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El día que nació la mística de la U

Por ASIFUCH

La historia del club de fútbol Universidad de Chile está llena de grandes hazañas dentro de la cancha. Aquel club fundado el 25 de marzo de 1911 por estudiantes universitarios impregnó sólidas bases en formación que luego, con el pasar de los años, se consolidarían en expresiones futbolísticas del equipo azul con la U roja en el pecho, logrando ganar campeonatos, marcando pauta en la forma de llevar a cabo procesos exitosos y creando una hinchada fiel y numerosa a nivel nacional.

Sin embargo, cuando llega el momento de interpretar aquellas hazañas que la U realiza en el campo de juego, es inevitable leer o escuchar la palabra ‘mística’: “La mística acompañó a la U”, o “la U sacó la mística para ganar”. O bien, en momentos de crisis como en la actualidad, no es difícil escuchar que “la U perdió la mística”. 

Pero ¿qué significa la mística? No es fácil definir el concepto de buenas a primeras. Si buscamos, vamos a encontrar que su raíz etimológica tiene relación con el misterio, y muchas veces este concepto está ligado al espíritu o al alma, incluso a la conexión con lo divino. 

Pero el objetivo de este artículo no es brindar la definición definitiva, para la cual existe mucha literatura disponible, sino que entenderla en el contexto de lo que es la historia del fútbol de la Universidad de Chile. Esta idea de la mística aparece cuando el equipo azul realiza actuaciones épicas en contextos que son desfavorables, contra equipos que en el papel tienen una mayor capacidad, o apelando a una fuerza intangible que anteriormente estuvo ausente: el amor a la institución. Y cuando eso sucede, con la euforia de la hinchada ante el logro impensado, casi con carácter misterioso, es que simplemente cabe decir: “Apareció la mística de la ‘U’. ”. 

El punto de partida de esta mística lo encontramos en la etapa amateur de nuestro club, cuando aún se denominaba Club Atlético Internado, y tuvo que definir al campeón de la Copa Chile de 1923 el día 20 de enero de 1924. Es en esta etapa donde los jugadores, que a la vez eran socios y dirigentes, construyen a pulso la institución que seguimos el día de hoy, y son ellos quienes dejarán como legado al futuro esta expresión terrenal del “espíritu de la U”. Ejemplos de ello existen a lo largo de todo el devenir histórico del club, desde el ingreso al profesionalismo hasta nuestros días. Presentamos algunos de ellos a continuación. 

En 1938, y con un equipo compuesto puramente de estudiantes universitarios, la ‘U’ logra la hazaña de ser aceptada en la Primera División tras caer derrotada por 1-2 ante Audax Italiano, campeón profesional de 1937, con gol de oro. Veintiún años más tarde, en 1959, los azules derrotan a Colo Colo en una gesta sin precedentes por la definición del campeonato. Con un equipo formado a fuego lento en la cantera, en contraposición a un equipo albo consolidado en el éxito con siete títulos a su haber, la mística de esa definición acompañaría a los jugadores azules para dominar el fútbol chileno por toda una década. 

La hinchada eufórica festeja la recién obtenida segunda estrella de la ‘U’. Estadio N° 860, 19 de noviembre de 1959.

En 1981 nuevamente ante los albos, la ‘U’ debe definir la Liguilla Pre Libertadores 1980. A cinco minutos del pitazo final el árbitro decretó un penal controvertido a los albos, y con ello, el surgimiento de la mística del club laico. Hugo Carballo bajo los tres palos contiene el tiro penal, e inicia con un tiro largo la jugada que magistralmente sellaría el ‘Chico’ Hoffens en línea de fondo para Arturo Salah, quien decreta la algarabía de la hinchada azul con el 2-1 y el paso a la Copa Libertadores.

Nos trasladamos al 4 de noviembre de 1994 para recordar el Clásico Universitario de la segunda rueda del Campeonato Nacional, torneo electrizante en el que, con un equipo de menor presupuesto comparado a la millonaria inversión de las huestes cruzadas, la ‘U’ pelea palmo a palmo frente a su tradicional rival. En un tenso partido con un Estadio Nacional repleto, Marcelo Salas mostraría su capacidad goleadora a diez minutos del pitazo final, pavimentando el camino hacia la séptima estrella y el fin de los 25 años de sequía. 

