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Batalla campal en Playa Ancha…un partido con historia

Por Carlos Campos

Domingo 18/07/1976, jornada invernal. Se enfrentaban en el estadio Municipal de Valparaíso, los cuadros de Santiago Wanderers y Universidad de Chile por la fecha 16 del torneo nacional de Primera División 1976.

Desde el inicio de la semana previa crecía el interés del hincha por ver el choque de dos estilos similares: de fútbol aguerrido y fuerza, motivado principalmente por ver a una ‘U’ renovada, bajo el mando técnico de Luis Ibarra Araya, y por ver al cuadro porteño, que prometía volver a encaramarse en la parte alta de la tabla de posiciones, con el ‘profe’ Ricardo Contreras Henríquez en el banco (asumió por José ‘Gallego’ Pérez). Eso más la presencia en cancha, de Francisco ‘Chamaco’ Valdés, con la número ocho en la espalda, quien venía cumpliendo buenas actuaciones, siendo además el goleador del equipo caturro con siete conquistas a esa altura del campeonato.

Recuerdo que junto a mis padres (mi padre de la ‘U’, mi madre wanderina), llegamos temprano al reducto playanchino. Primero, para hacer pacientemente la fila en las boleterías del sector Andes, aledañas a las canchas de la Asociación de Fútbol Alejo Barrios. Para luego aguardar la hora del partido, en una tarde fría y húmeda, tras el agua caída en los días previos y la presencia de barro en los alrededores.

Más de once mil espectadores en el estadio (11.008 controlados), aunque a la vista daban la sensación de una mayor cantidad. Lorenzo Cantillana Olmedo es el árbitro, quien con antelación al duelo, había comprobado que el campo de juego estaba en buenas condiciones, aunque algo barroso y húmedo como era esperable.

 

El partido

Ambas escuadras salen con todo a enfrentar el pleito, el ambiente está caliente. Desde el minuto uno el partido es áspero y la disputa de cada balón se presta para roces y discusiones. Los jugadores universitarios, Arturo Salah y Héctor Pinto, son los primeros en ganarse tarjeta amarilla.

El juez del partido comienza a ser protagonista principal con sus errores y desaciertos, dejando jugar o, mejor dicho, dejando pegar, al extremo que los ánimos de los jugadores de ambos cuadros, y también del público, comienzan a caldearse en demasía.

“Todo empezó por esa disposición del referee Lorenzo Cantillana a dejar jugar, que podrá ser saludable para el espectáculo mismo, para la continuidad del juego, para su vistosidad, pero que haya que saberla administrar con criterio. Fue entonces cuando le faltó criterio al árbitro; a nuestro juicio, le faltó autoridad para meter el partido por cauces normales. De ese ‘dejar jugar’ se cayó en el ‘dejar golpear’, sin que mediara ni siquiera la advertencia de la tarjeta amarilla”, narró para la revista Estadio el corresponsal Rubén Henríquez.

Y en su análisis añade: “Lo que sucedió en adelante casi no corresponde a un comentario de fútbol. No hubo una sola entrada sin intención aviesa, no hubo el menor escrúpulo para aplicar el planchazo, el empujón, el puntazo en los tobillos, la pierna arriba. A nuestro juicio, Pinto, Ashwell y Pizarro llevaron la voz cantante en la ‘U’ en este sentido; Díaz, Osorio y alguno más la llevaron en Wanderers”.

Fragor y pierna fuerte en la acción entre Jorge Socías y Rubén Díaz (foto: revista Estadio).

Tempranamente, a los 11’ del primer tiempo, los azules abren la cuenta, a través del infortunio del defensa central Manuel Maluenda, quien con un certero toque con su pierna izquierda, se matriculaba con un espectacular autogol de globito, derrotando a su compañero de arco, Ricardo Frez, quien quedaba a medio camino en busca del balón. Merecido o no, los azules estaban ganando 1-0 en Valparaíso.

