Son los tiempos en que Chile vive un período de reorganización interna luego del golpe militar de 1973, bajo el régimen encabezado por el general Augusto Pinochet.
Plena temporada estival de 1976 y la ciudad de Viña del Mar se prepara para recibir a visitantes y turistas que, atraídos por sus playas, sus bellezas naturales y su Casino Municipal, llegan cada año a los máximos atractivos turísticos del principal destino del país para veranear.
Será el emblemático centro de juegos viñamarino el que tendrá incidencia indirecta en la obtención del título de campeón de parte del club oro y cielo esa temporada ya que, al adjudicarse la concesión del Casino de Viña del Mar, el reconocido empresario Antonio Martínez Ruiz, a la vez, asume la presidencia del club Everton.
Curiosamente, Martínez Ruiz contaba con la experiencia dirigencial necesaria para emprender el alto vuelo en materia futbolística a la par con los negocios. Había participado en la directiva de Unión Española acompañando al empresario español del calzado Abel Alonso, lo que le llevó a incorporarse a la entonces Asociación Central de Fútbol, llegando a ser el encargado de la delegación de la selección nacional para el Mundial de Alemania 1974. Fue allí donde estrechó lazos con quien sería el nuevo entrenador de Everton, Pedro Morales, quien sugiere el nombre de Alfredo Asfura como gerente técnico. El hombre del puro tendría un papel relevante a la hora de activar los contactos para la búsqueda de los refuerzos.
Everton viene de retornar de la Segunda División en 1974 como subcampeón, y de realizar un discreto torneo en 1975 (11º lugar), por lo que la institución necesita un giro de 360 grados y recuperar prestigio en el concierto nacional.
Conformación de plantel
Ya instalado en la ciudad jardín, Pedro Morales recluta a viejos conocidos. Sus gustos son tener jugadores técnicos, con una buena mezcla de temperamento y regularidad. Desde Huachipato llegan a su lado Guillermo Azócar, Carlos Cáceres y Mario ‘Maestrito’ Salinas. A ellos se le unen Julio Núñez de Green Cross; Humberto López desde Lota Schwager; José ‘Calao’ Orellana de Deportes Aviación, y Manuel Rubilar, de pasado colocolino y que viene de jugar en Santiago Morning.
Pero aún faltaba más, y Everton da el golpe del año al contratar a los seleccionados nacionales Leopoldo Vallejos (Unión Española), Mario Galindo (Colo Colo), y al goleador argentino de la Unión Española Jorge Spedaletti, ante la molestia de los rojos de Santa Laura que acusan a los dirigentes viñamarinos de levantarle sus figuras.
Desde el extranjero, las apuestas van por el arquero brasileño Rafael Grillo del Internacional de Porto Alegre, los uruguayos Ángel Brunel, que viene de Gremio de Brasil, y el joven mediocampista, seleccionado preolímpico, Carlos Luthar. Además del enlace argentino, campeón del mundo con Estudiantes de La Plata, Marcos Conigliaro.
Este último alcanza a jugar -a modo de presentación oficial- solo un encuentro amistoso ante River Plate de Argentina (1-1), y a conocer Viña del Mar, ya que, por problemas contractuales en su carta internacional, no puede quedarse, debiendo partir al Lugano de Suiza a cumplir el resto de su contrato.
En casa, en tanto, quedaban algunos elementos de la temporada pasada, y otros jóvenes en que Pedro Morales decide confiar. En este grupo están los experimentados Guillermo ‘Chicomito’ Martínez, Sergio ‘Charola’ González y Jorge López, además de Raúl Navarrete, Carlos Díaz, Camilo Benzi, Néstor Fredes y Rolando Rivera, entre otros.
Llegada la décima fecha se incorpora el puntero izquierdo argentino, ex Atlanta, José Luis Ceballos. El cordobés, con el correr del torneo, se convertiría en una de las principales figuras del equipo.
Ya en pleno torneo, al inicio de la segunda rueda, desde el fútbol mexicano arribaría el insigne goleador Sergio Ahumada, conformando nuevamente la dupla con Jorge Spedaletti, aportando goles y galanura al ataque oro y cielo.
Campaña triunfal
Everton de Viña del Mar, con su “chapa” de equipo millonario desde el comienzo de 1976, casi por obligación lo hacía ser protagonista y candidato al título desde la primera fecha del torneo.
Tras un período de ajustes en sus líneas, con buenas e irregulares presentaciones durante el verano, abriga la esperanza de que algo importante haría en el torneo nacional. Y no se equivocaban.
Por eso, la ruta que debió seguir el plantel viñamarino para configurar la obtención del campeonato tuvo partidos inolvidables, donde la experiencia de sus jugadores y la seguridad del banco técnico le permitieron ganar puntos, que fecha a fecha solidificaron su liderazgo junto a un enconado rival, como lo fue el cuadro de Unión Española.