Ya en tiempos actuales, la ‘U’ sacó su mística nuevamente para coronarse campeón del Apertura 2011 frente a la Universidad Católica. Probablemente el campeonato más épico en la historia reciente de la institución, los azules tenían la difícil misión de dar vuelta el resultado de 0-2 en la llave de ida. Con tres goles de Gustavo Canales y un autogol de Eluchans luego de un tiro libre de Charles Aránguiz, la ‘U’ termina ganando el partido por 4-1 ante su tradicional rival, iniciando un nuevo proceso de triunfos y logros.

Gustavo Canales corre a celebrar el gol que selló el 4-1 y la estrella para la Universidad de Chile. Biobiochile.cl

Todas estas hazañas poseen los ribetes de lo que podríamos denominar como partidos cargados de mística, en donde los jugadores logran una conexión con la insignia misma, con la propia historia, con amor a la institución que hacen suya, en comunión con la hinchada que espera lo inesperado. Pero esto, como es la historia misma de la ‘U’, no nace simplemente con el profesionalismo, sino que para comprender su origen debemos retrotraernos a la época amateur del Club Internado, específicamente al 20 de enero de 1924.

En 1923 la Asociación de Football de Santiago (A.F.S.), institución fundadora del fútbol capitalino, poseía dos divisiones principales: La Copa República, para equipos ‘pesados’, y la Copa Chile, para equipos ‘livianos’. Estos términos de ‘pesados’ y ‘livianos’ son una denominación coloquial de la época para referirse a los equipos: Si los pesados son clubes tradicionales, con jugadores adultos y mayores triunfos, los livianos serán aquellos clubes que tienen en sus filas a jugadores jóvenes y estudiantiles. 

A su vez, durante esta temporada la Copa Chile es dividida en dos secciones: Copa Chile – Uruguay, a la que pertenece el Club Internado, y Copa Chile – Argentina. Los ganadores de ambas secciones definirían al campeón de la Copa Chile, y este ganador debía medirse con el campeón de la Copa República para definir al vencedor absoluto de toda la asociación. 

Luego de una temporada brillante, los universitarios se alzan con la Copa Chile – Uruguay de 1923, superando a rivales de la talla de Unión Deportiva Española, Audax Italiano, Bádminton, entre otros. Con el logro realizado, todos los jugadores del Internado, que provenían de distintas provincias, volvieron a sus hogares a pasar las fiestas de fin de año una vez terminados los exámenes de la Universidad.  Según las bases de la asociación, les correspondía enfrentarse al campeón de la Copa Chile – Argentina, el Defensor de Chile, para dirimir el cetro definitivo de la Copa Chile. Sin embargo, el encuentro había demorado en fijarse, y los jugadores ya se encontraban fuera de Santiago. 

Debido a lo avanzado del calendario, la A.F.S. celebra una reunión el día 31 de Diciembre y fija el encuentro para el día 6 de Enero, lo que significaba condenar al equipo a perder por no presentarse al campo de juego (W.O.) debido a la ausencia de sus jugadores. El presidente del Internado, Arturo Flores Conejeros, protesta y solicita una reunión para el 3 de Enero para discutir la situación. En dicha sesión se determina fijar la definición para el 13 de Enero. Como buen abogado, Flores invoca el reglamento de la competencia, el cual le permitía aplazar un partido al año.  Como el Internado no había hecho uso de su derecho durante la temporada regular, pudo aplazar el partido para el día 20 Enero. Solo quedaban 17 días para la definición de la Copa Chile y el ‘Negro’ Flores, como le llamaban en su círculo, debía citar a sus jugadores para cumplir con el compromiso. 

El directorio del Club Atlético Internado 1923-1924. Al centro el presidente de la institución Arturo Flores Conejeros. Revista Los Sports N° 58, 18 de abril de 1924.

