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A 50 años de la dramática definición por el descenso entre Palestino y Unión La Calera 1970

Por ASIFUCH

Se cumplen 50 años de una particular definición en el fútbol chileno. Palestino y Unión La Calera llegarían al final del torneo a disputar el descenso a Segunda División, lo que traería como desenlace que uno de los dos equipos bajara por primera vez en su historia. Palestino llegaba a la definición con 18 años continuos en Primera División, habiendo sido el primer campeón de Segunda División en 1952, y Unión La Calera, tras largos nueve años en la máxima categoría luego de haber sido campeón del Ascenso en 1961. Ambos cuadros, desde que existen, han sido siempre los equipos chilenos más identificados con la numerosa colectividad palestina en Chile (la más numerosa en el mundo), Palestino por cuestiones obvias; y Unión La Calera, porque los árabes son la comunidad extranjera más numerosa en la ciudad, donde, también, en proporción, están más concentrados que en cualquier otra urbe chilena. Además, encabezados por el hijo de palestinos Nicolás Chahuán Nazar y varios miembros de su familia, un grupo de entusiastas deportistas había fundado el club calerano el 26/01/1954, entonces como Deportes La Calera, para entrar a competir al Ascenso. Los Chahuán y compañía habían estado siempre inmiscuidos en los avatares del cuadro cementero.Y en la definición, palestinos de Santiago y de La Calera, desde siempre hermanados por sangre, tradición y afinidad, se enfrentarían en una lucha fraticida para salvarse del primer descenso, lo que implicaba inefablemente condenar al otro. El torneo de 1970 se jugaría en tres fases. La primera, al igual que en los dos años anteriores, separaba a los equipos en los campeonatos Metropolitano y Provincial, de ocho y diez equipos respectivamente, jugando en el Metropolitano los equipos de Santiago más O’Higgins de Rancagua, y en el Provincial el resto de los equipos de regiones. Para la segunda parte, la fase nacional, los equipos se dividirían en dos grupos de nueve equipos, en los que los mejores cinco de cada grupo de la primera fase arrancarían con puntaje bonificado.Para la tercera fase y final, los tres mejores equipos de cada grupo de la segunda fase lucharían por el título, mientras que los dos últimos disputarían el único descenso. Y no fue gratuito que Unión La Calera y Palestino llegaran a la instancia condenatoria.

La A.C.F. fijaba un tope de E$ 865.000 anuales por concepto de sueldos a cada club para esa temporada, lo que provocaría mayores ajustes en los planteles para encarar el torneo.

En el caso de Unión La Calera, acostumbrado a lidiar con apreturas económicas, como el equipo de la ciudad con menos habitantes con un club en la Primera División de Chile, el tope en salarios impuestos parecía acomodarle. El cuadro entonces presidido por Miguel Salipa Aguad, como no, miembro de la comunidad palestina calerana, mantenía desde el año anterior al técnico Sergio Cruzat, que se había mantenido todo ese año 1969 en la banca, a pesar de haber rematado en el penúltimo puesto y evitando el descenso sólo por dos puntos en desmedro de Unión San Felipe. La escuadra cementera había sufrido con el descenso, en años que bajaba un solo equipo, también en 1967, cuando también había terminado en el penúltimo lugar salvándose sólo por un punto, esa vez en perjuicio de San Luis..

Para ese 1970, entre los profesionales del cuadro calerano, respecto del año anterior se fueron siete jugadores, 13 continuaban y llegaron otros 11. Entre los que partieron destacaban el arquero argentino Ángel Francisco di Meglio, que fichaba en Lota Schwager, el defensor Manuel Torrejón, quien se fue al Audax Italiano, los volantes Hugo Bravo, a Antofagasta Portuario, y el campeón del Ascenso en1961 Héctor Leiva que se retiraba. El delantero uruguayo Pedro Graffigna que partía reforzar a Rangers en su estreno en la Copa Libertadores de América. Seguían el arquero Luis Libuy; los defensas Alejandro Mesías, Abel González, Germán Concha y Nelson Torres Espinoza; los volantes Víctor Guillermo Duarte y Norton Guajardo; y los delanteros Jorge Meneses, Héctor Tapia, Rómulo Betta, el argentino Felipe Bracamonte, el paraguayo Giuliano Aníbal Grisetti, y el gran Manuel ‘Mago’ Saavedra.

Llegarían refuerzos en todas las líneas. Para el arco llegaron Luis Gardella de San Luis y el argentino Ireneo Casco desde Argentinos Juniors. En defensa volvía, después de siete años, el central campeón de la Segunda División con los rojos en 1961, Fidel Zuleta; el lateral derecho chileno-español Pedro Arbiol desde la Universidad Técnica del Estado; y el central calerano Mario Caneo que asomaba desde las inferiores. En el mediocampo llegaban Rafael González Ortiz desde Deportes Colchagua, y el argentino Elvio Porcel de Peralta de Santiago Wanderers, donde había salido campeón en 1968 con los legendarios ‘Pánzers’. Para la delantera arribaban Jaime Aretxabala de Ferroviarios, Freddy Mena desde las inferiores, Mario Romero y el argentino Jaime Martinoli, puntero derecho surgido del Club Atlético Banfield y que llegaba desde Newell’s Old Boys, donde en 1969 había jugó poco y nada afectado por una úlcera. Antes, con Racing Club (1965-1968) fue campeón argentino en 1966, siendo goleador del equipo con 18 goles, para luego ganar la Copa Libertadores en 1967 y la Intercontinental del mismo año.

Jaime Martinoli, portada de El Gráfico del 27/09/1966

A pesar de los refuerzos, las pobres campañas que venía teniendo Unión La Calera se reflejarían en un escaso respaldo de la hinchada durante todo el año (el promedio de local apenas rozó las 3.000 personas), lo que se sumó a apremios económicos y la particular mala campaña. Y es que los rojos, para llegar a la definición del descenso, sólo sumaron escuálidos tres triunfos en todo el torneo (36 partidos), todos como local. Por lejos tuvieron el arco más batido de los 18 equipos con 80 goles en contra, más de dos por partido. Para comparar, Palestino sólo fue batido en 57 oportunidades. Sólo en un partido de los 36, los rojos mantuvieron su arco invicto, pero no les sirvió para ganar porque fue un amargo 0-0 como local.

