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El América de Rancagua, el cóndor aún vive

Por José Lizana

Homenaje a uno de los clubes más antiguos de la Región de O’Higgins

A principios del 1900 al sur de la Región Metropolitana existía la extinta provincia de O’Higgins, que a través de un pequeño polo de desarrollo rural, logró generar las primeras instancias vinculantes con el fútbol, atraídos por una incipiente industria del ferrocarril, y una aristocracia terrateniente emergida de los latifundios donde se escuchaba por primera vez de una práctica colectiva que atraía miradas en esos territorios. Los primeros atisbos fueron cimentados en la provincia contigua, cercana a un villorrio llamado San Vicente de Tagua Tagua, donde en 1908 emergió un oncena de primerizos footballers con el nombre homónimo de General Velásquez. Luego, muy cerca de aquella localidad, específicamente en Coltauco, surge el Unión Chilena F.C. en 1909.

La provincia no podía estar ajena a tamaño pasatiempo, y prontamente generó emblemáticos clubes para comenzar a desarrollar de forma muy temprana una liga. Así nacieron el Deportes Rancagua (1908), el Club Deportes Liceo (1908) y el Deportivo La Cruz de los alrededores de Rancagua, formado principalmente por obreros rurales (1909), para luego conformar la Asociación de Football de Rancagua (1915). Ello permitió organizar torneos y competencias y, sobre todo, fue un estímulo para el nacimiento de nuevos clubes, como el Inter S.C., Centro Escuela 1, Instituto de Rancagua; Deportivo Weir  Scott y Deportivo Graneros de la misma ciudad, y uno muy particular, el América Football Club.

El 1 de enero de 1916, en la calle Millán, entonces el último callejón hacia el sur de Rancagua, se fundó el club más prominente y exitoso de la ciudad y la región. Sus primeras prácticas, inspiradas por los “rojos” del Deportes Rancagua, motivaron a Eduardo Melero junto a unos chicos del barrio a crear una institución con un nombre “más grande” que el de sus futuros competidores. La tesis alude a que la referencia del nombre surge del América Football Club de Río de Janeiro, a propósito de un encuentro internacional de dicho equipo frente a la selección de Chile, con resultado de 3 a 2 favorable a la escuadra nacional el 18 de septiembre de 1913 en el propio Río de Janeiro. También la camiseta debía ser brillante como el sol, adoptado de los colores ferroviarios, área donde se concentraban mayormente las faenas de la ciudad y que se transformaba en un emergente polo de desarrollo minero.

Los casacas amarillas comenzaron a destacarse al año siguiente de conformados, obteniendo el torneo de Rancagua en 1917, para luego acumular, hasta 1941, más de 25 títulos de la Asociación y cuatro títulos regionales, lo que significó que importantes clubes de la Asociación Central de Futbol vinieran a medir sus poderíos a la ciudad.

La cancha Alameda, en la hoy Población Cuadra, era un bastión inexpugnable, situada en el centro de la ciudad transformándose en la casa oficial del club, permitiendo congregar en todas las actividades desarrolladas por la institución a un mar de peregrinos, no tan solo de la ciudad, sino que también de toda la provincia, lo que deja en evidencia que se estaba forjando un cuadro popular, el que congregó principalmente adeptos de los sectores rurales y comerciantes.

Así se hicieron vastamente conocidos una casta de buenos jugadores o “players”, como los hermanos Arriola: Rogelio, Hernán y Adán, además de Manuel Vera, Manuel González, José Manuel, Luis y Alejo Riquelme, y el mismísimo Eduardo Melero, quien posteriormente fuera alcalde de la ciudad y dirigente de la institución.

El América de Rancagua a principios de los 40 (foto: archivo del autor). 

 

Sus primeros 25 años se celebraron en 1941 con toda algarabía en la cancha Alameda, donde el América apabulló, con una actuación descollante del Luis ‘Chico’ Contreras, centro forward de temer, y de Julio Herrera, al cuatro veces campeón de la Asociación de Football de Santiago y la Asociación Central de Football de Chile, la Unión Deportiva Española (actual Unión Española), con un contundente 3 a 1.

