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El Unión F.C. de Chillán, el primer verdugo de Colo-Colo

Por Danilo Mora

¿QUIÉN ES EL UNIÓN F.C.?

El Unión Football Club, nacido un 18 de noviembre de 1905, ha tenido actividad de manera ininterrumpida hasta el día de hoy, participando en la actualidad en la segunda división del fútbol amateur de Chillán.

Nació en los albores del siglo XX, al alero de un grupo de jóvenes que estudiaba en el Liceo de Chillán, destacando José María Ferrada, Rafael Baeza, Demetrio Castro, Julio Rojas, entre otros. Estos jóvenes se solían reunir en la plaza Sánchez, también conocida como cancha de Sánchez a jugar fútbol. Este sitio se ubicaba, según indica el historiador Marco Aurelio Reyes Coca, en el polígono que formaba la avenida Norte, actual Ecuador, calles Itata, Yerbas Buenas y avenida Oriente, actual Argentina. En la actualidad se encuentran emplazados allí los departamentos Arrau.

Fue en sus primeros lustros el indiscutido referente del fútbol local, que se agitaba al son de la disputa federativa que sostenían la Asociación de Football de Chile y la Federación Sportiva Nacional, y que localmente tenía como resultado dos asociaciones que aglutinaba cada una a un puñado de clubes que practicaban este deporte que pululaba y cristalizaba en la fundación de numerosos y efímeros clubes. Pronto el Unión F.C. logró hacerse del dominio del fútbol local, es que contar con jóvenes quinceañeros con despliegue físico que los más grandes no tenían, fue un factor que les permitió sacar ventaja a sus rivales.

Unión F.C. campeón copa Ilustre Municipalidad, 1911 (archivo autor).

Recién hacia fines de la década del 10, con la irrupción del Liceo Football Club, que posteriormente se llamaría Ñublense, vio amenazada su hegemonía y el resultado fueron entretenidas disputas entre dos enconados rivales que animarían encendidos derbys por más de cuatro décadas, luchando por arrebatarse mutuamente algún campeonato, hasta que los ‘diablos rojos’ se embarcan en 1958 en la aventura del Regional de Concepción y al año siguiente parten al fútbol profesional, dejando a Unión F.C. huérfano de un clásico rival.

La rivalidad con el Liceo F.C. surge, en primer lugar, por un factor netamente deportivo, dado que amenazó con desplazar su primacía; pero que el Liceo F.C. surgiera al alero de la misma casa de estudios desde la cual el Unión se nutría de jóvenes talentos, puso en riesgo su cantera y también fue un factor decisivo para explicar la rivalidad. En ese contexto, el Liceo F.C. surge como una alternativa para que los jóvenes de la casa de estudios jugaran por la misma institución que los formaba intelectualmente, pero de una manera formal e institucional, pues contaba con el respaldo del nombre del mismo Liceo de Chillán, a diferencia del Unión.

Insignia del Unión F.C., década de 1970 y 1980 (restaurada por José Otárola).

En 1959 el Unión también se aventuró a participar en el competitivo Campeonato Regional de Concepción, siguiendo la huella de su eterno rival, el Ñublense; pero lo hizo bajo la fórmula de una fusión con el Deportivo Español, formando el efímero Unión-Español. Esta amalgama no perduraría más allá de 1960, cuando abandona el torneo semiprofesional de la cuenca del Bío-Bío tras dos temporadas, rematando en los últimos lugares e inaugurando al año siguiente la división de ascenso del torneo.

Insignia del Unión F.C., década de 1990 (restaurada por Christian Poblete)

El uniforme del Unión F.C. utilizó desde los inicios franjas verticales de colores rojo y negro. Esto explica el apodo evidente de ‘rojinegros’ y ‘listados’. En el breve período de la fusión Unión-Español, los colores utilizados por el híbrido fueron rojo y blanco, manteniendo las líneas verticales en la camiseta. Su forma de jugar y tesón derrochado en el campo explica otro apodo: el ‘aguerrido’, del que pronto se hizo acreedor. Hoy día, por ser el club más antiguo de la ciudad, se le conoce como el ‘decano’.