Fue tan sombría la temporada para los cementeros, que incluso ese año fallecería Guillermo Arancibia Morales, el ‘Cebollita’, entonces utilero del club al que había llegado a trabajar en 1957. Incluso en su juventud había sido jugador del Calera Comercio, uno de los clubes que dieron vida a Unión La Calera en 1954. Tras su muerte lo reemplazaría su hijo Jorge Arancibia, que había estado ayudándolo en sus labores desde 1968 con apenas 14 años, y quien, hasta el día de hoy, ya con 50 años en el cargo, sigue trabajando como utilero en el club, siendo el utilero del fútbol chileno que más años ha desempeñado su labor ininterrumpidamente en un mismo equipo, todo un récord de fidelidad y sacrificio. Además, y a pesar de nunca haber sido un gran goleador, el aporte de la figura del ‘Mago’ Saavedra, afectado por lesiones, sólo se redujo a 21 partidos en el año y sólo un gol.

Unión La Calera 1970: Arriba: Fidel Zuleta, Alejandro Mesías, Germán Concha, Ireneo Casco, Abel González y Víctor Guillermo Duarte. Abajo: Rómulo Betta, Elvio Porcel de Peralta, Felipe Bracamonte, Manuel Saavedra y Jaime Aretxabala (foto diario La Tercera).

Para Palestino eran tiempos en los que hubo que luchar contra los problemas económicos en general, donde los dirigentes siempre estaban ‘al debe’ con los jugadores.

En 1968, con Adolfo Rodríguez en la banca, el equipo remató en un meritorio cuarto lugar en la fase final, pero que tuvo que sufrir la retirada del legendario Roberto ‘Muñeco’ Coll a los 43 años tras 16 años en el equipo. En 1969, producto de sueldos impagos, el equipo decidió declararse en huelga luego de que los dirigentes incumplieran sus promesas de pago, lo que derivó en que varios jugadores no se presentaran a jugar un partido contra Santiago Morning, ante lo que el club decidió presentar una mezcla de juveniles y jugadores amateurs. Insólitamente Miguel Nasur (ex jugador del club y retirado hacía un lustro, y dirigente por aquel entonces) se puso los guantes para atajar en ese partido (derrota 0-1 ante Santiago Morning el 23/08/1969). En ese momento se produjo un quiebre entre el técnico Sergio Lecea y la dirigencia, pues el primero apoyaba a sus dirigidos. Con todos esos problemas, no fue extraño que Palestino no clasificara a la fase final del campeonato, rematando sexto entre nueve equipos en su grupo de la segunda fase (avanzaban tres por grupo).

Para 1970, presididos por Víctor Gidi, hubo cambio de entrenador, pues los dirigentes nunca le perdonaron al anterior técnico el haber apoyado a los jugadores en la huelga por sueldos impagos. A causa de ello, llegó Isaac Carrasco, ex futbolista con buenas campañas dirigiendo a equipos de Segunda División, y quien había iniciado su carrera como entrenador precisamente en Unión La Calera en 1966.

En cuanto a los refuerzos, para ese 1970 llegaron el experimentado Jaime Ramírez Banda, Héctor Acevedo, Hugo Herrera (desde Universidad de Chile), Raúl Ramos (portero, desde O’Higgins) y el goleador argentino Óscar Fuentes. Pero las bajas fueron de peso: partieron Raúl Angulo, Jorge Infante, Gerardo Castañeda y el portero Juan Carlos Moreno, mientras que Julio Gallardo y José Moris estaban seriamente lesionados. Caso aparte fue el de Nelson Torres Flores, quien debió cumplir nueve fechas de suspensión pendientes del torneo anterior por haber protagonizado serios incidentes contra el árbitro en un partido contra Green Cross.

El plantel además estaba conformado por buenos jugadores como Orlando ‘Chocolito’ Ramírez, Julio Gallardo, el argentino Carlos Rubén Villagarcía, Víctor Manuel Castañeda y Gustavo Cortés, entre otros, por lo que daba la idea que el equipo daría muchísimo más de lo que terminó rindiendo.

Torneos Provincial y Metropolitano

Unión La Calera arrancó el Provincial con un empate de visita y un triunfo de local, pero tres derrotas seguidas llevaron a la salida de Sergio Cruzat. Lo reemplazó el carismático argentino Donato Hernández, que volvía a la banca cementera tras una década. Pero nada cambió mucho, ya que Donato arrancó con dos empates y cuatro derrotas, como el 1-5 ante Green Cross como forastero. Volverían a ganar sólo en la fecha 12, con un 3-1 recibiendo a Lota Schwager. Fue el segundo triunfo y el primero tras nueve partidos (dos empates y siete derrotas), por lo que los rojos seguían últimos, ahora a tres puntos de su antecesor, Santiago Wanderers. Pero fue sólo un espejismo, ya que no ganarían más en el Provincial. Vendrían derrotas contundentes, como el 0-4 en casa de Huachipato, y el 1-4 visitando a Deportes La Serena, para cerrar el Provincial con tres empates consecutivos, dos de ellos en casa y, el último, un 0-0 con Antofagasta Portuario, en el primer partido en que los rojos no recibían goles en el torneo tras 17 partidos. Unión La Calera remató último en el Provincial con apenas diez puntos, producto de dos triunfos, seis empates y diez derrotas, cuatro puntos por detrás de Santiago Wanderers, el rival más cercano. La campaña fue pésima (27,8 % de rendimiento), sólo dos triunfos como locales (más cuatro empates y tres derrotas) y siete derrotas como visitantes (más dos empates).

Luego de la derrota ante Huachipato por la fecha 13 del Provincial, el delantero paraguayo Giuliano Aníbal Grisetti, influenciado por su representante y compatriota Epifanio Rojas, se había declarado en rebeldía partiendo a Europa a intentar fichar por algún club.

Palestino, de campaña sólo regular, luego de comenzar el torneo Metropolitano con un 4-4 ante la Universidad de Chile, cosechó cuatro derrotas seguidas, ante Audax Italiano (1-4), la Universidad Católica (2-3), Colo Colo (0-2) y la Unión Española (0-2).

Levantaron cabeza con un 3-1 sobre Magallanes para cerrar la primera rueda con un 1-1 visitando a O’Higgins. En la rueda de revanchas comenzaron de forma similar, cayendo 0-2 ante la ‘U’, para luego empatar 2-2 con Audax Italiano y caer 3-2 ante la Universidad Católica. Ante la mala campaña y la crisis económica del club, tras las primeras fechas de la segunda rueda, se le pidió al antiguo dirigente Enrique Atal que ‘salvara’ al equipo, lo que tomó como un desafío personal, asumiendo la presidencia y preocupándose de los jugadores y los líos de dineros que aquejaban al cuadro de colonia.