Entre otras epopeyas del club habría que contar la honorífica derrota frente a Montevideo Wanderers de Uruguay, el 1 de abril de 1936,en un match con un aforo de 3 mil personas, el América fue superior en el juego cayendo por 2 a 1 ante una descollante actuación del portero rival; años más tarde en otra briga internacional frente al Alianza Lima de Perú, culminó con un empate 1 a 1, el domingo 9 de febrero de 1947, anulando las embestidas de un Alianza con gran desarrollo futbolístico.

Hinchada del América en la cancha Alameda, en la antesala del amistoso contra Alianza Lima de Perú en 1949 (foto: archivo del autor).

Plantel del glorioso América de Rancagua en la cancha Alameda, 1938 (foto: archivo del autor).



Obtuvo un reconocimiento importante como equipo “Regional” al coronarse cinco veces campeón de la Liga O´Higgins en 1923, 1934, 1938, 1941 y 1948, ese último año fueron invitados a participar de la DIVHA, División de Honor Amateur, la máxima categoría del fútbol amateur y la antesala en importancia de la Primera División del fútbol profesional chileno.

Con solo tres participaciones en la DIVHA (1949-1951), el América de Rancagua se transforma en 1952 en el primer equipo de la región, junto a Instituto O’Higgins, también de Rancagua, en formar parte de la Segunda División profesional del fútbol chileno, la que se conformó ese año como proyección de la DIVHA y como antesala de la máxima categoría. En 1953 y 1954 se consagran dos veces subcampeones del torneo haciendo localía en el Estadio Municipal de Rancagua, en la cancha Alameda y en el nuevo Estadio Braden Cooper Company, inaugurado en 1948 y que sería sede de la final para definir al campeón de la categoría en 1952 entre Palestino y Rangers de Talca, con resultado de 4 a 2 favorable a los primeros. El América obtuvo un honroso cuarto lugar ese año con 21 puntos, terminando el torneo con siete victorias, siete empates y siete derrotas, con 35 goles a favor y 31 en contra.

 

En la temporada 1953 el aurinegro quedó en la segunda posición de la segunda categoría junto a Instituto O’Higgins con 22 puntos (nueve triunfos, cuatro empates y cinco derrotas; 29 goles a favor y 19 en contra), siete puntos tras el campeón Thomas Bata, que desistió de ascender a la máxima categoría quedando desierto el ascenso ese año. Por desconocidas razones no se adjudicó el cupo al segundo. La lógica era un playoff, como en el torneo anterior, para desempatar la igualdad de puntaje entre América e Instituto O’Higgins.

A inicios de 1954, el club representativo de la aristocracia rancagüina, el Instituto O’Higgins, con el afán de superar la hegemonía de los casacas amarillas, fortalece su estructura fusionándose con otro club de la ciudad, el Braden, naciendo así el O´Higgins-Braden, que ese mismo año resultaría campeón del torneo de Segunda División con 30 puntos, invicto en 18 partidos), mientras que el América terminó en la segunda ubicación con 25 puntos (diez triunfos, cinco empates y tres derrotas; 43 goles a favor y 25 en contra).

Apenas terminado el campeonato, la Asociación Central de Fútbol (ACF), para no repetir la falta de nuevos equipos en el profesionalismo como en el año anterior, y para asegurar supuestamente que los clubes poseyeran una infraestructura económica estable y sólida para jugar en el profesionalismo, decide unilateralmente evitar el ascenso del campeón rancagüino estableciendo un estatuto que imponía al O´Higgins-Braden que, para ascender, debía fusionarse con su archirrival, bajo la premisa de que en el campeonato debía jugar “solo un club representativo por ciudad”. Lo destacaba la redacción de una revista Estadio de enero de 1955, en una editorial escrita por su director, Alejandro Jaramillo, la que señalaba: “La División de Ascenso y la División de Honor del fútbol profesional han dado a conocer una serie de argumentos que explican la exigencia hecha al “O’Higgins-Braden” (y al América de Rancagua) de fusionarse antes de ingresar al fútbol rentado. Cuerdos unos, no tanto otros; aceptables o no, significan una posición interesada, comercial, destinada a llegar mejor a los fines que busca el fútbol profesional al crear este organismo del ascenso y el descenso….O se fusionan o no ascienden. De no ser así, otro club y otra plaza serían los beneficiados”.