Insignia actual del Unión F.C. (Club Deportivo Unión)

Hasta la década del ‘80 del siglo pasado, el Unión gozó de un presente deportivo auspicioso. No obstante, hacia fines del siglo XX y las primeras décadas del siglo XXI vendría una época compleja. Los clubes que se hicieron fuertes en la ciudad surgieron al alero de un barrio con el que se identificaron territorialmente y del que se nutrían de socios y jugadores, lo que no ocurrió con el Unión, que infructuosamente buscó arraigarse en diferentes sectores de la ciudad, viendo comprometida varias de sus series, transitando hasta el día de hoy entre la segunda y primera división de la Asociación.

Este mismo club que hoy atraviesa esta inestabilidad, logró hace casi un siglo atrás ser el primer equipo en vencer a Colo-Colo.

EL UNIÓN FC Y LA DERROTA PROPINADA A COLO-COLO.

Se iba 1925 y en los últimos días de aquel año, un murmullo crecía: el poderoso Colo-Colo vendría a la ciudad. El rumor se hacía cada vez más fuerte. El diario La Discusión del 30 de diciembre anticipaba la primicia: “El próximo domingo se presentará en nuestro field, el famoso cuadro metropolitano, ColoColo, hoy por hoy lo mejor que tenemos en el país (…) se enfrentará con el Unión de esta ciudad”[1], dejando ver en la edición del día siguiente la expectación e interés que la visita ‘alba’ provocó en los círculos deportivos de la zona, agregando además una breve descripción de cada uno de los jugadores del conjunto capitalino.

Colo-Colo, que por entonces tenía recién 8 meses desde su fundación, llegaba a Chillán en el marco de la gira al sur de Chile que llevó a cabo el novel club, desarrollada entre los últimos días de 1925 y las primeras semanas de 1926. El equipo de los hermanos Arellano causaba expectación, pues, pese a su corta vida, ya se había consagrado campeón de la División de Honor de la Liga Metropolitana de forma invicta, condición que había extendido en lo que llevaban de gira, siendo su último triunfo un 3-2 frente al combinado talquino compuesto por valores del Atlético Comercio y Deportivo Español. La Discusión destacaba además dentro de su palmarés haber ganado: “…al seleccionado de la Liga Nacional, Liga Obrera, Liga Santiago, Liga Periodística, al campeón del norte, al seleccionado de Chuquicamata, al campeón de la copa República de la Asociación Santiago, al Brigada Central y últimamente, el domingo pasado al Unión Deportiva Española”[2].

El plantel de Colo-Colo que cayó ante el Unión (Los Sports, N° 149, 1926)

Chillán, una ciudad pequeña, con un fútbol mucho menos competitivo que Santiago y otras ciudades del país, se veía revolucionada por la llegada del ‘cacique’. Iban recién 3 días del año, pero se podía asegurar que el lance sería el evento deportivo más importante de 1926 en toda la provincia.

El partido y su crónica

El enfrentamiento se desarrolló en la cancha del Unión F.C., ubicada al poniente de la avenida Brasil, frente a calle Cocharcas. No existen registros gráficos del campo, pero la superficie de la cancha carecía de césped, como la mayoría de las canchas de la época en el país. Era descrita por el diario local El Día: “Cuenta con expléndidas (sic) tribunas techadas y el campo mismo ha sido arreglado convenientemente. Con sus refacciones últimas la cancha presentará un hermoso golpe de vista”[3].

Previo al enfrentamiento, estaban programados dos preliminares para amenizar la tarde: las series infantiles del Unión F.C. vs el Liceo F.C., que empataron 1 a 1, seguidos del 12 de octubre vs Unión B, con triunfo para los primeros por 3-0. A las 17:30 horas comenzó el partido de fondo, con más de 2.000 espectadores y bajo el arbitraje de Carlos Tagle, pese a que el matutino de esa misma jornada había anunciado que el réferee sería el Sr. Huidobro.