Cuando nada parecía variar, Palestino experimentó un alza en su juego en los últimos cuatro partidos de la fase, derrotando a Colo Colo por la cuenta mínima, cayendo luego con la Unión Española también por 0-1, para cerrar la fase con dos triunfos, 2-0 sobre Magallanes y 3-2 frente a O’Higgins. Así, Palestino sumó sólo cuatro triunfos, tres empates y siete derrotas, cerrando la fase en un sexto puesto con 11 puntos (39,3 % de rendimiento) y superando sólo a dos equipos en la tabla de posiciones (Audax Italiano y Magallanes).

Fase nacional del torneo de 1970

Ya en la segunda fase del torneo, donde participó en la Serie A, Unión La Calera sólo confirmó lo mal que venía. A la racha de seis partidos sin ganar con que los rojos culminaron el Provincial, sumarían un arranque en la fase nacional para el olvido, sumando otros 15 partidos sin conocer la victoria. Tras partir con un 1-5 visitando a la Universidad Católica, en la segunda fecha reciben a la Universidad de Chile en un duelo que haría historia.

Fue el 9/08/1970, y cuando los rojos ya caían por 0-1 con los azules con gol de Guillermo Yávar, el defensor de la ‘U’ Manuel Rodríguez Vega fue con la plancha sobre Elvio Porcel de Peralta, falta que era para expulsión, pero el árbitro Juan Carvajal ni siquiera lo amonestó. Sin pensarlo, el jugador calerano las emprendió contra el zaguero, lo persiguió pero no pudo darse el gusto de vengar aquella falta. Alberto Quintano intentó calmarlo, pero llegó el juez Carvajal, y el golpe que Porcel de Peralta tenía guardado para Rodríguez se lo llevó el juez de la contienda. El calerano prácticamente se fue antes de que lo echaran a camarines, y tampoco vio la expulsión de Manuel Rodríguez. No habría más goles en el partido que se cerró con una nueva derrota para los rojos. Conocidas eran las “malas pulgas” del recio volante nacionalizado chileno, que reconocía que no le gustaba ni sabía perder. Llevaba nueve años en el fútbol chileno y sus antecedentes eran conocidos por todos, pero al menos nunca había fracturado a un rival. Casi todas sus expulsiones se habían debido a su explosivo carácter. Sólo tres días después del incidente, Porcel de Peralta sería sancionado a perpetuidad para jugar al fútbol profesional, castigo que se extendía a todos los países agrupados en la F.I.F.A. El jugador decidió apelar, pero no fue escuchado por la A.C.F. Al no poder volver a jugar fútbol profesional en Chile, reclamó ante los tribunales laborales porque estimó que le estaban coartando su derecho a trabajar. Al cabo de dos años ganaría el juicio recibiendo una importante indemnización. Pese a ello, nunca más jugó fútbol ni en Chile ni en el extranjero, siendo ese el fin de uno de los jugadores más rudos que haya pasado por los pastos nacionales.

En el partido siguiente, un 1-1 visitando a Deportes Concepción, Giuliano Aníbal Grisetti volvía a jugar un partido tras casi dos meses. Como llevaba tanto tiempo sin volver a Unión La Calera, el cuadro cementero, que tenía su pase, lo amenazó con acudir a la F.I.F.A. y denunciarlo por abandonar su contrato, lo que surtió efecto ya que Grisetti, que infructuosamente había intentado fichar en Yugoslavia y Francia, volvió a Unión La Calera. La mala campaña seguiría con otros cinco empates y cuatro derrotas, entre ellas un 1-5 ante Huachipato y un 0-3 ante la Universidad de Chile, ambas como visitantes.Ya por la fecha 13 de la segunda fase Unión La Calera sumó un meritorio 1-1 visitando a Antofagasta Portuario, que de poco servía, considerando que el rival venía hacía rato peleando el último lugar de la serie con los rojos. Así, luego de otro 1-1 recibiendo a O’Higgins y un 0-3 visitando a Audax Italiano, se produce un nuevo cambio en la banca, salía Donato Hernández y asumía de emergencia el ex defensor del equipo René García quien, para sorpresa de muchos, debuta con un triunfo en casa de 3-2 sobre Huachipato, siendo ese el primer triunfo calerano tras más de cinco meses, en los que acumuló 11 empates y diez derrotas. Los escasos 2.295 espectadores que llegaron al municipal calerano fueron testigos, además, del único gol que el ‘Mago’ Saavedra marcaría en el torneo. Quedaban dos fechas por disputarse y los cementeros se permitían soñar, pero sólo fue otro espejismo. En la penúltima fecha cayeron 0-2 visitando a Lota Schwager, derrota que implicó la salida de la banca de René García tras sólo dos partidos.Unión La Calera llegó a la última fecha prácticamente condenado a jugar la liguilla por el descenso, con dos puntos menos que Antofagasta Portuario. Los ‘cementeros’ recibirían a Rangers y los nortinos a O’Higgins, ambos el 6/08/1970, pero la diferencia de gol favorecía a los antofagastinos por ocho goles. Mientras los rojos, con el experimentado jugador del plantel Rómulo Betta más una comisión directiva en la banca, caerían por la cuenta mínima, Antofagasta Portuario empató 1-1 dejando a los cementeros tres puntos más atrás en el fondo de la tabla. La campaña en la fase nacional de Unión La Calera fue tan mediocre (27,8 % de rendimiento) que implicó sólo un triunfo, ocho empates (cuatro como locales) y nueve derrotas (cinco como visitantes), marcando 18 goles y recibiendo más del doble (37).Por su parte Palestino, a pesar de su relativo buen término en la primera fase, en la segunda, donde jugó en la Serie B, arrancó de la peor manera, con tres derrotas consecutivas, saliendo de perdedores con un 2-2 en casa ante Green Cross. La campaña siguió mal, sumando luego tres derrotas y dos empates. Entre esas derrotas estuvieron las recibidas en las visitas a Everton y Rangers, ambas por 2-4. En la fecha diez, primera de la segunda rueda, el equipo tocó fondo. Recibían a Santiago Wanderers, que marchaba en la penúltima posición, dos puntos sobre el propio Palestino. Se veía la ilusión de abandonar el último lugar pero cayeron por 0-1, lo que motivó la renuncia del técnico Isaac Carrasco, quien reclamó “faltas a la disciplina (comprobada en algunos casos) y de irresponsabilidad profesional” entre los jugadores. Quizás el único que se salvaba era Jaime Ramírez. Héctor Ortega asumió la banca de Palestino y “ratoneando” logró un 0-0 recibiendo a Colo Colo, intentando ganarse la confianza de sus jugadores. Luego llegó un 2-3 ante la Unión Española y un 0-0 en el sur ante Green Cross. Se notaba que el equipo estaba totalmente desorientado, pues recién en la fecha 14 registraría el primer triunfo en esa fase, un 4-1 recibiendo a Everton, un golpe anímico positivo tras ocho derrotas y cinco empates.Con más amor propio que fútbol Palestino cerró la fase nacional con un 3-3 ante Magallanes, la derrota en casa por 1-2 ante Lota Schwager, y finalmente dos triunfos: 3-1 en casa ante Rangers y 2-0 visitando a Deportes La Serena. Si bien esa buena racha final en la Serie B, cuando parecía que realmente sí se entregaron sus jugadores, no les bastó para librarse del último lugar de su serie, quedando condenados a jugar la definición por el descenso, sí les permitía ilusionarse de cara al emparejamiento con Unión La Calera.

