Con miras el inicio de un desafío como la Liga de las Naciones de Conmebol, el fútbol femenino de nuestro país se enfrenta, nuevamente, a la inquietante odisea de buscar una plaza en la Copa del Mundo, esta vez para Brasil 2027. El certamen comenzará en octubre del presente año y no será otra cosa que las clasificatorias sudamericanas que darán dos cupos directos y otros dos para la repesca interconfederaciones.
Es un momento propicio para formular algunas preguntas: ¿En qué estado está el fútbol femenino actualmente en Chile? ¿Hay renovación en la selección como correlato a una competencia nacional fuerte o un caudal de talentos distribuidos en las grandes ligas del planeta? ¿Hemos perdido terreno en los últimos años respecto de los demás países sudamericanos? ¿Existe un plan en algún escritorio o al menos la intención de mejora, o solo avanzan las fechas de los torneos?
Vamos por partes. Al igual que en sus versiones predecesoras de tres años atrás, en 2025 la Eurocopa y la Copa América femeninas coincidieron en la temporada calendario, dejando una estela de leyendas consumadas: Marta de Brasil, Ann-Katrin Berger de Alemania, Lucy Bronze de Inglaterra y Yamila Rodríguez de Argentina, entre otras), y un amplio listado de talentos emergentes que prometen escribir sus nombres en el mármol del recuerdo perpetuo que únicamente el fútbol puede tallar entre sus fanáticos.
En Suiza, el certamen continental europeo dejó algo más, una cifra final de 657.291 espectadores en total, superando el promedio de 21.000 por partido, estableciendo un nuevo récord en esa tradicional competencia.
No solo eso, la EURO dejó varias nuevas marcas en cuanto a organización para futuros anfitriones, como la mayor asistencia en un partido sin estar presente las dueñas de casa en fase de grupos (34.165 en Basilea para Alemania 2-1 Dinamarca), o el más nutrido número de espectadores sin incluir a los locales en un match de cuartos de final (26.276 en Ginebra para Italia 2-1 Noruega).
Con todo eso, aún bastante lejos de los números impresionantes del fútbol femenino de clubes en el viejo continente. Como los 91.648 asistentes en el Nou Camp (Barcelona 5-1 Wolfsburg, semifinales UEFA Champions League 2021/2022), o los 87.192 en Wembley (Inglaterra 2-1 Alemania en prórroga, final EURO 2022).
Al otro lado del charco la situación es opuesta. “¿Esto es fútbol profesional?” se cuestionaba la brasileña Marta, seis veces la mejor jugadora del mundo, en relación a las condiciones para precalentar en espacios reducidos vistas en Quito para la Copa América 2025, que si por algo destacó fue por las galerías vacías. Pero no fue lo único, la chilena Yanara Aedo fustigó a la Conmebol por la ausencia de VAR en gran parte del torneo, y solo 72 horas antes del inicio de la competencia la selección de Uruguay resolvió los problemas con su federación y accedió a participar de la cita sudamericana.
Para Chile, esta Copa fue un llamado de atención, en términos de perder el lugar que hasta hace unos años tenía. El formato de la Liga de Naciones obligará a tomar decisiones en cuanto a llamar a las mejores del momento y no darse el lujo de dejar afuera a goleadoras como Fernanda Araya, que tuvo un buen año en Ecuador, justo donde se disputó la copa. Si empezamos con los “Last Dance” de esta generación de jugadoras, podremos terminar igual de tristes, desilusionados y desesperanzados que con el símil masculino.
Ello sin pasar por alto las deficientes políticas dirigenciales a nivel de clubes, los que en su mayoría han desarrollado una pobre política en materia de infraestructura e inversión en su base. El fútbol formativo, no sólo en la división de honor y el ascenso profesionales, hasta el siempre prolífico surtidor de talento de la ANFA, están prácticamente abandonados a su suerte. El amateurismo, en particular, sin políticas federativas claras, se maneja en base a la improvisación. Si funciona así desde sus cimientos, como una actividad subestimada, a la larga termina afectando la cadena completa hasta el nivel internacional.
Volviendo a las preguntas lanzadas al comienzo de estas líneas, como Asociación de Investigadores e Investigadoras del Fútbol Chileno (ASIFUCH), lo que tenemos son algunas sugerencias ante las falencias detectadas.
Para nuestro trabajo de registro, quizás el mayor problema que hemos enfrentado ha sido el difícil y en ocasiones nulo acceso a información por parte de los clubes de las competencias femeninas de la ANFP, principalmente las fichas de los partidos, cuestión que nos parece elemental justamente para respaldar esa información, y con eso servir de promoción de los torneos en nuestros anuarios, memorias, artículos e incluso en difusión de la actividad contingente del balompié en redes sociales.
Siendo nuestra organización un mosaico representativo de diversas zonas del país, y de las preferencias elegidas para disfrutar del deporte rey, sentimos que es imperioso realizar las gestiones necesarias pertinentes para la transmisión de los partidos del campeonato femenino chileno idealmente en ambas categorías, por medio de una plataforma única, como lo hace actualmente la Liga 2D con el torneo masculino de Segunda División Profesional. Esto implicaría una mayor aceptación en el público hacia el fútbol femenino, fomentaría el desarrollo en niveles inferiores en los respectivos clubes y, no menos relevante, ofrecería una inyección de recursos a los equipos involucrados.
Sabemos que es muy probable que estos avances en cuando a la transmisión deportiva que proponemos comenzarán con la Primera División y luego avanzarán hacia el ascenso y el amateurismo, como cualquier otra política de profesionalización de esta actividad. Pero un pequeño avance y un primer gesto, en tiempos de la interconexión global y el dominio absoluto de las redes sociales, sería cumplir con un estándar mínimo como es el informar las alineaciones, los goles y los datos más usuales en el registro. No se pide mucho, y el beneficio para el fútbol femenino sería más que significativo, un paso hacia una futura promoción y difusión real y cotidiana de nuestras competencias, tal como sugerimos en estas líneas. Esperemos que, como país, finalmente nos pongamos al día también con nuestras futboleras.
