El panorama de los medios masivos en torno al fútbol ha experimentado transformaciones importantes en los últimos años. Hoy, los aficionados tienen acceso a una amplia gama de contenidos a través de televisión, radio, plataformas digitales y redes sociales. También vemos como los medios escritos han perdido protagonismo, siendo la literatura futbolera la que ha resurgido con fuerza, con autores y editoriales que exploran múltiples dimensiones del fútbol.
A pesar de estos avances, los grandes medios masivos con mayor cobertura y radicados principalmente en Santiago, mantienen una lógica editorial anclada en el pasado. Sus contenidos siguen concentrados en exceso en los tres grandes del fútbol chileno, viéndose en muchos casos exclusivamente en dos: Colo-Colo y Universidad de Chile. Este enfoque excluye a los equipos de regiones y a otras historias valiosas del fútbol nacional. Los argumentos son siempre los mismos: “Es lo que la audiencia demanda” o “Es lo que vende”. Una narrativa que, aunque repetida hasta el cansancio, perpetúa un círculo vicioso de exclusión y centralismo.
El centralismo mediático en el fútbol chileno es un fiel reflejo de las desigualdades del país. Las regiones son sistemáticamente relegadas, y sus equipos en consecuencia invisibilizados de la conversación diaria. Esto reduce su capacidad para atraer hinchas, inversiones y talentos: ¿Qué incentivo tiene un jugador para permanecer en un club regional si los medios lo ignoran? ¿Cómo puede un equipo aumentar su valor si solo existe para el público masivo cuando enfrenta a los tres grandes?
En toda actividad deportiva, la competencia es el motor esencial para la mejora. Sin embargo, los medios de comunicación, como actores fundamentales, no siempre ofrecen esa oportunidad. Por el contrario, muchas veces contribuyen a perpetuar estas desigualdades. En lugar de enriquecer los torneos destacando la diversidad de historias y talentos, refuerzan una dinámica donde solo unos pocos equipos reciben atención. Esto no solo empobrece la conversación mediática y la calidad del contenido, sino que también afecta el espectáculo, reduce el interés de los hinchas y limita el desarrollo comercial que podría fortalecer una industria deportiva. En definitiva, no hay una mirada estratégica al futuro.
La evidencia del sesgo
Un claro ejemplo de este sesgo ocurrió durante la Copa Libertadores de América 2024. El nueve de abril se jugaron dos partidos de equipos chilenos en circunstancias similares: mientras Colo-Colo perdió 2-1 frente a Fluminense en Brasil, Huachipato logró una épica victoria 0-2 contra Gremio, también en tierras brasileñas. ¿Qué hicieron los medios masivos? Dedicar extensos análisis y debates a la derrota del club albo, resaltando su buen desempeño pese al resultado adverso. En contraste, la hazaña de Huachipato fue relegada a breves menciones, sin mayor desarrollo.
¿Acaso una victoria histórica en Brasil no merece la misma relevancia que una derrota de un equipo grande? La evidencia dice que no. La pauta mediática parece estar predefinida: priorizar siempre a los equipos con mayor convocatoria, incluso a costa de ignorar logros que podrían enriquecer la narrativa futbolística nacional, su historia, sus triunfos. Esto plantea una pregunta inquietante: ¿son los medios imparciales? ¿Importa realmente la noticia o solo cumplen con un guion preestablecido? Al analizar sus líneas editoriales, la duda persiste.
Un cambio necesario
Para que el fútbol chileno avance, es esencial garantizar una competencia equitativa en todos los aspectos que lo conforman, incluyendo el mediático. De lo contrario, se perpetuará un modelo excluyente que limita el crecimiento de clubes y jugadores fuera del grupo de elite. El fútbol chileno es tan diverso como el territorio que recorre, con equipos que representan realidades culturales, geográficas y sociales únicas. Valorar estas particularidades es clave para mejorar la actividad y construir una liga más atractiva, donde cada club tenga igualdad de oportunidades para competir.
Este enfoque no solo beneficiaría a unos pocos, sino que fortalecería el torneo completo. El interés comercial de las marcas también crecería, ya que una mayor cantidad de clubes se convertirían en atractivos para patrocinadores y audiencias.
El día en que un partido entre Palestino y Cobresal se juegue a estadio lleno, con cobertura previa en los medios y programas especiales dedicados al encuentro, será un claro indicio de que el fútbol chileno va en el camino correcto. Mientras tanto, los medios seguirán destinando horas de transmisión a discutir la lesión del tercer arquero de un equipo capitalino, perpetuando un modelo que excluye y empobrece el espectáculo.