Palestino cerró la Serie B con sólo 13 puntos (36,1% de rendimiento), con solamente tres triunfos, siete empates y ocho derrotas, aunque ninguna de ellas fue por más de dos goles de diferencia, recibiendo más de tres goles sólo en dos ocasiones, las anteriormente mencionadas por 2-4, ante Everton y Rangers, en la quinta y octava fechas respectivamente. Es decir, perdía, pero sin una abismal diferencia, varias veces debido al buen rendimiento del meta Enrique Strauch.

Unión La Calera y Palestino, los colistas de ambas series, definirían en partidos de ida y vuelta qué equipo jugaría en el Ascenso en 1971, definición que comenzaría a jugarse sólo cuatro día después de que ambos terminaran sus magras participaciones en la segunda fase del torneo.

Si hubiera empate en puntos tras los encuentros de ida y vuelta, sin importar la diferencia de goles, se iría a un tercer partido en cancha neutral. Y en caso de terminar empatado ese probable tercer partido, se deberían jugar dos tiempos suplementarios de 15 minutos cada uno. De persistir la igualdad se definiría por la diferencia de goles de los dos primeros encuentros.

Para enfrentar la liguilla por el descenso Unión La Calera recurriría a un viejo conocido. Llegó a la banca cementera el argentino José María Lourido. Su experiencia podía ser clave en la definición. El  ’Gitano’ Lourido, campeón chileno con Everton en 1950 y 1952, se había retirado como jugador en Unión La Calera el año 1955. Luego, como técnico, había dirigido a los rojos entre 1965 y 1966, ninguno de esos años completo, y a Everton en dos oportunidades distintas en la segunda mitad de la década del 60, más una tercera ese mismo año 1970, pero sólo hasta septiembre. Si aseguraba la permanencia se llevaría E$ 10.000 extras y un contrato por dos años.

José María Lourido (foto revista Estadio).

La definición se jugaría en un clima hostil, con acusaciones de doping y jugadores mal inscritos, además de las suspicacias y rivalidades entre los árabes que seguían a Palestino y los que hinchaban por Unión La Calera. La histórica figura cementera, el ‘Mago’ Saavedra, lesionado, no vería acción en la liguilla. La corta espera fue tensa. Tras campañas derechamente mediocres de ambos equipos, parecía que recién entonces ambos planteles sopesaban todo lo que se jugaban. Para la definición por el descenso el plantel calerano pasaría una semana completa concentrado en la hostería Scala de Milán en Olmué

 

LA IDA: Palestino 3-2 Unión La Calera

El primer partido de la serie se jugó en el Estadio Santa Laura el jueves 10/12/1970 ante 6.623 espectadores, sólo cuatro días después de la última fecha del torneo. El partido, dirigido por Carlos Robles Robles, sería de trámite parejo y se definiría por errores puntuales de los rojos. A los 6’ los rojos perdían 0-1 con gol de Nelson Torres Flores, pero Jaime Martinoli empataba en los 24’, llegando al descanso igualados a un gol. A los 4’ del complemento Palestino se ponía 2-1 arriba con gol de Óscar Fuentes, pero nuevamente Martinoli, tan sólo un minuto después, dejaba las cosas 2-2. Palestino, a través de Jaime Ramírez, puso el 3-2 definitivo a los 59’. El portero calerano Ireneo Casco, a pesar de ser figura del partido, no pudo evitar la derrota cementera.

Palestino había jugado como para asegurar su permanencia en Primera División, y no era exagerado decir que pudo obtener un triunfo aplastante como para llegar tranquilos a la revancha de La Calera, pero sólo ganó 3-2. Y no sólo eso, agrandó al rival. “Si él partido dura cinco minutos más, lo perdemos”, dirían los propios palestinistas. Y así fue. Palestino pudo haberse impuesto por más de dos goles de diferencia según las oportunidades que tuvo, pero apenas sacó la mínima diferencia. Una diferencia sicológica, porque Unión La Calera, que estaba en el suelo, se levantó vigorosamente ante tanto error, ante esta verdadera premonición del destino. Hugo Herrera, Orlando Ramírez, Óscar Fuentes y Nelson Torres Flores quedaron no una, sino varias veces con sólo el arquero Ireneo Casco al frente -¡y aun sin él- y no acertaron con el marco. Esa tarde, ni Enrique Strauch, el guardavallas que durante el año se batió él solo contra algún ataque, tuvo tranquilidad para que la victoria tricolor fuera todo lo expresiva que debió ser.

El juez Carlos Robles Mella según la revista Estadio: “Dio una lección de arbitraje, siempre cerca de la jugada, oportuno en los cobros y atinado en la aplicación de la ley de la ventaja”.

Ireneo Casco, actor principal en la derrota 2-3 de Unión La Calera ante Palestino, no alcanza el balón en un entrevero pese a la compañía de sus zagueros.

 

LA VUELTA: Unión La Calera 4-0 Palestino

Sólo tres días después del juego de ida, el domingo 13/12/1970 el Estadio Municipal de La Calera, Unión La Calera recibiría a Palestino con la obligación de ganar para seguir con vida y postergar la definición del descenso a un tercer partido. Cualquier otro resultado implicaría volver a Segunda División después de 13 temporadas en la máxima categoría. Además, cualquier triunfo por más de un gol de diferencia le daría a los caleranos la opción de mantener la categoría con sólo un empate en el tercer partido (incluido el alargue). Si en el partido en Santa Laura los centros sobre el área de Palestino habían encontrado un peligroso receptor en Felipe Bracamonte, pareció ser eso lo que motivó a Héctor Ortega a correr el riesgo de jugar con Víctor González en la zaga, un hombre más recio y de contextura más similar a Bracamonte, aunque muchísimo más lento que Walter Bilbao, que salió del equipo para darle cabida a González, bajo la excusa de un supuesto esguince de tobillo.

