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Fútbol en la Antártica

Por ASIFUCH

Existen áreas geográficas de nuestro planeta que despiertan en el hombre su carácter aventurero y temerario. Ya en 1773 el británico James Cook cruzaba por primera vez el círculo polar, denominando “terra incógnita” a este paraje de hielo que más tarde sería conocido como Antártica, en contraposición al Ártico, que en griego significa tierra de osos.

Desde esa época varios expertos marinos incursionaron en busca del polo geográfico del hemisferio sur, desde el alemán Fabián Gottlieb Von Bellingshausen al servicio de Rusia, el ballenero británico James Weddell, y luego varios expedicionarios que comenzaron a interesarse y mostrar fascinación por esta región polar, que contiene ecosistemas únicos y claves para la vida en el planeta.

A medida que se hacían más frecuentes los viajes hacia el continente blanco, el fútbol inglés comenzaba a internacionalizarse en el último cuarto del siglo XIX, cuando el balón comenzó a llegar a los puertos de los principales países del mundo, llevado por marinos e inmigrantes europeos, especialmente los británicos, los “inventores del fútbol moderno”.

Los pioneros

Hacia fines del año 1900, el fútbol se había practicado ya en la mayoría de los continentes a excepción de la Antártica, situación que se mantendría hasta 1911, cuando las expediciones del noruego Roald Amudsen y del inglés Robert Falcon Scott mantuvieron una carrera temeraria para llegar al Polo Sur geográfico, en donde las buenas decisiones de Amudsen le ayudaron a alcanzar la meta el 14 de diciembre de 1911, llegando 34 días después Scott y algunos de sus hombres.

Amudsen será recordado como el primero en llegar al Polo Sur, pero el viaje de Robert Falcon Scott y los videos filmados por los hombres de su expedición, demuestran hasta el día de hoy que su tripulación fue la primera en jugar de “manera informal un partido de fútbol” en el continente blanco. Lamentablemente el expedicionario inglés no viviría para contarlo, pues el cuerpo de Scott y dos de sus acompañantes fueron encontrados el 12 de noviembre de 1912 dentro de una tienda de campaña durante una expedición de búsqueda.

Si bien en mi libro “Fútbol en la Patagonia” (2010) cito a la expedición del irlandés Sir Ernest Schakleton de 1915 como los primeros en jugar fútbol en el continente blanco, ante la evidencia de fotos que inmortalizaron la epopeya de Schakleton, tomadas por el fotógrafo Frank Urley, la continua investigación y los videos encontrados años después de mi publicación, en los que sale la tripulación de Scott jugando en los duros hielos antárticos, me permiten en este articulo corregir dicha afirmación.

Años después, el gobierno chileno del presidente Pedro Aguirre Cerda dictó el decreto N° 1747 el 6 de noviembre de 1940, el cual fijó como límites del territorio chileno antártico los meridianos 53° y 90° longitud oeste. Ese paso y el respaldo de la visión geopolítica del general Ramón Cañas Montalva, apoyado por el presidente Gabriel González Videla, permitieron realizar la primera expedición chilena al territorio antártico entre enero y marzo de 1947, la cual buscaba reafirmar nuestra soberanía sobre ese territorio, inaugurando la base “Soberanía”, hoy Arturo Prat. Posterior a ese hecho histórico, la segunda expedición en 1948 buscaba afianzar la presencia chilena en el continente blanco con la creación de la guarnición militar “Bernardo O’ Higgins” en la isla Decepción.

Los hechos antes descritos fueron la antesala del primer “partido formal de fútbol en la Antártica”, cuando se delineó en témpanos de hielo endurecidos por el frío, una cancha de fútbol con sus respectivas áreas y arcos de madera con redes de pesca. El histórico rival sería una sección de ingleses pertenecientes a una estación meteorológica británica conformada, al igual que la chilena, solo por hombres jóvenes y robustos, siendo rivales perfectos para tan osada e inusual actividad deportiva.