Los jugadores estaban repartidos por todo Chile: Jacinto Araya se encontraba en Puente Alto, Hugo Vicuña en Valparaíso, Guillermo Galán en Chépica, Gabriel Fagnilli en Chillán, Telmo Osorio en Coquimbo, Guillermo Ahumada y Carlos Urrutia en Ercilla, y Marcial Baeza en Valdivia. Germán Worm, quien vivía en Arica, decide quedarse en Santiago a la espera del partido. Un preocupado Flores Conejeros envía 15 telegramas iguales a sus dirigidos para que viajaran a la definición: “Todos compañeros comprometidos palabra honor; venir jugar. Solo usted falta.” [1]

Todos pensaban que el Internado no se presentaría a la definición, por tanto, los rivales del Defensor ya saboreaban la victoria, pero la cancha n°1 de Independencia se preparaba para un momento épico, digno de la mística que mostraría la U décadas después. Algunos de los jugadores habían llegado dos días antes y otros en la víspera del partido, pero faltaban tres jugadores de la columna vertebral del equipo: Guillermo “el pollo” Galán arribó a Estación Central al mediodía, mientras que Guillermo Ahumada y Carlos Urrutia arribaron faltando 30 minutos para el inicio, siendo esperados con un auto listo para partir a la cancha.

Con el equipo listo, se presentó el Internado a las 17:00 justo a la hora del pitazo inicial.  “Estaban contentos, porque sin decirse una palabra habían acudido sin excepción a una cita de honor: los llamaba el Internado y ahí estaban, como siempre, dispuestos a representarlo y a defenderlo” [2]. Arturo Flores recordaría para la revista Estadio en 1946: “En medio de la cancha nos abrazamos jubilosos y estoy seguro de que muchos lloramos de emoción. Se jugó con el team completo, maravillosamente (…)” [3].

Aquel partido terminaría con un 4 a 1 a favor cerrando una maravillosa temporada. No hubo tiempo para grandes celebraciones, ya que cada uno de los estudiantes volvió a su hogar para continuar con las vacaciones. La formación de aquel equipo mágico estuvo compuesta por:

Carlos Urrutia en el arco. Hernán Fuenzalida y Telmo Osorio en defensa. Jacinto Araya, German Worm y Gabriel Fagnilli en el mediocampo. Marcial Baeza, Hugo Vicuña (Capitán), Guillermo Ahumada, Luis Osorio y Guillermo Galán en el quinteto atacante.

Equipo del Club Atlético Internado en 1923. Revista Estadio N° 169, 10 de agosto de 1946.

El épico triunfo del Internado le valió el título definitivo de la Copa Chile 1923. Y como era estipulado en las bases de la A.F.S., le correspondía medirse ante el campeón de la Copa República, el Brigada Central, para dirimir al vencedor absoluto de la asociación e inscribir su nombre en la histórica Copa Unión, trofeo que desde 1903 estaba reservado para los mejores clubes de la capital. 

El 29 de mayo de 1924 se lleva a cabo la definición pendiente de la Copa Unión 1923 en el Estadio Policial. El Brigada Central, club fundado en 1920 que representaba a los policías de Santiago, llegaba como favorito a la citación. Los policiales tenían en su historial haber ganado la Copa Unión en 1921 y 1922, y eran dominadores absolutos de la Copa República de la asociación. 

La Copa Unión en manos de su primer ganador, el Atlético Unión de 1903, club por el cual lleva tal nombre. Hasta ese momento el trofeo era llamado Copa Subercaseaux.

Sin embargo, la mística acompañaría una vez más a los universitarios. Acostumbrados a rendir en la adversidad, el equipo da la sorpresa venciendo prácticamente en calidad de visitante, con un solitario gol del puntero izquierdo Marcial Baeza al minuto 63 del encuentro, resultado que no se movería del marcador. El Internado, contra todo pronóstico, logra inscribir su nombre en el histórico trofeo de la Copa Unión, clasificándose campeón absoluto de la asociación Santiago.

Tendrán que pasar diez años más, de triunfos y reveses, para que el club vuelva a coronarse campeón de la capital, pero ese capítulo de la mística azul es otra historia.

Notas al pie:

[1] Revista Los Sports N° 58, 18 de abril de 1924.

[2] Revista La U N°4, septiembre de 1945. 

[3] Revista Estadio N° 169, 10 de agosto de 1946.

Autores: Nicolás Sandoval y Sebastián Núñez

Nota: Este trabajo es parte de una investigación más extensa que busca rescatar la época amateur del Club Universidad de Chile. Los investigadores son: Nicolás Sandoval, Marco Ortega y Sebastián Núñez.

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