La imposición generó un intenso debate durante los primeros meses de 1955, ya que ninguno de los dos clubes aceptaba la fusión. El debate generó suspicacias interesantes. Deportes La Cruz de Valparaíso, que participó del torneo de Segunda División de 1954, por lo que, bajo el “nuevo estatuto”, no podría ascender si fuera campeón, porque ya militaba en Primera División Santiago Wanderers. Lo mismo ocurriría con la Universidad Técnica del Estado y Santiago National, ambos de Santiago (se sumaría al año siguiente Iberia, también de Santiago), por lo cual la misma revista Estadio hacía una humorada advirtiendo a dichos clubes que ni pensaran en ser “campeones del Ascenso, sino tendrían que fusionarse”.

América, junto a su presidente Manuel Riquelme, argumentó que no tenía problemas de continuar en la segunda categoría, y que no quería ser absorbido por sus rivales, porque el club tenía los argumentos suficientes para transformarse en una gran institución profesional, porque ya contaban una tradición cimentada en logros deportivos y posicionamiento. La encarnizada lucha de clases generada entre la aristocracia y el sector más popular de la ciudad, que era mayoritariamente “americano”, no permitían ni el más mínimo acuerdo entre los clubes. Personajes emblemáticos ligados a la política local como Patricio Mekis, quien fuera posteriormente presidente del Club Deportivo O’Higgins, Alcalde de Rancagua, Alcalde de Santiago y Diputado de la República, junto a otros ilustres ciudadanos de Rancagua, como el Diputado Baltasar Castro, persuadieron a ambos bandos a superar sus diferencias. Sin embargo, ante la posibilidad de desafiliación de ambos clubes, decretada por injerencia de los presidentes de la ACF Profesional de Chile, Guillermo Ferrer (1952-1954) y el rancagüino Juan Goñi Swiderski, en ejercicio al momento del caos (1955-1956), en conjunto con el presidente de la Federación de Fútbol de Chile, Carlos Dittborn, y el dirigente Nicolás Abumohor, sostuvieron la posible pérdida del cupo para la ciudad. El 7 de abril de 1955, tras muchas discusiones, los dos equipos de Rancagua se unieron para dar vida al Club Deportivo O’Higgins.

Equipo América de Rancagua sub campeón Ascenso 1954 (foto: diario El Rancagüino).

 

En el mismo año 1955, las últimas directivas de los tres clubes participantes de la fusión, el América de Rancagua, el Instituto O’Higgins y el Braden, los dos últimos previamente fusionados, decidieron organizar lo que sería la nueva institución, quedando un directorio poco equitativo, con ocho representantes del O’Higgins-Braden y seis del América, siendo elegido como presidente Francisco Rajcevich, que se sumaba a los demás integrantes del cuerpo dirigencial del Instituto O’Higgins y el Braden, siendo que el América quedó representado por Manuel Riquelme como vicepresidente y los dirigentes que lo secundaban en el aurinegro. Riquelme, al ver en los primeros meses que las decisiones tenían claras inclinaciones hacia la mayoría dirigencial del O´Higgins-Braden, decidió abandonar la institución junto con todos los ex americanos, aludiendo que el nuevo club era una proyección de su antiguo archirrival.