Pero el espíritu combativo de Santiago Wanderers lo hace reaccionar, yéndose con todo en busca del empate, en demanda de la portería defendida por el arquero argentino Hugo Carballo. El cuadro estudiantil aguanta estoicamente los embates locales, generados en su mayoría por la maestría de ‘Chamaco’ Valdés y los descuelgues del defensa lateral derecho, Raúl ‘Lulo’ González. Con la ventaja mínima, la escuadra capitalina se va gananciosa al descanso.

El jugador caturro Claudio Mena, disputando el balón con fuerza. Desde atrás observa Jorge Socías (foto: revista Estadio).

 

Expulsiones y descontrol

Los recambios surten efecto en los caturros en la segunda etapa. Juan Verdugo, habilidoso mediocampista, reemplaza a un novato Eduardo Cordero y se une a ‘Chamaco’ en el mediocampo, comenzando a descomponer a la dura defensa universitaria, liderada por Manuel Pellegrini, junto al paraguayo Johnny Ashwell, Heriberto Pizarro y Vladimir Bigorra, quienes responden con vehemencia para frenar a Verdugo, el talentoso volante wanderino, quien reaccionaría a una agresión, dándole una patada que literalmente ‘levantó’ al delantero trasandino de los azules Jorge Luis Ghiso. Al juez Cantillana no le quedó otra opción que expulsarlo ante los reclamos airados de sus compañeros y el enojo general de la parcialidad porteña.

Santiago Wanderers queda con diez hombres sobre el césped playanchino, con un gol abajo y con todo su público enardecido. El reducto porteño es una caldera, lo que lleva al descontrol a los propios jugadores wanderinos, que suman otros dos expulsados: Fernando Osorio y Francisco Quintero. El equipo se quedaba con ocho jugadores en cancha y perdiendo 0-1, faltando diez minutos para el final del encuentro.

Sin embargo, ‘Chamaco’ Valdés se vestiría -una vez más- de héroe. El defensa central argentino y capitán del equipo porteño, Rubén Norberto Díaz, controla una pelota en mitad de cancha, elevando un pase profundo que encuentra buena recepción en el contraataque de Jaime Fonseca, quien cruza el balón al área para que ‘Chamaco’, entreverado como delantero, dejando atrás la marca de Pellegrini culmine la jugada en gol, venciendo la resistencia de Carballo. El reloj marcaba los 74’ del segundo tiempo. Faltaban 16 interminables minutos para concluir el encuentro y se gestaba una hazaña en Playa Ancha, Santiago Wanderers empataba el partido con tres elementos menos en la cancha.

‘Chamaco’ Valdés y el 1-1 parcial, cuando Santiago Wanderers jugaba con ocho hombres (foto: revista Estadio).

Con el sorpresivo 1-1, el cuadro de Universidad de Chile, alentado por su técnico, el ‘Turco’, Lucho Ibarra, y por su preparador físico Nelson Oyarzún Arenas desde el banco, se va desesperadamente en busca del gol del triunfo, aprovechando la ventaja numérica dentro el terreno de juego, con un rival atrincherado en su zona defensiva, aguantando a más no poder la paridad, que era como un triunfo y como una verdadera proeza deportiva.

El ambiente del estadio se hace por momentos hostil. El árbitro Cantillana y los jugadores se dejan llevar por el descontrol, mientras los hinchas wanderinos se mantienen enfervorizados, alentando a su equipo, y pidiendo con insultos el término del pleito al referee. El reducto playanchino, como en sus mejores tiempos, es una caldera.

Los jugadores locales se las ingeniaban para mantener la igualdad, al punto que enviaron un balón fuera del recinto por el sector de Andes, el que no retornó. Luego, una segunda pelota corrió la misma suerte al ser “reventada” hacia las canchas de la Alejo Barrios. En esos años se jugaba sólo con tres balones. Sin embargo, un tercer balón, enviado con la misma intención que los anteriores por el mediocampista Claudio Mena, no sobrepasó la reja de contención, posibilitando la rápida reanudación del juego de parte de los jugadores universitarios, lo que derivó en el gol del triunfo de los azules y lo que se generaría posteriormente.

