revancha. Las personas que llegaban a la cancha esa tarde de verano se encontraron con un reñido preliminar, el que enfrentaba a los equipos B del Flora y de la Asociación de Coquimbo. Los coquimbanos ganaron el encuentro por 1-0, pero el partido que todos esperaban comenzaría a las 16:45. Más de 400 personas presenciaron un juego que fue descrito en las crónicas impresas del día siguiente como “Brillante”, aunque nuevamente no hubo vencedores ni vencidos. Un empate, esta vez a 3 goles, puso fin a la contienda.

La expectación por un nuevo partido crecía como la espuma. En todo el puerto se hablaba de la nueva revancha entre ambos equipos. Los habitantes de Coquimbo se preparaban por tercer sábado consecutivo para ver un partido que ya parecía algo personal, un tema de vida o muerte. Lo que comenzaba a estar en juego desde entonces, era algo más que un partido de fútbol, era el honor de toda una ciudad.

El 07/02/1903 llegó y el pueblo se movilizó en gran cantidad a la cancha del Estanque, incluso: “Varias señoritas se divisaban en la línea de la cancha”, según se indica en la prensa de la época.

Tal como los anteriores, el match fue disputado de principio a fin, pero esta vez los aplausos se los llevaron los coquimbanos que lograron vencer por 1-0 al linajudo rival. La alegría fue inmensa, por primera vez eran derrotados los marinos del Flora. El hecho ocurría justo antes de que ellos zarparan al puerto de Caldera. Todo indicaba que nunca más se verían las caras, pero el honor de los británicos estaba herido. Necesitaban pactar una revancha.     

No se sabe si habrá sido el partido la razón principal de su retorno, pero menos de dos meses después, a mediados de marzo, la nave con 318 marinos a bordo estaba de vuelta en Coquimbo. El match no se hizo esperar y el 21/03/1903, a las 16:00 horas, nuevamente los ya tradiciones rivales medían fuerzas. Desde un principio los ingleses hicieron ver su superioridad y lograron batir en 3 oportunidades al meta Lloyd, quien debutaba en estas lides en reemplazo del portero titular Narciso Herrera. El 3-0 final dejaba todo igualado. 2 empates y un triunfo para cada uno. No era, por cierto, el final que merecía esa historia. Así que, sin dudarlo, pactaron para el 4/04/1903 el quinto y definitivo encuentro.

Ante un gentío enorme que sobrepasaba largamente las 1.000 personas, y en una cancha cercada con alambre para que la multitud no ingresara al terreno de juego, los envalentonados coquimbanos salieron a la cancha con: Narciso Herrera; Gordon C. Steel, Abraham Rojo, Pedro N. Araya, Alfredo C. Steel, Walterio Gore, Alfredo Bahamondes, José Morales, Ricardo Bahamondes, Diego Pérez y Eleodoro Campusano.

Diario El Condor 04/04/1903

Los locales anotaron el único gol del partido cuando este recién comenzaba, lo que les permitió un mayor dominio en el trámite del encuentro. Sin embargo, ambas escuadras tuvieron opciones claras de gol. En el segundo tiempo los coquimbanos soportaron estoicos el infructuoso asedio británico, esperando que el arbitro Guillermo Carguill elevara sus brazos al cielo y pusiera punto final a la contienda. Al anhelado pitazo final le siguieron días de interminable algarabía en las calles de Coquimbo, pero antes, los jugadores recibirían un invaluable obsequio. Tal como queda retratado en el hermoso relato “Shoot Goal Come On Flora” del historiador coquimbano Pedro Álvarez Pavez:El comandante de la nave inglesa Casper J. Baker, reconocido del aprecio de los porteños, que vencieron en buena lid a su team, hizo entrega en el mismo terreno de juego al cónsul inglés, Mr. Ansted, de las once chaquetillas mitad negra, mitad amarillas, quien a su vez las puso en manos del capitán del Coquimbo Football Club, don Alfredo Steel”. Desde ese momento nunca más se dejaría de usar la camiseta aurinegra, y las comenzarían luciendo en agosto del mismo año en Santiago.

Pero aún queda un tema por descifrar. ¿Por qué los marinos del Flora tenían los colores amarillo y negro en su camiseta? El más probable origen estaría dado por los colores que identifican a la catedral de St. David, ubicada en el condado de Pembrokeshire, muy cercana a los astilleros de Pembroke, donde fue construido el Flora.

St. David es el patrono de Gales, y todos los primero de marzo, día de su muerte, se celebra el St. David´s Day el cual es, además, día de fiesta nacional en ese país. Las celebraciones consideran desfiles, festivales y eventos deportivos, todos caracterizados por una bandera con una cruz amarilla que resalta sobre un fondo negro, el cual evoca al luto por la muerte del patrono, mientras que el amarillo viene de la flor del narciso, planta que San David recomendó a los habitantes galeses para que pusieran en sus vestimentas y así diferenciarse de los anglosajones.

Los colores aurinegros se convirtieron, hasta el día de hoy, en un fuerte elemento de identidad para aquella ciudad galesa, al igual como ocurre actualmente en Coquimbo desde aquel histórico partido de 1903.

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