Por primera vez en el año Unión La Calera congregaría tanta gente en casa. Los 8.379 espectadores que llegaron, incluyendo 1.209 socios locales y 123 de Palestino, fueron testigos del mejor partido de Unión La Calera en el año, ya que los rojos lograron imponerse claramente por un contundente 4-0, un marcador que no lo esperaba nadie, ni el público del estadio ni ninguno de los equipos, marcador que obligaba a un tercer partido definitorio en campo neutral.

Como el empate le bastaba a Palestino para salvarse, Unión La Calera salió a ganar con todo, y fue un verdadero huracán, sobre todo en los primeros minutos. Constantes ataques frontales y por los flancos permitieron a los rojos abrir la cuenta a los 8’, nuevamente gracias a Jaime Martinoli, esa vez mediante tiro penal. Tan sólo tres minutos después, Víctor Guillermo Duarte, quien sería la figura del partido, eludió a cinco rivales, además del arquero, para con un golazo poner el 2-0. Sólo iban 11 minutos, y de nuevo aparecieron los fantasmas en Palestino, ya fuera por la poca decisión ante las jugadas de gol, o por la poca concentración de sus jugadores. Para revertir el panorama, los tetracolores deberían afrontar lo que restaba con una decisión que no había tenido en todo el año. Temprano en el partido ya estaba revertido el resultado de la ida y, mejor aún, los dos goles de diferencia, hacían que al eventual tercer partido los rojos llegaran con la ventaja de que les serviría el empate para salvarse. Esa tempranera ventaja de dos goles permitió a los cementeros controlar el trámite del juego ante el apoyo constante de todo el estadio. Los puntos parecían quedar en casa, pero había que asegurar una buena diferencia de goles en miras a un probable empate en el tercer partido o una posible remontada de Palestino.

Para el segundo tiempo Palestino saltó a la cancha con Luis Pinto en lugar de Víctor González, y Unión La Calera salió a jugar con la misma oncena y actitud inicial. Así las cosas, en los 62’ Felipe Bracamonte marcaba el tercer gol calerano en el arco de Enrique Strauch, estableciendo una diferencia que, a esas alturas, parecía más que tranquilizadora, sobre todo por lo que se veía en la cancha. Cuando, igual que en la ida, Palestino fracasaba frente al arco calerano, el subconsciente entraba a trabajar, como haciéndoles ver a los tetracolores que no había que gastarse inútilmente, que más convenía guardar energías para el ya casi ineludible tercer partido, que se jugaría apenas 48 horas más tarde. Sólo nueve minutos después de marcar el 3-0, Bracamonte marcó el cuarto gol calerano con un golpe de cabeza a 17 minutos del final, con lo que el objetivo calerano para el partido parecía logrado con creces y, mejor aún, incontrarrestable. Justo después de su segundo gol, Bracamonte saldría reemplazado por Rómulo Betta y, de ahí hasta el pitazo final, ambos equipos no ofrecerían mucho más, dando la impresión que en las mentes de los jugadores ya se comenzaba a jugar el tercer partido.

Tras el pitazo final los palestinistas se retiraron cabizbajos a camarines. El ambiente no era de fiesta, pero los jugadores no se vieron desesperados. El que sí se vio irritado fue el Presidente de Palestino Enrique Atal, y no precisamente por el rendimiento de sus jugadores, si no que por el del médico de turno. Se había anunciado que en el partido se realizarían exámenes al azar para evitar cualquier sospecha de doping, pero por un lamentable olvido no se realizaron. Atal se mostró enojado y desconfiado: “Fue a hablar con el médico de turno y me dijo que había olvidado traer los instrumentos necesarios, ¿cómo es posible? Yo no afirmo nada, pero me habría ido mucho más tranquilo si se hubiese hecho el examen. Nunca he dudado de la honestidad en el fútbol chileno, pero si se anunció una medida, era para cumplirla”. A medio siglo del partido, un hincha de Palestino que estuvo presente en La Calera, recuerda con suspicacia: “Nunca había visto correr así a los caleranos, especialmente a Duarte”.

Si bien las sospechas de Palestino, obviamente incomprobables, fueron parte del folklore y la desesperación de la angustiante definición, la mala campaña árabe ese 1970 no tenía discusión, y los cuatro goles caleranos tampoco, por lo que más que denuncia, parecía la búsqueda de una excusa ante la derrota. Lo claro es que mientras Unión La Calera pareció comprender lo importante de establecer una buena diferencia en la revancha en casa, y así encaró el partido, Palestino pareció distraído y casi confiado en lograr un empate sin mucha aplicación, cuando el juego mostrado en todo el año decía lo contrario. Eso sí, el arbitraje de Rafael Hormazábal estuvo fuera de cualquier cuestionamiento. La revista Estadio publicó sobre el referí: “Oportuno en los cobros, atinado en la aplicación de la ley de la ventaja. Ni una sola falla. En La Calera, Rafael Hormazábal estuvo también muy cerca de lo perfecto”.

Bajo el titular: “En La Calera abusaron con el ‘bobre’ paisano”, el diario La Tercera del día siguiente señalaba la claridad con que el cuadro del cemento se había impuesto forzando a un tercer partido.

Primero se anunció que, de ser necesario, el tercer partido se jugaría el martes 15/12/1970 en el Estadio Sausalito de Viña del Mar. Luego, sorpresivamente, el miércoles 16/12/1970 se dijo que se cambiaba para el Estadio Nacional, y no se volvió a hablar del asunto hasta que se hizo necesario. Después de ganar en Santiago, Palestino confiaba con regresar de La Calera con al menos un empate y olvidarse de un tercer partido, pero después del 0-4 todo era confusión en los árabes. Desde Santiago les anunciaban que la A.C.F. decidió finalmente que el tercer partido se jugara en Viña del Mar el 15/12/1970, como se había definido inicialmente, y comenzaron las quejas de las huestes palestinistas, que pretendían jugar en el Nacional: “Este es un acuerdo unilateral, nadie nos consultó para nada. Fue el Presidente de Unión La Calera el que propuso Viña del Mar. ¿Y a nosotros no nos toman en cuenta? Si ellos piden Viña del Mar, nosotros proponemos Rancagua. Y si no hay acuerdo, por lo menos vayamos a un sorteo”. Pero los regentes de Palestino no previeron que las intenciones de jugar en el Nacional eran totalmente inútiles, ya que en ningún caso era un terreno neutral. La desesperación de estar tan cerca del posible descenso parecía que no los dejaba pensar.