 

Triste epílogo

Pero faltaba uno de los epílogos más recordados por los hinchas del decano y del aficionado del fútbol en general. Restaban dos minutos de juego para el final del encuentro cuando, tras un saque lateral, un balón jugado en profundidad llega al área wanderina. La prestancia, oficio y corpulencia del defensa Rubén Díaz hacen pensar que la pelota es de fácil solución para el rechazo, sin embargo, se confunde, queriendo hacer la línea del offside, permitiendo que Leonardo Montenegro, quien había sustituido a Jorge ‘Pollo’ Neumann, se filtre por el callejón central, antes de la llegada a la cobertura del defensa Raúl González, para entrar al área con pelota dominada y derrotar al portero Ricardo Frez.

Faltando 2’ para el final, Leonardo Montenegro marca el 2-1 para la ‘U’ (foto: revista Estadio).

Era el 2-1 para Universidad de Chile, que ponía fin al esfuerzo caturro, pero que daría inicio a una de las mayores grescas que se hayan visto y recuerden en una cancha de fútbol en Chile.

Tras el gol, el mediocampista universitario Esteban ‘Toro’ Aránguiz (jugaría después en Santiago Wanderers en 1984) les muestra la camiseta y les grita la conquista en la cara a los defensores centrales argentinos, quienes reaccionan enardecidos. Uno de ellos, Rubén Díaz, acompañado de su compañero Jorge Omar Berrio (que había sustituido a Fonseca), le propina un golpe de puño directo al rostro. Aránguiz cae noqueado al pasto playanchino y se inicia una descomunal pelea. Participan todos los jugadores, incluidos los suplentes de ambos equipos. Puñetes, patadas, golpes de kárate, etc., es lo que llena la vista de los espectadores, que desde las graderías demuestran su indignación por lo sucedido. Carabineros debe esforzarse para contener a los hinchas que forcejean por romper las rejas perimetrales, con la pretensión de sumarse a la batalla campal en el terreno de juego.

En el intertanto, -como siempre lo hacíamos- restando 15’ para el final del partido, avanzamos hacia el sector de numeradas, desde tribuna Andes, pasando por galería norte (sector antiguo tablero marcador), sorteando a carabineros y porteros, con el sólo propósito de estar preparados –una vez terminado el encuentro- para bajar a instalarnos en la salida de camarines a la espera de los autógrafos de jugadores y técnicos.

En eso estábamos, cuando se genera la descomunal gresca, siendo testigos -no sé si privilegiados o no- del momento en que Esteban Aránguiz, sangrando profusamente de uno de sus ojos, es sacado en camilla y llevado directamente a un centro hospitalario, donde posteriormente los facultativos le diagnosticarían un desprendimiento de retina provocado por los golpes recibidos en la reyerta.

Como corolario, el árbitro Lorenzo Cantillana expulsa a otros dos jugadores de Santiago Wanderers (Rubén Díaz y Francisco Valdés), quedando con sólo seis elementos en cancha, por lo que el partido concluye a los 89’. Paradojalmente ningún jugador universitario fue expulsado. Desde esa fecha, los azules se ganaron el apodo de los ‘karatecas de la ‘U’.

Seis meses después del episodio, un ya recuperado Esteban Aránguiz aclaraba no ser rencoroso y que, con motivo de la revancha ante Santiago Wanderers, se saludó cordialmente con Rubén Díaz, confesando que: “La firme, firme, es que al zaguero de Wanderers le mostré la camiseta cuando le hicimos el gol del triunfo; un gesto tonto, que cuando lo hacen los uruguayos me da mucha rabia, por lo que me explico la rabia de él” (revista Estadio N° 1.743, 5/01/1977).

Con el paso del tiempo, jugadores de aquel equipo de Santiago Wanderers rememoran el episodio de hace 46 años (nota diario El Mercurio de Valparaíso, 18/07/2020).