Durante la primera rueda los oro y el cielo obtuvieron 25 puntos de los 34 en disputa, y en la segunda 28 unidades, lo que arrojó un rendimiento de 82 % en todo el torneo.
Al cierre del certamen quedaron emparejados en el primer lugar con la Unión Española, ambos con 53 puntos. Everton ganó 22 encuentros, empató 9 y perdió 3, marcando 77 goles y recibiendo 44.
En el recuerdo está el triunfo ajustado ante Deportes Ovalle en tierras del Limarí, donde el debut de Sergio Ahumada no pudo ser más oportuno, ya que marcó el gol del triunfo en la segunda fecha de la rueda de revanchas.
Los clásicos porteños ante Santiago Wanderers, si bien fueron reñidos y con las graderías al tope, vieron a Everton terminar invicto sus dos duelos, tanto en Playa Ancha como en Sausalito (1-1 y 3-1 respectivamente).
En la recta final, el empate a tres goles con Deportes Concepción; los triunfos ante Regional Antofagasta y Palestino, ambos por 3-2, y la sufrida igualdad a un gol frente a Green Cross en Temuco en la última fecha del certamen, determinaron la definición del título con Unión Española al llegar igualados en puntaje, y fueron una prueba de que lo realizado durante el año estaba para hazañas.
En su camino de 34 fechas, Everton cosechó solo tres derrotas. Ante Colo Colo en recordados partidos en ambas ruedas, en Santiago por 0-2 y en Viña del Mar por 2-3, y ante Deportes Concepción (2-3) en Collao. Su formación tipo era con: Leopoldo Vallejos en el arco; Mario Galindo, Ángel Brunel, Guillermo Azócar, Julio Núñez; Humberto López, Mario Salinas, Sergio Ahumada; Carlos Cáceres, Jorge Spedaletti y José Luis Ceballos. Las mejores asistencias las tuvieron el defensa Guiilermo Azócar y el mediocampista Mario Salinas con 34 partidos jugados cada uno, más las dos definiciones por el título ante Unión Española.
Definición y título
La Asociación Central de Fútbol programó el encuentro de definición del título para el jueves 25 de noviembre en el Estadio Nacional como cancha neutral, con el arbitraje de Rafael Hormazábal Díaz.
Los hinchas viñamarinos se vuelcan con todo a la capital para acompañar al equipo que representan. El Estadio Nacional esa noche recibió 65.515 asistentes.
Unión Española, bajo la conducción técnica de Luis Santibáñez, llega con el cartel de ser uno de los mejores cuadros de la década y con una seguidilla de títulos a cuesta. Campeón nacional en 1973 y 1975, y subcampeón de la Copa Libertadores 1975.
Everton había regresado de Segunda División en 1974 y, al año siguiente, en su reencuentro con la División de Honor, solo había sido discreto, pero la madurez de su plantel y su cohesionado volumen de juego, los ponía en igualdad de condiciones frente a los de Santa Laura.
Fuerzas parejas dentro de la cancha. Mientras la escuadra hispana era más especulativa a la hora de contener, el cuadro viñamarino apostaba por las individualidades al servicio del equipo. En tiempo reglamentario no se superarán (0-0), debiendo ir a un alargue de 30 minutos, en que se mantuvo la igualdad en blanco, por lo que se debería jugar un segundo encuentro definitivo el que, de mantenerse igualado, daría el título a la Unión Española por tener mejor diferencia de gol a lo largo del torneo.
Es así que, a 48 horas del primer choque, llegaban nuevamente a enfrentarse el sábado 27 de noviembre. Esta vez, con cerca de 45.000 espectadores (44.229) en las gradas del Estadio Nacional, en su mayoría hinchas de Everton que enfilaron en caravana por la ruta 68 para alentar a su equipo y verlo campeonar.
El pleito, con arbitraje de Gastón Castro, marcó diferencias. Los viñamarinos se zafaron de las marcas hispanas y el trabajo de sus mediocampistas, Humberto López y Mario Salinas, más la voluntariedad de Carlos Cáceres, fueron claves para el armado y el funcionamiento de sus hombres de ofensiva. Jorge Spedaletti, Sergio Ahumada y especialmente José Luis Ceballos, más las constantes subidas de Mario Galindo, terminaron por desarmar el cerco defensivo planteado por los dirigidos de Luis Santibáñez.
Al filo del primer tiempo (44′), el ‘Negro’ Ahumada clavaba la primera estocada en el arco del sector sur del Nacional defendido por el meta Enrique Enoch. De regreso al complemento, el ‘Maestrito’ Salinas, con un tiro libre de su sello, elevaba las cifras (2-0) cuando el cronómetro marcaba los 58 minutos.