Portada de La Tercera lunes 14/12/1970: “A muerte será tercer partido”

Grande era el optimismo que reinaba en los jugadores de Unión La Calera en la mañana previa al tercer partido. Todavía seguían concentrados en la Hostería Scala de Milán en Olmué, donde esperaban con absoluta calma el decisivo pleito.

José María Lourido, en la concentración en Olmué, señalaba: “Lo único que nos ha molestado aquí en la concentración fueron las declaraciones del Presidente de Palestino. Tantas precauciones que él solicitaba, cuando él mismo es testigo que aquí y en todas partes se juega derecho”.

LA GUERRA DE LOS 6 DÍAS” bautizaría el diario La Tercera a la definición entre árabes y caleranos. Los factores se hablan invertido, ahora era Unión La Calera el que sólo necesitaba el empate.

Aquí posan los jugadores caleranos en la concentración en Olmué, junto a una rueda de carreta, punteando las guitarras y entonando una alegre tonada, la que esperaban seguir cantando cuando finalizara el tercer partido ante Palestino. Arriba: Pedro Arbiol, Abel González, Fidel Zuleta, Rafael González y Rómulo Betta. Abajo: Víctor Guillermo Duarte, Felipe Bracamonte y Héctor Tapia.

 

EL DESEMPATE: Unión La Calera 1-1 Palestino

Sólo dos días después del juego de vuelta, el martes 15/12/1970 a las 18:00 hrs. se definiría todo. Al Estadio Sausalito de Viña del Mar llegaron casi tantos espectadores como habitantes tenía La Calera, y también llegó público de Everton, que en su mayoría apoyaría a Unión La Calera. Unión La Calera movilizó a millares de hinchas, estimándose en unos 8.000 caleranos los que llegaron a la zona costera de la región. El partido sería presenciado por un total de 13.673 espectadores.

En las tribunas se entremezclaba gente de la colectividad árabe que apoyaba a Palestino y otros a Unión La Calera. Los santiaguinos no se podían explicar cómo sus congéneres de La Calera podían apoyar a otro equipo que no fuera Palestino. Se vieron varias escenas de santiaguinos encarando a los árabes caleranos, aunque infructuosamente. A los árabes caleranos no se les podía quitar su camiseta y corazón rojo, ni el alma cementera. Incluso se recuerda a Bichara Chahuán Nazar, hermano de Nicolás, quien respondía a los árabes santiaguinos cuando le hacían notar su sangre árabe: “Primero que nada soy calerano”, frase que repetiría muchas veces hasta su muerte el año 2010. Entre los santiaguinos que encaraban a los caleranos destacaba un enfervorizado palestinista de 28 años, Luis Misle, más conocido por su pseudónimo artístico de Luis Dimas.

El elenco palestinista llegaba como favorito por su plantel. Además contaba con el supuesto favoritismo de las autoridades del fútbol y en el mismo arbitraje, por ser equipo de Santiago. Extraño resultó para algunos el retorno de Walter Bilbao a la zaga de Palestino, ya que sólo dos días antes se había perdido el partido anterior por una supuesta lesión. En tanto, para motivar al plantel calerano, el Presidente Miguel Salipa había prometido un automóvil a quien convirtiese un gol ante Palestino.

El partido, que sería dirigido por Domingo Massaro, fue lo que se esperaba, de juego áspero y, en algunos momentos, mal intencionado, con acciones nerviosas en las que el fútbol estuvo ausente. Aunque no habría expulsados, la rudeza reinó, a veces inescrupulosamente.

El elenco calerano salió a defenderse, agrupando a mucha gente en su zona y saliendo de contragolpe, vía Aretxabala y Duarte. El desempeño de la zaga, guiados por la inteligencia y experiencia de Abel González, sería efectivo. Por su parte, Palestino salió a buscar el triunfo, único resultado que le servía, pero pese a dominar gran parte del encuentro le faltaría claridad, y a veces fortuna, porque cuando no estuvo el arquero Casco, estuvieron los palos para salvar al conjunto cementero. El cuadro capitalino se vería más entero, con más físico y dominio de balón, a diferencia de los caleranos, que sentían en su cuerpo el peso de las batallas de días atrás. A la media hora de juego, Palestino se puso en ventaja con gol de Óscar Fuentes, mientas los rojos batallaban y evidenciaban cansancio. Sólo el inmenso coraje y amor propio mantenía a los cementeros, que lograrían el empate a los 36’ por intermedio del paraguayo Grisetti, que convirtió tras pase de Martinoli, manteniendo a Unión La Calera con vida.

Antes de terminar el primer tiempo un remate de Orlando Ramírez rebotó en la arista interna del horizontal calerano y volvió a la cancha, para caer finalmente en las manos de Casco. Nadie podía asegurar que la pelota traspuso íntegramente su circunferencia, la línea de valla o las líneas imaginarias sobre ella pero, por la importancia del partido y el equilibrio en el marcador, las huestes palestinistas se deshicieron en reclamos, infructuosos todos ellos. El segundo tiempo fue casi un monólogo por parte de los árabes, con los rojos defendiéndose con todo e incursionando con esporádicos contragolpes, siendo la oportunidad más clara un tiro en el palo de Óscar Fuentes. Así, empatados 1-1, terminarían los 90 minutos reglamentarios, por lo que el descenso tendría que jugarse en dos tiempos suplementarios

Los 30 minutos suplementarios tuvieron características similares a los 90 previos. Mientras corría el reloj, la emoción cundía en las tribunas y galerías. El aliento estridente de los hinchas caleranos que bajaba al campo de juego se hacía ensordecedor, los jugadores rojos aguantaban el resultado despejando la pelota hacia donde fuese cada vez que caía en su zona. Había que aguantar como fuese los últimos minutos, el empate servía. Las piernas ya no daban y la tensión en el ambiente hacía que el tiempo se detuviese. Hasta que sonó el pitazo final por parte del juez y se pudieron ver las escenas más indescriptibles de alegría, casi como si se hubiese conseguido un título. Lágrimas, ataques de histeria, carreras desenfrenadas, llantos regando el césped del Sausalito y un marco impresionante de aficionados que en las graderías dieron rienda suelta a su alegría contenida. Era el espectáculo esperado por los caleranos, Lourido lo había logrado.