Raúl ‘Lulo’ González: “Le pegué un combo a Ghiso, pero disputando la pelota. En todo caso ese equipo de la ‘U’ era muy agresivo, todo el mundo decía que pegaban mucho. Y así llegaron a Playa Ancha. Perdimos el partido contra los ‘karatecas’, pero en Valparaíso se encontraron con la horma de su zapato”.

Alfredo Amores-Quinteros (suplente ese día): “El partido tuvo de todo, y la verdad es que ellos prendieron la mecha, todos pegaban, Salah, Socías, el ‘Negro’ Pinto, Ghiso”.

Gresca general entre jugadores de Santiago. Wanderers y Universidad de Chile (foto: revista Estadio).

Francisco Mouat, en su libro “Soy de la U”, hace un relato fidedigno de los acontecimientos ocurridos, indicando que: “De este torneo, habría que poner en un marco el encuentro con Santiago Wanderers en Playa Ancha, lejos el partido más violento de la temporada. Se jugó el 18 de julio de 1976 y lo vi por televisión. Había once mil personas en las tribunas, arbitraba Lorenzo Cantillana, y en la cancha los jugadores sacaban chispas en cada encontronazo. Ganábamos 1-0 a los quince minutos del segundo tiempo cuando el juez expulsó a Verdugo, de Wanderers, por dos fouls descalificadores en contra de Ghiso. El partido degeneró”.

Y prosigue: “El árbitro Cantillana le cargó injustamente la mano a Wanderers, echó a dos más y el equipo de Valparaíso se quedó con ocho jugadores, mientras la U conservaba intactas todas sus piezas. Así y todo, Santiago Wanderers se las ingenió para empatar con un gol de Francisco ‘Chamaco’ Valdés cuando quedaban trece minutos para el pitazo final, y el partido se encendió más todavía. Wanderers defendió con dientes y uñas el empate a uno, pero finalmente un gol de Montenegro desniveló el marcador a favor de la ‘U’. La tormenta se desató. La versión wanderina es que la gresca comenzó cuando Esteban ‘Torito’ Aránguiz corrió después del gol a sacudirle la camiseta azul en la cara a Rubén Díaz, quien, con la sangre caliente y el corazón a mil por hora, respondió como hombre a la provocación y le encajó a Aránguiz un derechazo que lo dejó tumbado en el piso”.

Mouat agrega: “Mientras el ‘Toro’ Aránguiz era llevado de urgencia al hospital, donde se verificó que había sufrido un desprendimiento de retina que obligó a operarlo de inmediato, verdes y azules siguieron obsequiándose combos y patadas en el centro de la cancha. Arturo Salah, entonces delantero de la ‘U’ y mucho más tarde ponderado entrenador nuestro y de la selección chilena, y hoy presidente de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional, era uno de los más entusiastas luchadores, y sus vistosas arremetidas de karateca fueron recordadas durante años por la afición. Finalmente los ánimos se apaciguaron, y la ‘U’ terminó ganando 2-1, debido a que Cantillana expulsó a dos jugadores más de Santiago Wanderers y reglamentariamente no pudo reanudarse el encuentro, ya que solo quedaban seis de sus hombres en la cancha. Al término del partido, dirigentes de la ‘U’ explicaron con detalles lo sucedido a Esteban Aránguiz: “Primero Rubén Díaz le pegó un puñetazo, y luego vino Omar Berrio y le metió los dedos en el ojo para rematarlo”.

Para muchos, el gran culpable fue el árbitro Lorenzo Cantillana. En la foto, junto al arquero Ricardo Frez y al defensa Jorge Omar Berrio, reclamándole sus cobros (foto: diario El Mercurio).

 

¿Todos somos culpables?