El cuadro visitante saltó al campo de juego con su uniforme tradicional: pantalón negro, camiseta blanca; el Unión F.C. en tanto, lo hizo con tricota roja, abandonando para esta ocasión el tradicional listado rojinegro en sentido vertical.

Iniciada la contienda, el elenco albo de inmediato se volcó al ataque, teniendo réditos antes de los 5 minutos, cuando Olguín se escapa por la banda izquierda aprovechando su velocidad, sacando un centro que, según indica la crónica de El Día, “después de un entrevero en la valla de Zúñiga, el Colo-Colo marca el primer goal”[4]. El tanto, según narra La Nación, lo marcó David Arellano.[5]

Tras la diana visitante, el Unión se vuelca al ataque, llevando el juego a terreno rival casi la totalidad del primer tiempo, dando inicio tal vez a los mejores momentos de la línea de ataque del ‘aguerrido’. Es entonces cuando Víctor Castillo, de primera,conecta un balón con gran potencia a veinte metros de la portería rival, venciendo a Cataldo y decretando el empate parcial.

La algarabía del público, que celebraba lanzando sus sombreros al aire, contagió a los locales, que continuaron el dominio. Pronto llegó el segundo gol unionino, de una distancia similar al primero, tras una jugada en que Díaz eludió la marca de Cáceres para finalmente rematar al marco custodiado por Cataldo, que nada pudo hacer para impedir la ventaja rojinegra.

Víctor Castillo, goleador del Unión F.C. frente a Colo-Colo (Los Sports, 1926)

Lejos de conformarse con la ventaja, los locales buscaron noquear a invicto, y lo conseguiría antes de finalizar la primera parte por medio del inter derecho Víctor Castillo, que definió con un tiro potente tras un pase largo de Julio Wittke, marcando su segunda conquista de la tarde. El invicto de Colo-Colo peligraba seriamente. El mismo anotador, Víctor Castillo, meses después señalaría a la revista deportiva Los Sports que el momento más feliz de lo que llevaba de carrera en el fútbol, fueron “los dos goals que logré marcar contra el hasta entonces invicto Colo-Colo. Goals que consolidaron la victoria de los nuestros”[6], reflexionaba el goleador ‘listado’, reconociendo además que su jugador favorito lo enfrentó esa tarde; era precisamente David Arellano.

Tras el segundo gol, el puntero local, Díaz, había quedado resentido, por lo que su aporte al juego del equipo mermó drásticamente, en tiempos que no existían las sustituciones.

Luego del descanso, Colo-Colo volvió con energías renovadas y la claridad suficiente para reorganizarse en el ataque. La presión ejercida en el juego se tradujo en el segundo gol ‘albo’ marcado por Clemente Acuña, que sirvió un tiro libre devenido de una mano cobrada por el árbitro en las inmediaciones del área unionina. El tiro de Acuña dio en el marco del arco y “de rebote pega en la espalda de Zúñiga, produciendo así el segundo y último goal de Colo-Colo”[7].

Quedaban aún 25 minutos de partido, y la estrategia local de aguantar el resultado, sumado a la impericia del otrora elenco invicto, “restó brillo al partido, desde el momento que el Colo-Colo jugaba a una puerta, mientras sus contendores agrupados frente a su arco, se defendían como podían”[8].

La lucha fue ardua entre quienes buscaban mantener la ventaja a como diera lugar, y quienes batallaban por dar vuelta el marcador, o al menos, igualarlo; no obstante, el invicto colocolino ya era historia, al igual que la hazaña conseguida por el decano chillanense, que quedaría para siempre grabado como el primer verdugo del elenco capitalino. A ocho meses y quince días de su fundación y tras siete meses y cuatro días desde su debut en un campo de juego, luego de catorce partidos, Colo-Colo conoció la derrota en su visita a Chillán.

