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Del auge a la incertidumbre: el fútbol femenino y su lucha por visibilidad

Por Andrés Villalón

El 2024 marcó un hito para el fútbol femenino en Chile con una final que alcanzó un rating de 8,3%, ubicándose entre los programas más vistos del día y demostrando el creciente interés del público por la disciplina. Por primera vez, la final del Campeonato Nacional Femenino fue transmitida en simultáneo por dos importantes canales de televisión. Un logro que, en apariencia, reflejaba un avance en la visibilidad y el reconocimiento del fútbol jugado por mujeres. Sin embargo, al mirar el panorama para el 2025, la realidad es completamente distinta. Hasta ahora, ningún canal ha confirmado la transmisión del torneo, dejando en la incertidumbre la difusión de una competencia que ha crecido en calidad y seguimiento. A pesar de que la última final fue un Superclásico entre Colo-Colo y Universidad de Chile, y que las tricampeonas del fútbol chileno deberían recibir mayor visibilidad, la alternativa que se plantea para el 2025 es que los partidos sean transmitidos únicamente por YouTube o Facebook, plataformas que, si bien permiten el acceso al público, no entregan la misma exposición ni los ingresos que una transmisión televisiva.

Este retroceso pone nuevamente en jaque la sostenibilidad del fútbol femenino en Chile, a pesar del crecimiento sostenido en audiencia. En 2024, la cantidad de dispositivos únicos conectados a las transmisiones aumentó de 8.000-15.000 a 49.000, logrando 173.000 visualizaciones, lo que evidencia un público cautivo y en expansión. Mientras los clubes masculinos cuentan con contratos millonarios por derechos de transmisión, los equipos femeninos tendrán que asumir por cuenta propia la producción y emisión de sus partidos. Esto no solo significa una carga económica extra para instituciones que ya lidian con presupuestos ajustados, sino también una menor exposición para las jugadoras, afectando su proyección y la posibilidad de atraer nuevos auspiciadores.

La ausencia de un acuerdo televisivo es un golpe para un fútbol femenino que lucha por la profesionalización y la equidad en el deporte. La transmisión de la final del 2024 demostró que hay interés y audiencia para estos encuentros. Entonces, ¿por qué se retrocede en lugar de avanzar? ¿Por qué no se le da continuidad a un espacio que, con la inversión adecuada, podría consolidarse como un producto atractivo y rentable?

El llamado es claro: el fútbol femenino no puede seguir dependiendo de esfuerzos aislados o voluntades individuales. Se requiere un compromiso real de las televisoras, las marcas y las entidades rectoras del fútbol chileno para garantizar la difusión de la competencia. Sin visibilidad, no hay crecimiento. Sin transmisión, no hay futuro. El fútbol femenino no solo crece, también está demostrando que es un negocio sólido y en constante expansión. ¿Quién dijo que no vende?

Los datos mencionados en esta columna fueron obtenidos del Fempower Futfem Summit, celebrado en diciembre de 2024 en Santiago de Chile.

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