Luego de 120 minutos de una cerrada y emotiva lucha, finalizó la tragedia en tres actos que protagonizaron ambos cuadros. Palestino bajaba tras 18 años ininterrumpidos en Primera División. Tras dos horas de angustia, en la cancha se vivieron las dos caras de la moneda. Por un lado la euforia calerana por la salvación, y la llorosa pena de los descendidos. ¡Unión La Calera sigue en Primera División! ¡Palestino se va al descenso! A los caleranos aún les quedaban energías como para dar una vuelta olímpica, mientras en un triste rumbeo, arrastrando los pies, los palestinistas volvía cabizbajos al camarín.

En estos tres partidos, Unión La Calera luchó como no lo hizo ni en el torneo Provincial, ni en la Serie A de la fase nacional, y si hubiera tenido durante todo el año el respaldo de su público que se vio al final, quizás no habrían llegado a sufrir tanto.

Abel González anticipa la salida de Ireneo Casco para despejar de cabeza (foto revista Estadio).

Se salva Ireneo Casco. El gol que siempre reclamó Palestino. Tras el remate de Orlando Ramírez el balón ha golpeado el horizontal y da el bote en plena línea de gol (foto diario La Tercera).

Ireneo Casco se queda con el balón mientras jugadores de Palestino reclaman que la pelota había entrado al arco calerano (foto revista Estadio).

Unas de las pocas llegadas caleranas sobre el arco de Strauch. Grisetti y Bracamonte urgen al meta mientras Víctor Castañeda le cubre las espaldas (foto diario La Tercera).

Luego del infartante partido definitorio, titulares y reservas, directivos y algunos hinchas fueron llegando al camarín calerano. El primero en llegar fue Casco y el último Duarte, quien llegó sin camiseta. Ahí todos los presentes se fundieron en un abrazo junto a los que habían estado en la cancha. En un costado, con los ojos llenos de lágrimas, el Presidente Miguel Salipa Aguad miraba el espectáculo y, apenas hubo un par de segundos de silencio, gritó con todo lo que quedaba de fuerza: “Muchachos, a bañarse rápido para irnos al Scala de Milán a celebrar el triunfo. Nosotros pagamos, no se preocupen de nada, será una fiesta inolvidable”. Urras y gracias acompañaron las palabras del timonel del club. Un periodista del diario Clarín que se encontraba al interior del camarín le preguntó qué era eso de la Scala de Milán, ante lo cual el dirigente contestó: “Mire, es un hotel que está en Olmué y es ahí donde justamente nos concentramos. Dejé dicho que, si seguíamos en Primera, pusiesen todo a disposición de nosotros. Estábamos tan seguros de ganar, que ordené a los muchachos dejar su ropa allá”.

 “¿Y los premios a los jugadores?”, prosiguió el periodista. “Ah, esos serán pagados rápidamente. Ganaron dos partidos y les corresponden $ 2.000.000 por cabeza. Además, tienen ese mismo premio extra. O sea, que en total, ganaron $ 4.000.000, aparte de un bailoteo, donde les ponemos todo y les puede dejar una buena torta extra. En estos momentos de felicidad no nos podemos preocupar de gastos. La cosa hay que celebrarla y que sea de la mejor manera posible”, respondió campante Salipa.

El eufórico técnico José María Lourido reconoció la superioridad de Palestino en el tercer partido, pero defendía la honorabilidad de sus jugadores: “En estos momentos estoy muy emocionado, pero también tengo que ser sincero conmigo mismo, y eso es reconocer que hubo un rival superior a nosotros en la cancha, superioridad que no se reflejó en el marcador por esas cosas del futbol. Mis muchachos tuvieron problemas derivados del esfuerzo que significaron los otros partidos. Cuando esas dos pelotas que pegaron en los palos no quisieron entrar, me dije: Lourido, este partido no lo perdemos. Y así nomás fue. ¡Si Unión La Calera no puede desaparecer del futbol de Primera División! No es un barrio ni una entretención para un grupo de mecenas, es una ciudad a la cual hay que respetar”, y continuaba: “Los directivos de Palestino están equivocados al pedir exámenes antidoping a mis jugadores, yo digo que esos caballeros están equivocados conmigo. Volví a Unión La Calera porque me gusta el fútbol. Ahí tienen esos caballeros a mis jugadores, para que les hagan los exámenes que quieran. Que elijan, pero de antemano les digo que se equivocaron de hombre…”.

Entre los jugadores caleranos la alegría cundía y sus reacciones fueron variadas. El portero Ireneo Casco sollozaba en un rincón: “No lloro de felicidad, lloro de rabia. La hinchada nos trató muy mal durante el año. Especialmente a Martinoli y a mí, nos dijeron de todo. Creen que, por ser extranjeros, venimos a robarnos la plata. Hoy les hemos demostrado que somos honestos. Pero cuando me acuerdo de todo eso, me da rabia. Por eso lloro”. Felipe Bracamonte por su parte declaraba: “¡No pude dormir en toda la noche!, nunca me había sucedido algo igual en toda mi carrera, espero poder seguir en el club…”, y Jaime Martinoli, visiblemente fatigado luego de los 120 minutos de lucha, sostenía: “Esto es de muerte. En Argentina me tocó definir tres veces el título de campeón, pero lo de hoy es distinto, no se lo doy a nadie. Estoy conforme con el resultado. El partido fue fuerte, demasiado duro, pero nosotros ganamos bien”. En tanto el defensor Pedro Arbiol se jactaba: “Orlando Ramírez me escupió en la cara y me la comí calladito. Después voy y cobro con un rodillazo en el muslo que prácticamente lo dejó fuera del partido”.

El sempiterno dirigente Nicolás Chahuán tuvo, durante la hora del triunfo, un mea culpa dirigencial: “Estoy feliz con la victoria. Pero reconozco que la situación por la que hemos pasado en parte es culpa de nosotros. Para el próximo año haremos todos los esfuerzos necesarios para que esto no se vuelva a repetir. Felicito a los jugadores por su extraordinario cometido. De ellos es el triunfo”. Don ‘Nico’ también mostró su satisfacción: “Nunca un empate me había dejado tan feliz, esto es un verdadero triunfo para nosotros. El comportamiento del equipo, especialmente el de la defensa, fue heroico. Quiero felicitar públicamente a los muchachos por la demostración de heroísmo que ofrecieron en la última media hora. El estímulo del público fue fundamental. Puede ser que esto sirva de lección. Si Unión La Calera jugara con el aliento que tuvo en estos partidos, sería uno de los equipos grandes, no les quepa ninguna duda”.

