“Gracias Vieja” es el libro de memorias de una de las máximas figuras de la historia del fútbol mundial y jugador mito del Real Madrid, escrito por su protagonista absoluto, Alfredo Stéfano Di Stéfano Laulhé (4/07/1926, Buenos Aires-7/07/2014, Madrid), con la colaboración de Enrique Ortego y Alfredo Relaño.
Mucho no se puede agregar a todo lo que se ha dicho y escrito sobre la ‘Saeta Rubia’, figura transversal del universo futbolístico, que con el Real Madrid ganó las primeras cinco Copas de Europa de manera consecutiva, ocho ligas y fue cinco veces goleador del torneo de la liga española, pero lo que presentan estas páginas aportan y bastante. Son sus memorias, contadas en primera persona, las que abarcan toda su vida hasta el año 2000. “He intentado contarlo todo”, comentó el propio Di Stéfano en la presentación del libro.
En su casa hizo construir un monumento a la pelota con la leyenda “Gracias, Vieja”, frase que le sirvió para el título de su libro sobre su vida, y que resume toda su gratitud a quien le sirvió de manera fiel a lo largo de su carrera: la pelota, a la cual Alfredo se debe de forma apasionante. Según dijo alguna vez, la intención de la frase era doble: “El gracias vieja es por la pelota y por mi mamá. Por mi vieja, que me hizo nacer, y por la pelota, que me hizo crecer”.
El libro es una obra agradable de leer, ya que los relatos y memorias de alguien, suelen ser del gusto de los lectores, pero como todo buen libro, deja muchos puntos para la reflexión. A mí me dejó enseñanzas para la vida, ya que fue como escuchar al abuelo contando sus historias, cargadas de ejemplaridad de cómo enfrentar la vida, con ese tinte del actuar en tiempos pasados, cuando el ser humano era mucho más caballero que hoy en día, respetaba más a sus pares y obraba con más criterio, respeto y humanidad.
Sus memorias prácticamente son las memorias del fútbol, al menos de gran parte de él, quizás una de las mejores partes, y nos muestran una vida como futbolista repleta de hitos y sucesos contados con sentido del humor y cotidianeidad. El libro es un cúmulo de anécdotas. Una de las más sabrosas recuerda cuando el equipo no andaba bien, y para él el asunto pasaba por el corte de las camisetas. Descubrió que una manga le quedaba más corta que la otra. Eso lo distraía ya que, según él, no se podía jugar a la pelota si se estaba pensando en las mangas. Así que un día cogió una tijera y recortó las mangas. El utilero supo del incidente y lo acusó al presidente del club, Santiago Bernabéu., quien citó a Di Stéfano: “¿Cómo puede usted hacer esto? ¿No sabe que estas camisetas cuestan dinero?”, le increpó, pero el delantero replicó: “En primer lugar, no se puede jugar con una manga más corta que la otra. En segundo lugar, ¿quién otro que no sea yo va a llevar el nueve del Real Madrid?”.
En mi caso, el libro se lo encargué a Argentina a un gran amigo, aprovechando la mayor oferta en literatura futbolera del país trasandino, y por los consabidos mejores precios en cuanto a libros que tiene Argentina, y casi cualquier país hispanoparlante, respecto de Chile. Su primera edición, española, es de la editorial Aguilar y data de mayo del 2000, publicado el año que el protagonista cumplió 74 años, 14 antes de su fallecimiento. Dada su cualidad de estrella del fútbol mundial, conocer su historia personal narrada por él mismo era lógicamente muy esperado, tanto que el libro tuvo cinco ediciones sólo el año de su lanzamiento.
Son 420 páginas con tapa dura y sobrecubierta con abundante material gráfico, distribuido en tres secciones de fotografías en blanco y negro en papel couché, y cuenta de cinco partes principales, un epílogo de su autoría, con un repaso íntimo por su vida personal y familiar, a modo de balance de todo lo vivido, y cinco apéndices: un extenso poema en su honor de Anastasio; una hemeroteca selecta con una selección de nueve artículos en su honor de publicaciones de diversos países (cuatro españolas, tres argentinas, una inglesa y una francesas)
La primera parte, de 9 capítulos, incluye su infancia en La Boca, sus primeros acercamientos al fútbol y variados recuerdos de la niñez. De esa etapa rescato el origen del término “Atorrante”, con que se refería originalmente a los más pobres de la sociedad argentina. Cuando Di Stéfano era niño, en el puerto de La Boca estuvieron mucho tiempo apilados enormes tuberías de concreto, las que dadas su espacioso interior, eran utilizadas por los más necesitados para morar en ellas. Dichas tuberías tenían en su exterior el nombre del fabricante español de las mismas: “A. Torrant”, lo que originaría que a quienes vivían en ellas se les comenzara a llamar “atorrantes”. En la segunda parte (10 capítulos), relata sus primeros pasos en el fútbol profesional, en River Plate, Huracán y en la Selección argentina, y su llegada a Colombia a jugar por Millonarios Fútbol Club de Bogotá. La tercera parte (13 capítulos) incluye su llegada a España y su relación con el medio futbolístico español.