Así se lo preguntaba la revista Estadio (N° 1.720, 27/07/1976) en su reportaje sobre la violencia en las canchas, a una semana de la gresca ocurrida en Valparaíso:

“El puñetazo con que Rubén Díaz dejó K.O. a Esteban Aránguiz no sólo causó un desprendimiento de retina en el jugador de la ‘U’, sino que desató los diques de la indignación en el ambiente futbolístico nacional.

La penúltima fecha de la primera rueda del torneo profesional 1976 pasará a la historia como la gota que rebasó definitivamente el vaso de la violencia en las canchas de fútbol: 14 jugadores expulsados, gresca total en Playa Ancha y un reparto masivo de tarjetas amarillas en la mayoría de los partidos disputados el penúltimo fin de semana.

El desolador panorama revivió la polémica en torno a un tema tan viejo como el fútbol: la violencia en el juego. Las páginas deportivas de los diarios se nutrieron durante toda la semana con antecedentes que más parecían propios de la crónica policial, y los telespectadores vieron una y otra vez el video del accidentado encuentro entre Universidad de Chile y Santiago Wanderers, precipitando un vendaval de declaraciones, desafíos, querellas judiciales, acusaciones, informes y contrainformes que todavía perdura.

Sin dejar de repudiar la conducta de los jugadores de Universidad de Chile y de Santiago Wanderers, especialmente de algunos cuyo comportamiento se aproximó a lo patológico o a lo delictual (Aránguiz fue operado el miércoles y el médico pronostica al menos ocho meses sin fútbol), el problema ni comienza ni termina con el análisis de la fenomenal gresca de Valparaíso”.

En la misma publicación se entregaban los antecedentes del caso:

“Estadio Playa Ancha de Valparaíso: expulsados (Juan) Verdugo, (Francisco) Quintero, (Fernando) Osorio, Rubén Díaz y (Francisco) Valdés, de Santiago Wanderers. Partido suspendido por el árbitro y una reyerta general, con intervención de todos los jugadores. El jugador Esteban Aránguiz, de Universidad de Chile, debió ser hospitalizado -posteriormente se le diagnosticó desprendimiento de retina en el ojo derecho- como consecuencia de un puñete que le propinó el defensa central porteño Rubén Díaz (Dirigentes de la ‘U’ aseguraron que tras el puñete, el defensa wanderino Omar Berrio le metió los dedos en el ojo a Aránguiz)”.

El ‘Toro’ Aránguiz recibe los golpes de parte de Rubén Díaz y Jorge Omar Berrio, mientras Héctor Pinto y Julio Guerrero van en su auxilio (foto: revista Estadio).

 

Opiniones

Pasados los días, los protagonistas del bochornoso espectáculo darían sus opiniones, cada uno desde su propia visión (revista Estadio N° 1.720, 27/07/1976):

Esteban Aránguiz (principal damnificado de la gresca en Playa Ancha): “Iba a abrazar a Montenegro por el gol, y Díaz que estaba desesperado a la pasada me pegó a la mala. Caí y me dieron 30 o 40 patadas. De inmediato me di cuenta de que me habían dado en el ojo, porque traté de abrirlo y no pude, me rompieron los dos párpados”.

Juan Verdugo (jugador de Santiago Wanderers, uno de los expulsados y castigado por cinco fechas por el Tribunal de Penas): “Yo no tuve intención de golpear, quise dar fuerza a la jugada. El árbitro exageró la medida y me expulsó, y yo recién había ingresado dos minutos antes”.

Lorenzo Cantillana (juez del cotejo): “Fue un partido difícil como cualquier otro. No puedo hacer declaraciones sobre los incidentes por orden del Comité de Árbitros”.

Renzo Arata (presidente del club Santiago Wanderers de Valparaíso): “El árbitro fue el culpable de todo lo sucedido”.

Domingo Massaro (veedor del partido de la discordia): “La reacción de Rubén Díaz debe ser analizada por un siquiatra. Cantillana es totalmente inocente de la violencia desatada por los jugadores. Ningún juez puede controlar si se antepone la mala intención”.