Pero concretar el partido no fue fácil, los chilenos, entusiasmados y buscando la forma de distraerse, a la usanza antigua invitaron a los ingleses formalmente mediante una carta fechada el 9 de febrero de 1949, a medir fuerzas, pero el documento escrito no tuvo la respuesta esperada. Es más, NO tuvieron contestación para tan magno evento, lo que no aminoró las ganas de los chilenos por medir fuerzas con los inventores del fútbol moderno, por lo que decidieron, solo dos días después, enviar al teniente Jorge Thornton, vestido formalmente con uniforme de ceremonia, a dejar una nueva misiva, pero esa vez la invitación indicaba que, si no se aceptaba la invitación a jugar un partido de fútbol, la delegación chilena daría el encuentro deportivo por ganado, declarándose “Campeón del Continente Antártico”, y así lo harían saber a los medios de comunicación.

En tiempos en que la hegemonía del continente se disputaba en diversas esferas diplomáticas, este hecho hubiera sido muy mal visto por la embajada británica en Chile, por lo que  los científicos ingleses decidieron responder afirmativamente al desafío, indicando que no se quedarían atrás y advirtiendo que tenían transmisores radiales potentes con los que informaría la derrota del equipo chileno, por lo que aceptaban realizar el partido en la isla Decepción el 12 de febrero de 1949, fecha histórica para el deporte rey, ya que solo le faltaba un encuentro deportivo en el continente blanco para demostrar que la universalidad del fútbol no era ficción sino una realidad que quedaría demostrada al demarcar las líneas de una cancha de fútbol en los campos de hielo formados por miles de años con la rigurosidad del frio intenso, dando paso a la primera cancha de fútbol, improvisada, con dos arcos que serían mudos testigos de un hecho inusual e histórico.

En el paralelo 63 sur, a más de 3.000 kilómetros en línea recta de Santiago, capital de Chile, se medirían chilenos e ingleses, quienes lucharían por la supremacía y soberanía deportiva en la Antártica. El fútbol una vez más demostró ser un catalizador de unidad, donde 22 jugadores de dos naciones distintas, en buena lid y con verdaderos sentimientos de fraternidad, participaron de una actividad deportiva que los sacaba de la cotidianidad.

A las 17:00 horas, y con luz eterna, característico del continente blanco cada verano austral, estaba todo preparado para el partido de carácter continental, incluso los espectadores que no pagaron entrada, muy abrigados esperaban el pitazo inicial. Para impartir justicia buscaron un referí neutral, buscando al jefe de la base meteorológica argentina Orcadas, don C. Perrone, pero este no pudo llegar al trascendental encuentro, determinando los capitanes de ambos equipos designar a un suboficial chileno para impartir justicia.

Se pactó jugar dos tiempos de diez minutos por lado, suficiente para jugadores que vestían con calcetines de lana, botas o zapatos de esquí, verdaderas tenidas polares, siendo destacada la vestimenta del equipo chileno que, bajo sus gruesos sweaters, llevaban una camiseta blanca con una insignia con la letra “C”, que era la inicial de la fragata Covadonga, que fue con la cual llegaron a ejercer soberanía chilena en la Antártica.

Equipo británico

Al pitazo del juez comenzó atacando el equipo chileno, siendo bien contenido por los defensas ingleses. Después de mucho ir y venir, antes de que terminara la primera etapa, los chilenos se pusieron arriba en el marcador con un tiro libre a cargo del teniente de marina Luis Mansilla, que batió al fornido portero inglés, yéndose al descanso con ventaja chilena de 1-0.

En el segundo tiempo, con más amor propio que buen fútbol, los ingleses se fueron en busca de la paridad, pero encontraban un murallón en las manos del capitán Bonnafos que defendía la portería chilena.

El esfuerzo de los ingleses por empatar traería su recompensa cuando un delantero disparó abajo y esquinado para vencer la portería del segundo comandante de la Covadonga, que hasta ese momento se había lucido bajo los tres palos.