La prensa capitalina hizo eco del juego realizando algunos comentarios del partido. Se destacó que durante el primer tiempo los ágiles del Unión F.C. “atacaron la valla contraria de forma sostenida”[9] para luego, en el segundo tiempo, siguiendo indicaciones de sus dirigentes, “se concentraron exclusivamente a la defensa con el objetivo de mantener el score (…) agrupados frente a su arco, se defendían como podían”[10]. Sobre el ‘cacique’, sentenció que recién en el segundo tiempo logró brillar un poco: “lucharon ardorosamente a fin de recuperar su situación”[11], pero después del descuento en la medianía del segundo tiempo, “todos sus esfuerzos por descontarla desventaja fueron inútiles”[12], lo que sumado a un juego-espectáculo poco efectivo, no permitió que igualaran el marcador. Un matutino local detalló, por ejemplo, sobre Francisco Arellano: “se limita solo a hacer piruetas que halagan a las galerías, pero que ningún beneficio aportan a su equipo”[13].

El diario La Nación concluyó que el énfasis defensivo del cuadro chillanense y el ímpetu desordenado de los ‘albos’, que llevó el juego casi exclusivamente al terreno del Unión F.C., “restó brillo al partido”[14]. En Chillán se concluía sobre el ‘cacique’ que “la gran fama que traía el Colo-Colo no se vio confirmada, pues en ningún momento se le vio actuar en esa forma brillante y holgada según lo manifiestan las crónicas santiaguinas”[15].

Sobre los mejores del partido, hubo unanimidad en la prensa local y la santiaguina para elegir al defensor Julio Wittke como el jugador destacado. “El alma de la defensa local”[16], fue descrito por La Nación.Wittke precisamente se hizo acreedor del estímulo ofrecido por el director del Unión, Francisco Lagno, consistente en una medalla de oro, prometida para obsequiarla al mejor jugador de los locales. De Colo-Colo, fueron destacados por su rendimiento individual Cáceres, David Arellano, Acuña y Olguín, además del portero Cataldo, a quien exculpaban de los tres goles recibiendo, pues: “los goals que le marcaron fueron imbarajables”[17].

La emoción desde las galerías

En medio de la algarabía por el triunfo, varios deportistas de la ciudad “han ofrecido once medallas de oro como un recuerdo para los jugadores del Unión F.C. por la victoria del domingo”[18], señaló El Día, información que también fue replicada por La Nación en su edición de aquella jornada.

La afición local celebró cada gol unionino y fue descrito en su máxima algarabía: “sombreros al aire, saltos, abrazos y una ovación (sic) que duró largos momentos…”[19], y al término del match, no pudiendo dar crédito a lo presenciado: “El público delirante, hasta el estremo (sic), invade la cancha y saca en hombros a los jugadores del Unión”[20]. Según La Nación, los jugadores paseados en andas fueron Castillo y Wittke.

Pese a la euforia, la prensa local calificó al público como “muy culto, lo que es una honra más para Chillán”[21], aunque los corresponsales de La Nación caracterizaron a la parcialidad chillanense de “correcto, aunque demasiado entusiasta”[22]. Quisquilloso de aquel apelativo, Serafín Soto, ex secretario de la Liga de Chillán, justifica el entusiasmo excesivo reclamado por los corresponsales del diario santiaguino en una réplica publicada en el mismo matutino: “El público había estado muy entusiasta, es lógico y natural; pero dentro de la proverbial y reconocida corrección y cultura del público deportivo chillanejo”[23].

UNIÓN F.C. 3-2 COLO-COLO

03/01/1926. Amistoso. Cancha del Unión F.C. Público: 2.000 aproximadamente. Árbitro: Carlos Tagle. 17:30 hrs.