En la cuarta parte (17 capítulos), el crack desarrolla sus exitosísimos años en el Real Madrid, con sus diversos títulos de la Copa de Campeones de Europa, su paso por la Selección española, su secuestro en Venezuela y la salida del cuadro merengue. Quiero detenerme en el secuestro que sufrió en Venezuela. Fue en 1963, durante la versión de relanzamiento del torneo no oficial: “Pequeña Copa del Mundo de clubes”, torneo organizado por empresarios internacionales, por invitación, y que antes se había realizado entre 1952 y 1957. En dicha ocasión fueron invitados, además del Real Madrid, los equipos de Sao Paulo de Brasil y el Porto de Portugal.
Fue durante el mes de agosto de ese 1963, cuando ya tenía 37 años, que sería secuestrado por las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de Venezuela, una organización guerrillera en contra del gobierno del entonces presidente Rómulo Ernesto Betancourt, que secuestró al crack para reivindicar y dar a conocer sus exigencias y su planteamiento político a nivel internacional, y vaya que lo lograron. Posiblemente habían tomado la idea de Fidel Castro, que cuatro años antes había hecho lo mismo con Juan Manuel Fangio, al que secuestró y retuvo durante las horas que duró el Gran Premio de La Habana de Fórmula 1.
En la madrugada siguiente a haber vencido al Porto por 2-1, cuarto partido del mini torneo, que enfrentaba a los tres equipos enfrentándose cada equipo dos veces a cada rival, a las 6:00 hrs. lo llaman a su habitación del hotel Potomac de Caracas, diciéndole que la policía preguntaba por él y lo hacen acompañarlos a la comisaría, eso supuestamente. Lo meten a un auto, le muestran sus armas y le vendan los ojos. El líder del grupo extremista lo intentó calmar: “No le va a pasar nada, esté tranquilo, queremos que el mundo nos reconozca, sepa quiénes somos. Nuestro país está explotado por las grandes potencias en el negocio del petróleo”. Primero lo llevaron a una finca y luego a un pequeño departamento en Caracas, donde varias veces quiso saltar por la ventana, pero temía que le dispararan. Aunque lo trataron muy bien, siempre tuvo miedo. Entablaron amistad, bebían cerveza, jugaban a las damas y ajedrez, incluso le ponían la radio, llevaban periódicos, y hasta paella le ofrecieron. Al tercer día, cerca del mediodía decidieron liberarlo. Le cambiaron ropa, le regalaron un maletín con un banderín de su organización, un juego de dominó y una boina de guerrillero. Querían dejarlo cerca del hotel pero los convenció de que fuera cerca de la embajada española, donde lo recibieron emocionados. Al rato lo llaman directivos del Real Madrid que escucharon por radio un comunicado de los secuestradores, en el que anunciaron que lo habían liberado. Por la tarde daría una rueda de prensa y, al fijarse en un periodista que preguntaba, notó a dos de los secuestradores entre los periodistas, pero guardó silencio, quizás por temor, o porque lo trataron tan bien. Seguiría alojándose en la residencia del embajador, y aunque quería volver a España a ver a los suyos, el mismo día que fue liberado, el Real Madrid tenía un partido por la noche ante el Sao Paulo. El entonces presidente del equipo, Santiago Bernabéu, le pidió que jugara, para que mostrara su fortaleza después de haber sido secuestrado, pero ‘La Saeta Rubia’ tenía la cabeza en otro lado y sólo pudo jugar medio tiempo. El torneo se lo adjudicaría el Sao Paulo, por diferencia de goles sobre precisamente el Real Madrid. Al momento de volver a España, siempre acompañado por la policía secreta, en la losa del aeropuerto y camino a abordar el avión, un policía se le cerca al oído y le dice: “Alfredo, lo hiciste fenómeno”. Hasta el avión los siguieron. Di Stéfano reflexiona con humor en su libro: “Los tres días me parecieron tres años y ahora, cada vez que hay un secuestro, pienso en lo que me pasó. El trato fue siempre cordial, si hasta jugaba con ellos a las apuestas de los caballos y no me dejaban pagar, pero yo decía que entonces no me darían la mitad si nos tocaba”.
En la última parte, de 16 capítulos, se explaya sobre su retiro en el Espanyol de Barcelona, su faceta como periodista en el Mundial de Inglaterra 1966, su carrera como entrenador en España y Argentina, y su labor como asesor de la presidencia del Real Madrid.
Si bien Di Stéfano, como cualquiera que escribe sus memorias, se describe como un gran tipo y casi sin defectos, lo cierto es que todos tenemos nuestro lado oscuro, pero después de leer Gracias, Vieja, aprendí mucho de uno de los mejores jugadores de la historia, de su vida, de la vida y de todo un poco. Y como ya quedan muy pocos que lo vieron jugar, vale la pena leer este libro. Yo, lo recomiendo.