Tras el pitazo final, que llegó sin ver más goles, los abrazos y muestras de afecto disiparon las emociones negativas y acercaron en lo humano a dos naciones que, desde Santiago y Londres, se disputaban cierta hegemonía del continente blanco.

Para la posteridad, el equipo chileno alineó al arco con el capitán Bonaffos, el capellán naval Miguel Cadieux, el médico naval Beddings, Halves, el teniente de Carabineros Ibarra, los subtenientes de marina Badiola y Seemann, y en delantera el subteniente Ross y los tenientes Mansilla, Thorton (capitán del equipo), Venturini y  Araya.

Equipo chileno

 

El fútbol antártico no se detiene

En los años posteriores, las bases de los diferentes países apostadas en la Antártica realizan con entusiasmo encuentros de fútbol, a pesar de las dificultades que conlleva emparejar una cancha de hielo y delinearla con las cuerdas que utilizan los exploradores, científicos o militares que hacen soberanía para cada una de las naciones que se encuentran asentadas en esos parajes solitarios, realizando una verdadera hazaña al correr y mover el balón de un lado a otro bajo los varios kilos de ropa que les permiten capear el frío extremo.

En enero de 1988 se realizó el primer campeonato de fútbol entre los equipos de las bases Artigas de Uruguay, Bellingshausen de Rusia, Gran Muralla de China y Eduardo Frei de Chile, como una manera de estrechar aún más los lazos de amistad que se establecen en tan inhóspitos lugares entre hombres de diferentes idiomas y costumbres, pero con un denominador común, “el fútbol”. A la postre resultó ganadora la selección uruguaya, la que ejerció su localía en la isla Rey Jorge, donde está asentada la base Artigas.

El 14 de febrero del año 2006, en la base búlgara San Clemente de Ohrid, asentada en la isla Livingston, un total de 18 exploradores búlgaros y españoles jugaron allí un match, con la venia del CSKA Sofia, ya que dicho club facilitó las camisetas oficiales de su equipo a los eslavos. En el museo del club europeo, se encuentra el balón de partido, lo cual le dio cierto grado de oficialidad. Las notas de prensa sobre el partido relataron que los encargados de acondicionar el campo de juego fueron los ibéricos, y los balcánicos pusieron el balón, además de llevar la insignia del CSKA en el pecho. Se jugó con una temperatura de 7 grados Celsius en promedio. En este sui generis encuentro deportivo, se marcaron 6 goles por lado.

Bulgaros vs Españoles

El año 2015 el futbolista inglés David Beckham, embajador de la Unicef, entre las actividades desarrolladas ese año, jugó fútbol en los cinco continentes además de la Antártica, realizando un documental televisivo para la BBC, al igual como lo hicieran más de 100 años antes Robert Falcón Scott y Ernest Shackleton.

Durante ese mismo 2015, en la base de verano chilena Glaciar Unión, ubicada en glaciar del mismo nombre (reclamado por Chile), el 4 de diciembre se celebró un partido, entre un equipo compuesto por militares y científicos de dicha base chilena, y un equipo de la empresa norteamericana A.L.E. (Logística y Expediciones Antárticas por sus siglas en inglés). Vencería por 2-1 el cuadro del Glaciar Unión (Chile) al visitante A.L.E.

El clima, lo inhóspito del lugar y una infinidad de factores adversos, no han impedido que el fútbol, de alguna u otra manera, se celebre en el continente blanco, única entidad territorial en la cual la F.I.F.A. carece de jurisdicción, pero siempre ha existido un puñado de hombres que se han encargado de llevar la transversal pasión del fútbol hasta uno de los lugares más indómitos de la tierra, si no el más, la  Antártica.

Fuentes:

  • Revista Estadio N° 312 del 7/05/1949 (publicación de Óscar Pinochet de la Barra)
  • Diario de vida de Sir Ernest Shackleton
  • Diario de vida Robert Falcon Scott

Videos:

Autores: Pedro Jara y Gonzalo Flores

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