UNIÓN F.C.[24]: Zúñiga; Julio Wittke, Alejandro Péndola, Miguel Cuitiño, Márquez, Albornoz; Hernán Cuitiño, Francisco De La Fuente, Chamorro, Víctor Castillo y Díaz.

COLO-COLO: Eduardo Cataldo; Togo Bascuñán, Absalón Bascuñán; Francisco Arellano, Guillermo Cáceres, Juan Quiñones; Clemente Acuña, Humberto Moreno, Luis Contreras, David Arellano y Miguel Olguín.

GOLES: David Arellano (CC), Víctor Castillo (UNI), Díaz (UNI), Víctor Castillo (UNI) y Clemente Acuña (CC).

LOS PRETEXTOS ESGRIMIDOS POR LOS ALBOS PARA EXPLICAR SU DERROTA EN CHILLÁN.

Lo cierto, como todos los diarios lo señalan, es que el Unión F.C. jugó bien y esto se tradujo finalmente en la victoria; no obstante lo anterior, pronto, en la prensa capitalina, se comenzaron a leer motivos que justificaban la derrota ‘alba’ o algunos factores que les excusaban de haber sido superados por el Unión: lesiones de los protagonistas, un fuerte viento que dificultó el juego, o que el rival no era un club, sino un seleccionado de la ciudad, fueron las excusas esgrimidas para poner en entredicho la victoria del ‘aguerrido’. El historiador de la era amateur de los albos, Sebastián Salinas, esboza en su obra Por empuje y coraje. Los albos en la época amateur, 1925-1933, un posible error u orgullo herido de la dirigencia alba, y cómo no, si nunca antes habían perdido un partido. Cual fuera el motivo, las excusas de la dirigencia ‘alba’ no cayeron bien en Chillán y el diario El Día salía al paso la mañana siguiente rebatiendo los argumentos esgrimidos por los capitalinos a la prensa santiaguina, calificándolos de tendenciosos.

Alineaciones Unión F.C. vs Colo-Colo (Diario El Día)

El desgaste del plantel capitalino

Una de las tesis que se levantó para explicar la derrota era el cansancio y el desgaste de los visitantes derivados del viaje y el reciente partido solo dos días antes en Talca. En la edición del día que siguió al partido, La Nación detallaba que: “Antes del partido, el presidente de la delegación visitante declaró a los dirigentes locales que actuarían solo por cumplir un compromiso, pues la mayoría de los jugadores se encontraban lesionados después del reciente partido en Talca”[25].

El jugador número 12 ¿El viento?

Otro factor que para los ‘albos’ explica la derrota frente al Unión F.C. era el viento que se levantó a la hora del partido. 28 años después, la publicación Historia del club Colo-Colo. Campeón 1953, remarca que la derrota en Chillán se debió: “…en parte, al mal estado de la cancha y a un fuerte viento que corría esa tarde”[26]. Yendo a una fuente coetánea a los hechos, el diario La Nación explica que “Los locales se repusieron rápidamente y atacaron la valla contraria en forma sostenida, aprovechando la ventaja del viento, venciéndola tres veces durante la primera etapa”[27].

Sebastián Salinas, en su completa obra sobre la época amateur del ‘cacique’ explica que esta versión fue defendida por varios integrantes de aquel plantel: “Guillermo Cáceres, por ejemplo, insistió en que el viento fue real y vital para la derrota colocolina en Chillán”, citando una crónica del diario La Opinión de seis años después. El mismo historiador cita la publicación de Juan Jorge Faúndez, Colo-Colo, el equipo que ha sabido ser campeón, de 1991, que repasa con palabras que rayan la incredulidad, un pasaje del juego donde Olguín remató al arco, pero el balón fue devuelto hacia la cancha por el viento reinante, impidiendo la conquista colocolina.