 

La gloria de América Football Club termina desapareciendo con la radicalidad de Manuel Riquelme, el que proclamó nunca más pisar el Estadio Braden para ver al nuevo club de la ciudad, cosa que cumplió cabalmente, relatan sus amigos más cercanos. Esa actitud se vio reflejada también en la gran parcialidad americana, que era muy popular, la que no adhirió al nuevo club, prefiriendo buscar otras aficiones. Junto con ello, se dictó un estatuto que decía que ningún club, dentro de los siguientes 50 años, podría denominarse América en Rancagua, lo que generó que la multitudinaria hinchada fiel a los colores aurinegros, formara otras instituciones en homenaje al club aurinegro, ahora de forma amateur en ligas de barrio, como es el caso del Juventud América de Rancagua, el América de Lo Miranda y el América de San Fernando. Ese legado también significó que, aún hoy, muchos viejos hinchas se junten en la plaza de la ciudad para conversar de las glorias del club, y con orgullo enarbolan aún los estandartes clásicos de la institución.

En 1955, el presidente del Club Atlético Boca Juniors, Alberto José Armando, solicitó a través de una misiva un estandarte del América para engalanar el museo boquense, el que por aquel entonces estaba en desarrollo. No es menor que sea el séptimo club más antiguo con el nombre América en todo el continente (17 clubes en total entre profesionales y amateurs), superado, entre otros, por el América Football Club de Río de Janeiro, que es el más antiguo (18 de septiembre de 1904), el Club Sol de América de Asunción, Paraguay (22 de marzo de 1909), el América Futebol Clube de Belo Horizonte, Brasil (30 de abril de 1912), Institución Atlética Sud América de Montevideo, Uruguay (15 de febrero de 1914), el América Futebol Clube de Natal, Brasil (14 julio de 1915) y América Sporting Club de Ecuador (31 de agosto de 1915).

Tertulia para el programa clubes nuestra historia del CDF 2015.

 

En el año 2013, un grupo remanente del antiguo club, quiso tener nuevamente el club vigente en los registros de instituciones con personalidad jurídica en la bitácora de la municipalidad de Rancagua, refundando nuevamente como un club social, con el afán de perpetuar el legado histórico a través del rescate de los nombres y hechos que forjaron su leyenda y, porque no, el de elevar al cóndor de su escudo a lo más alto nuevamente. Quedan grabados nombres de la época dorada como Leonado Bedoya, Luis Wilson, Carlos Bustos, Juan ‘La Perla Negra’ Vidal, el técnico Salvador Noscetti, Miguel Cornejo, Waldo Prieto, Gabriel Romo y Milton Puga, de la última etapa del Ascenso Profesional de 1954, entre muchas otras casacas amarillas.

Homenajeamos el ímpetu y espíritu de una institución emblemática que supo representar, hasta el día de hoy, el entusiasmo deportivo que demostraron desde principios del siglo XX los hinchas de la Región de O’Higgins por el fútbol, y al esfuerzo comedido de aquellos jóvenes visionarios que cimentaron un camino de glorias, desde un potrero en el campo hasta jugar mano a mano con equipos internacionales de gran tradición. Es una lástima que esta tremenda institución no haya proseguido en su cauce deportivo, porque con toda seguridad tenía todos los atributos y cualidades para haberse transformado en protagonista del fútbol chileno.

 

Ya lo dice su himno:

“Bajo el sol en la tierra fecunda,

entonemos la nueva canción,

y que en alas del viento nos llegue,

el sabor de una azul ilusión.

El América lleva en su nombre

un emblema hidalgo de amor,

y en los pechos de todos se oculta,

el deseo de un triunfo mayor”.



Feliz 107 años, Glorioso Aurinegro

Dedicado a la memoria de don Osvaldo Corral, Luis Cortés, Manuel Cornejo, Juan Vidal, y a la familia Arriola, como a  todos aquellos americanos que con su esfuerzo y sacrificio dieron identidad a esta exitosa institución. ¡El glorioso aurinegro aún vive!

 

Fuentes:

  • Gatica, Héctor: “Almanaque del fútbol chileno”.
  • Marín, Edgardo: “La Historia de los Campeones”.
  • “Historia del América de Rancagua”: revista 25 aniversario  del América de Rancagua, 1941.
  • Revista Estadio (diciembre 1954 a enero 1955).
  • Diario El Rancagüino (1955).
  • Álbum deportivo de Rancagua, 1936

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