Desde el arranque del partido fueron constantes los roces entre los jugadores (foto: diario El Mercurio).

Esteban Aránguiz tendría una prolongada ausencia, ya que: “Fue operado de desprendimiento de retina a manos de la doctora Victoria Llorens, la misma que operó a Enrique Enoch, arquero de Unión Española. El jugador de la ‘U’ deberá estar entre seis y ocho meses alejado de las canchas para asegurar un completo restablecimiento, lo cual, traducido a fechas de torneo, le significa decir adiós al fútbol de la temporada de 1976. Los oftalmólogos afirman que la intervención quirúrgica constituyó todo un éxito. Sin embargo, ello no alcanza a atenuar del todo la pena del jugador, que tendrá que seguir desde los tablones la promisoria campaña que estaba cumpliendo su cuadro después de cuatro años” (revista Estadio).

Desde ese hecho en adelante, el cuadro universitario laico seguiría mostrando sus fortalezas, físicas y futbolísticas a la par con la reciedumbre hasta fin de temporada, clasificando a la liguilla de Copa Libertadores, la que se adjudicaría, ganando su derecho a participar en la justa continental de 1977, acompañando al campeón Everton de Viña del Mar.

En tanto, Santiago Wanderers, tras una primera rueda en que prometía mucho e incluso -en algún momento- llegó a estar peleando el liderato junto al cuadro viñamarino y Unión Española, a fin de temporada remataría en la octava ubicación con 33 puntos.

En el video a continuación se aprecian diversos momentos de la pelea que se describe: https://www.youtube.com/watch?v=Upnx-WtqxGI&t=60s

 
SANTIAGO WANDERERS 1-2 UNIVERSIDAD DE CHILE

18/07/1976. Fecha 16 Primera División 1976. Estadio Municipal de Valparaíso. Público: 11.008. Árbitro: Lorenzo Cantillana.

SANTIAGO WANDERERS: Ricardo Frez; Raúl González, Manuel Maluenda, Rubén Díaz, Raúl Aravena, Eduardo Cordero (Juan Verdugo), Claudio Mena, Francisco Valdés, Jaime Fonseca (Omar Berrio), Francisco Quintero y Fernando Osorio. DT Ricardo Contreras. 

UNIVERSIDAD DE CHILE: Hugo Carballo; Johnny Ashwell, Manuel Pellegrini, Heriberto Pizarro, Vladimir Bigorra, Esteban Aránguiz, Héctor Pinto, Jorge Socías, Jorge Neumann (Leonardo Montenegro), Arturo Salah y Jorge Luis Ghiso (Julio Guerrero). DT Luis Ibarra.

GOLES: Maluenda 11’ (ag), Valdés 74’ y Montenegro 88’.

TARJETAS ROJAS: SW: Verdugo, Osorio, Quintero, Díaz y Valdés.

Formación tipo de Universidad de Chile 1976. De pie: Hugo Carballo, Manuel Pellegrini, Vladimir Bigorra, Heriberto Pizarro, Johnny Ashwell y Esteban Aránguiz. Agachados: Arturo Salah, Héctor Pinto, Jaime Barrera, Jorge Socías y Jorge Luis Ghiso (foto: póster revista Estadio, 1976).

Formación de Santiago Wanderers ante Universidad de Chile. De pie: Ricardo Frez, Raúl González, Eduardo Cordero, Rubén Díaz, Raúl Aravena y Manuel Maluenda. Agachados: Claudio Mena, Francisco Valdés, Jaime Fonseca, Francisco Quintero y Fernando Osorio (foto: diario La Estrella de Valparaíso).

Fuentes:

  • Revista Estadio, años 1976, 1977
  • Diario El Mercurio de Valparaíso (años 1976 y 2020)
  • Diario La Estrella de Valparaíso
  • Libro “Soy de la U” (Francisco Mouat)
  • www.historiasdelfutbol.com
  • www.swandererspatrimonial.wordpress.com (dominio del autor)

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