El diario El Día describe en su crónica al viento como un participante del partido: “Al pitazo del réferee oficial de Santiago señor Tagle, los blancos inician la partida con el viento en contra”[28], y agrega un par de párrafos más adelante para describir el inicio del segundo tiempo: “Inician el periodo los del Colo-Colo con el fuerte viento a su favor”[29].

Se acredita la existencia del viento; no obstante, la influencia de este fue para ambos equipos, y no existen registros de que haya sido gravitante como se esbozó en la capital. Serafín Sotorefuta la decidida influencia del viento contra Colo-Colo durante el lance, indicando mordazmente en su alocución que: “…como en la referida información telegráfica se atribuye papel especial al viento y al sol, estimo que estos elementos fueron absolutamente neutrales en la contienda”[30].

¿Combinado F.C.?

Un último argumento que sobresalió para desmerecer el triunfo del Unión F.C. fue que el vencedor no era el Unión F.C., sino un seleccionado de Chillán. Lo cierto es que en Chillán, desde un primer momento se habló que el rival de Colo-Colo sería el Unión F.C. Así lo reflejan el diario La Discusión en sus últimas ediciones de 1925 y el diario El Día del 1 al 3 de enero de 1926. “Mucho interés ha despertado en los círculos deportivos la presentación que hará frente al Unión, el próximo domingo, el invicto Colo-Colo, campeón de Santiago”[31], indicaba, por ejemplo, La Discusión de Chillán el último día de 1925 en su escueta sección de deportes.

El único medio que previamente tilda al rival de los ‘albos’ como el seleccionado de Chillán es La Nación el mismo día del partido, informando: “En la tarde de hoy se medirá el poderoso cuadro del Colo-Colo de esta capital con el seleccionado de la Liga de Chillán”[32] y lo mismo hace el compilado de la historia alba de 1954, rotulando al rival del ‘cacique’ de aquella ocasión como el seleccionado de esa ciudad [33]; no obstante, el cuadro que venció aquella tarde fue el Unión F.C., aunque jugó con camiseta roja, abandonando el bicolor rojo y negro habitual. 

Julio Wittke y familia (Familysearch)

Lo que dio pie a que se hablara de un seleccionado, o más bien acusaran al Unión F.C. de galleteros desde el club de Arellano, fue la presencia de Julio Wittke Herrera, defensor nacido en Nueva Imperial, pero de muy niño avecindado en Chillán junto a su familia. Joven se hizo socio del club junto a sus hermanos, entre los que destacó Marcos Wittke, que en 1916 sería seleccionado nacional.

Julio se encontraba avecindado en Concepción, donde vivió el resto de su vida, y allí jugaba por el Arturo Fernández Vial; no obstante, era habitual para él visitar en verano a su familia en Chillán, momento que aprovechó ese 3 de enero para jugar por el club del cual seguía siendo socio. Esto levantó las críticas de los dirigentes colocolinos que lo veían como una ‘galleta’ por jugar oficialmente en otra asociación. Serafín Soto hace sus descargos, indicando:“Wittke no fue traído especialmente de Concepción para este partido. En esta época pasa sus vacaciones en Chillán al lado de su familia y es miembro muy antiguo del Unión F.C., cuyos colores ha defendido por espacio de 13 o 14 años, en compañía de sus cuatro hermanos” [34]. Era habitual que se realizara este tipo de refuerzo informal, particularmente si eran partidos que carecían de una connotación oficial. Otro medio chillanense explicaba sobre la inclusión de Wittke: “el único hombre del Unión no inscrito en la Liga es Julio Wittke, pero es socio fundador y considerado a perpetuidad como lo son Marcos Wittke, Carvallo y otros más” [35].

Desde el Unión, veían tan legítima la inclusión de Wittke como la de Miguel Olguín en Colo-Colo, que recién había debutado en Talca por Colo-Colo.

Lo cierto es que, para mala fortuna de los santiaguinos, Wittke fue uno de los valores con mejor desempeño en el Unión F.C. aquella histórica tarde. Fue un baluarte en los momentos en que incansablemente buscaban igualar el marcador e incluso dio la asistencia del tercer gol unionino.