Hasta allí, Everton justificaba plenamente el resultado. Ni siquiera el descuento mediante lanzamiento penal, ejecutado por Luis Miranda a cinco del final, tras la falta cometida por Brunel al ‘Tano’ Novello (Nicolás), provoca la inquietud de los viñamarinos, aún cuando los hispanos adelantan sus líneas en busca de dar vuelta el resultado.
Y cuando la fiesta azul-amarilla comenzada tímidamente por los hinchas en el principal coliseo del país, al final se vino el festejo y la algarabía total para la hinchada oro y cielo.
Corría el minuto 90, cuando un pase profundo de Guillermo ‘Chicomito’ Martínez, encuentra un receptor perfecto en el carrerón endemoniado del cordobés José Luis Ceballos, que éste finalizó magistralmente, transformándolo en el 3-1 para Everton y en el delirio de toda una ciudad que veía a su equipo volver a instalarse en lo más alto del fútbol nacional.
Everton conquistaba así su tercera estrella, tal como lo había logrado en 1950 y en 1952. Sus máximos anotadores, considerando la definición por el título, fueron: Jorge Spedaletti con 16 goles; Mario Salinas y José Luis Ceballos con 11 cada uno, y Sergio Ahumada con 10 (libro Historia de Everton: 1909-2009).
Celebración y llegada a Viña
Concluido el partido, tras la entrega de la copa y la consabida vuelta olímpica sobre la pista del Estadio Nacional, el camarín norte se llenó de abrazos, lágrimas, gritos, cánticos y felicitaciones para los nuevos campeones del fútbol chileno.
El plantel pasó la noche en Santiago y, a la mañana del domingo (28/11/1976), emprendió el retorno victorioso a la ciudad de Viña del Mar, donde les esperaba una multitud fervorosa de hinchas.
Ya a la entrada a la ciudad jardín, el plantel descendió del bus para abordar un camión descapotado, especialmente engalanado para hacer su ingreso al centro de la urbe viñamarina, acompañado por una caravana de vehículos, lo que hacía que el desplazamiento resultara lento ante tan masiva recepción, hecho inolvidable para la gran mayoría de los jugadores.
Ya en las afueras de la ex sede del club en calle Viana 161, se montó un improvisado escenario, donde los jugadores fueron presentados y ovacionados por los hinchas y simpatizantes. Allí les esperaban el alcalde de la ciudad, Raúl Herrera Aldana; el gobernador marítimo, capitán de navío Tulio Rojas, y el Arzobispo-Obispo de Valparaíso, monseñor Emilio Tagle Covarrubias, reconocido hincha de Everton, entre otras autoridades presentes.
La copa de campeón 1976, obtenida la noche anterior en el Estadio Nacional, fue ofrecida a en ofrenda a la ciudad por el capitán del equipo, Guillermo ‘Chicomito’ Martínez, junto al resto de sus compañeros.
De esta forma, Everton cumplía con la promesa realizada por sus dirigentes a comienzos de año, de posicionar a la institución en lo alto del fútbol nacional. Claro está, que la meta era en un plazo a tres años, sin embargo, a la primera temporada, el denominado equipo millonario lograba el título de campeón.
Con posterioridad, 32 años después, Everton volvería a ceñirse el título, esta vez, del Torneo de Apertura 2008 con Nelson Acosta en el banco.
EVERTON 3-1 UNIÓN ESPAÑOLA
27/11/1976. Segunda definición por el título. Estadio Nacional. Público: 44.229. Recaudación: $ 1.151.402. Árbitro: Gastón Castro.
EVERTON: Leopoldo Vallejos; Mario Galindo, Ángel Brunel, Guillermo Azócar, Julio Núñez, Humberto López, Mario Salinas, Carlos Cáceres (Guillermo Martínez), Jorge Spedaletti, Sergio Ahumada y José Luis Ceballos. DT Pedro Morales Torres.
UNIÓN ESPAÑOLA: Enrique Enoch; Juan Machuca, Leonel Herrera, Rafael González, Antonio Arias, Mario Soto, Eddio Inostroza (Nicolás Novello), Miguel Ángel Neira, Alejandro Trujillo (Luis Miranda), Víctor Pizarro y Leonardo Véliz. DT Luis Santibáñez Díaz.
GOLES: Ahumada 44′, Salinas 58′, Miranda 66’ (p) y Ceballos 90′.
Fuentes:
- Revista Estadio 1976
- Diarios La Estrella de Valparaíso y El Mercurio de Valparaíso
- Libro Historia de Everton: 1909-2009
- Everton 1976. El equipo empresa que remeció Viña del Mar, Carlos Campos C.