Alineación Unión F.C. vs Liceo F.C. jugado tres semanas antes (La Discusión, 13 de diciembre de 1925)

Para refutar la tesis del seleccionado basta con comparar las alineaciones del Unión de aquella tarde con otras previas. Por ejemplo, coincide prácticamente en la totalidad de los hombres que jugaron el 13 de diciembre de 1925 contra el Liceo F.C., solo faltaba Muñoz, que fue reemplazado por el ya citado Julio Wittke. Fuera de no contar con Muñoz, el Unión resignó aquella tarde la ausencia de Vicente Rivera, su máxima figura en ataque, que tampoco jugó en diciembre ante el Liceo.

BALANCES DEL TRIUNFO ROJINEGRO Y LA DERROTA ALBA

No obstante, todas las excusas esgrimidas por el cuadro popular para justificar la derrota, este partido acrecentó el prestigio del Unión F.C., que por décadas recordó aquella hazaña la cual poco a poco fue nublándose en la frágil y voluble memoria colectiva. En su momento, puso a Chillán y al mismo ‘decano’ en el mapa futbolero del país, recibiendo felicitaciones de numerosos puntos de Chile vía telegrama.Tanta fue la euforia que en Chillán se concluyó de manera torcida que: “Con este triunfo el Unión se coloca, como en el año 1920 a la cabeza de los clubs de Chile” [36], sin ningún campeonato ganado de por medio, solamente comparando su triunfo con el escenario de seis años antes, cuando había derrotado a los campeones de las ligas de Santiago, Talca, Concepción y Talcahuano, tampoco con algún torneo oficial que lo confrontara con aquellos rivales, sino a punta de amistosos, frente a rivales de peso, pero amistosos al fin y al cabo.

El Unión sería desafiado varias veces por Colo-Colo,que buscó una revancha que nunca llegaría. Sebastián Salinas así lo declara, indicando que con posterioridad a la derrota en Chillán, el club de los hermanos Arellano“ hizo repetidas invitaciones al Unión para que viniera a Santiago a jugar la revancha, pero los chillanejos nunca aceptaron”[37]. El Unión F.C. supo desde el primer momento que aquel triunfo era un hito difícil de volver a conseguir y lo atesoró como tal, y como un buen apostador, supo retirarse a tiempo antes de poner en disputalo conquistado.

Para Colo-Colo, como para cualquier club de fútbol, conocer la derrota en algún momento era un destino inevitable, pero no por eso, menos dolorosa, aunque haya sido en un lance amistoso. Más allá de este primer tropiezo, la gira al sur del elenco capitalino fue fundamental en la construcción del fenómeno nacional en que se transformó con el paso de los años. Edgardo Marín y Julio Salviat contextualizan este recorrido por diferentes ciudades y pueblos del país catalogándola como: “una gira histórica; la primera gira nacional de un equipo chileno y la base de su actual popularidad en todos los rincones del país”[38]. La misma relevancia le atribuye Sebastián Salinas, complementando que los frutos de esta gira, tanto por el fútbol y la forma de jugarlo, la camaradería derrochada en cada ciudad, las visitas a diarios locales, las instancias en que se compartía con futbolistas de las ciudades que visitaba, “permitieron extender la fama y popularidad, ganando a los primeros hinchas de provincia”[39].

98 años después de aquella tarde de verano, los destinos de las instituciones que entonces se confrontaron han tomado distintos caminos; una se transformó en la más ganadora de la historia del fútbol chileno; la otra, no tuvo los mismos laureles, pero tiene el mérito de seguir subsistiendo, sorteando los embates que conlleva el amateurismo, creciendo junto con la ciudad y siendo epicentro de una actividad social y deportiva ininterrumpida por más de 118 años, con los viejos que sentados a la orilla de la cancha cada fin de semana traspasan de manera oral las empolvadas victorias de antaño, a veces confundiendo fechas y resultados, como esta, que en algún momento también ellos la oyeron de otros más viejos, y que ahora hacen sentir a sus series infantiles orgullosas de vestir los colores rojinegros del ‘aguerrido’ de Chillán.

[1] La Discusión, miércoles 30 de diciembre de 1925, p 6.

[2] Ídem.

[3] El Día, domingo 3 de enero de 1926. P 6.

[4] El Día, lunes 4 de enero de 1926, p 6.

[5] La Nación, lunes 4 de enero de 1926, p 13.

[6] Los Sports. 3 de septiembre de 1926. Los nuevos de los fields chillanejos. N° 182, p 14.

[7] El Día, lunes 4 de enero de 1926, p 6.

[8] La Nación, lunes 4 de enero de 1926, p 13.

[9] Ídem.

[10] Ídem.

[11] Ídem.

[12] Ídem.

[13] El Día, lunes 4 de enero de 1926, p 8.

[14] La Nación, lunes 4 de enero de 1926, p 13.

[15] El Día, lunes 4 de enero de 1926, p 8.

[16] La Nación, lunes 4 de enero de 1926, p 13.

[17] El Día, lunes 4 de enero de 1926, p 8.

[18] Ídem.

[19] Ídem.

[20] Ídem.

[21] Ídem.

[22] La Nación, lunes 4 de enero de 1926, p 13.

[23] La Nación, martes 5 de enero de 1926, p 15.

[24] Los jugadores que aparecen indicados solo con el apellido es porque se agotó infructuosamente la investigación tras sus respectivos nombres de pila.

[25] Ídem.

[26] Historia del club Colo-Colo. Campeón 1953. 1954. Santiago, Ediciones Deportivas, p 14.

[27] La Nación, lunes 4 de enero de 1926, p 13.

[28] El Día, lunes 4 de enero de 1926, p 8.

[29] Ídem.

[30] La Nación, martes 5 de enero de 1926, p 15.

[31] La Discusión, jueves 31 de diciembre de 1925, p 6.

[32] La Nación, domingo 3 de enero de 1926, p 35.

[33] Historia del club Colo-Colo. Campeón 1953. 1954. Santiago, Ediciones Deportivas, p 14.

[34] La Nación, martes 5 de enero de 1926, p 15.

[35] El Día, lunes 4 de enero de 1926, p 8.

[36] El Día, lunes 4 de enero de 1926, p 8.

[37] SALINAS, Sebastián. 2004. Por empuje y coraje. Los albos en la época amateur, 1925-1933. Santiago, CEDEP, p 92.

[38] MARÍN, Edgardo; SALVIAT, Julio. 1975. De David a Chamaco. Medio siglo de goles. Santiago, Gabriela Mistral, p 12.

[39] SALINAS, Sebastián. 2004. Por empuje y coraje. Los albos en la época amateur, 1925-1933. Santiago, CEDEP, p 65.

Agradecimientos:

  • A Marco Aurelio Reyes Coca, por realizar precisiones sobre algunos sitios del Chillán de inicios del siglo XX.
  • A Carlos López Verdugo, por la colaboración con material bibliográfico.
  • A José Otárola y Christian Poblete, por el trabajo de restauración de las insignias antiguas de Unión F.C.

Referencias:

  • Diario La Discusión, Chillán.
  • Diario El Día, Chillán.
  • Diario La Nación, Santiago.
  • Revista Los Sports.
  • Historia del club Colo-Colo. Campeón 1953. 1954. Santiago, Ediciones Deportivas,.
  • MARÍN, Edgardo; SALVIAT, Julio. 1975. De David a Chamaco. Medio siglo de goles. Santiago, Gabriela Mistral.
  • SALINAS, Sebastián. 2004. Por empuje y coraje. Los albos en la época amateur, 1925-1933. Santiago, CEDEP.

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