En la otra cara de la moneda, en el camarín de Palestino la consternación era tanta que los dirigentes pidieron a la prensa salir unos minutos. Lo que ahí se diría, nadie externo lo sabría, pero cuando la prensa volvió a entrar lo peor había pasado. Entre la tristeza y los gritos de ‘volveremos’ en el camarín, Gustavo Cortés fue quien lo decía con más fuerza: “Todos tuvimos parte de culpa de que esto sucediera. Va a ser una experiencia que no olvidaremos. Pero le puedo decir una cosa, vamos a volver. Yo me comprometo, junto con los demás jóvenes del equipo, a dejar a Palestino nuevamente en Primera División. Volveremos, se lo juro que volveremos”.

Por su parte, el Presidente Enrique Atal no se conformaba con el resultado: “Palestino hizo méritos más que suficientes para ganar. Para mí, el tiro de Ramírez fue gol. La pelota entró después de picar en el horizontal, pero Cantillana (guardalíneas), que estaba mal ubicado, no lo quiso validar para no comprometerse”. Ya hablando sobre lo que venía, Atal señaló: “No vamos a omitir sacrificios para volver a Primera. Todos los jugadores, menos Julio Gallardo y Víctor Castañeda, tienen contrato vigente, de modo que vamos a mantener y reforzar el plantel. Esto es sólo un accidente, que nos servirá de experiencia para que no se repita”. También le preguntaron a Atal sobre si el equipo se fusionaría o si se disolvería, pero fue categórico: “Palestino no se fusiona con nadie, y menos pensar en disolverse. Eso es absurdo. El club es una institución, más que un equipo de fútbol, y tiene fuerzas como para encarar el difícil desafío de una temporada en Segunda División. El equipo sólo estará transitoriamente en el campeonato de Ascenso. Dentro de lo que permiten los reglamentos, el cuadro se reforzará de manera de jugar como si peleáramos el título”.

Segundo ‘Calocha’ Chahuán abraza con efusividad a Jaime Aretxabala tras asegurar la permanencia. Justo sobre la cabeza del pequeño hincha que los sigue asoma Nicolás Chahuán Nazar, hermano de Segundo Chahuán (foto revista Estadio).

Abel González de rodillas para expresar su emoción tras el término del partido. Atrás, José María Lourido abrazado de Pedro Arbiol, y Nicolás Chahuán, que es abrazado por Germán Concha (foto diario La Tercera).

Rómulo Betta consuela a un impenetrable Jaime Ramírez (foto revista Estadio).

Héctor Tapia intenta levantar a Miguel Negrete (foto revista Estadio).

Celebran exhaustos Jaime Aretxabala, Giuliano Aníbal Grisetti y Felipe Bracamonte sin camiseta. Más atrás, a la derecha, Segundo Chahuán.

El ‘Mago’ Saavedra (a la izquierda), de civil, se abraza de Jaime Aretxabala. A su lado festejan Germán Concha, Felipe Bracamonte y el utilero Erik Paluba (foto diario El Mercurio de Valparaíso).

Gustavo Cortés rompe en llanto en el hombre de Juan Aguad, gerente de Palestino (foto revista Estadio).

El alto mando palestinista, acompañado de dirigentes de otros clubes, se dirige a camarines (foto revista Estadio).

El camarín de Palestino con el descenso consumado (foto revista Estadio).

Portada de La Tercera miércoles 16/12/1970: “Terminó la guerra de los 6 días: Palestino desciende”.

Definido el descenso, suspicacias que en el partido en La Calera se habían generado en el seno de la dirigencia palestinita, se harían públicas y se procedió a hacer la denuncia: el jugador Pedro Arbiol Costales era español y, con él, Unión La Calera estaría pasado en la cuota máxima de cuatro extranjeros en cancha. La dirigencia palestinista se dedicaba a buscar datos y antecedentes que demostraran lo anterior para presentar el respectivo reclamo ante la A.C.F., cosa que sucedió en reunión privada el miércoles 16/12/1970 a las 21:00 horas, con lo que Unión La Calera perdería los encuentros por secretaría y tendría que descender. Pero en los tres partidos de la definición, por Unión La Calera jugaron los argentinos Ireneo Casco, Jaime Martinoli, Felipe Bracamonte y Giuliano Aníbal Grisetti, más el español nacionalizado Pedro Arbiol. Además, en el plantel calerano estaba originalmente el argentino Elvio Porcel de Peralta, quien había sido suspendido de por vida por agredir al árbitro Juan Carvajal el anterior mes de agosto, pero que se había nacionalizado chileno en 1968.

El ente mayor del fútbol chileno de inmediato revisó su archivo y comprobó que efectivamente Pedro Arbiol Costales nació como español pero, con el Decreto 227 del Ministerio del Interior con fecha 1/01/1970, se reconocía su doble nacionalidad chileno-española. ‘Pedrín’, como le decían en el seno de su familia, había llegado a Chile en 1953 a los cinco años y se había nacionalizado en la fecha anteriormente descrita. “Pedrín es más chileno que los porotos”, comentaba el padre del jugador, Pedro Arbiol Coso: “El chico tiene su decreto de nacionalización desde febrero, antes que firmara por Unión La Calera. Llegamos a Chile, exactamente a Viña del Mar, desde Buenos Aires, el 12/01/1953. ‘Pedrín’ tenía en ese entonces cinco años”, declaraba a un medio capitalino el día posterior al partido. El asunto estaba cerrado, los árabes, de Santiago, deberían jugar en Segunda División el próximo año.

En lo anecdótico, para el partido definitorio en el Sausalito, el Presidente de Unión La Calera, Miguel Salipa, había ofrecido un premio de un automóvil al jugador que marcara un gol como forma de motivar a los jugadores. Ya finalizadas las celebraciones en Olmué, con la salvación ya en las manos, Giuliano Anibal Grisetti, cuyo gol significó la salvación calerana, se dirigió a la sede del club a cobrar su premio y, al no encontrar a nadie, fue al domicilio del Presidente, que con suerte había alcanzado a pagar la celebración en Olmué. Fue recibido y, al preguntar por su “premio”, recibiría un sobre y un pequeño automóvil Matchbox de juguete, con Salipa defendiéndose con que nunca especificó qué tipo de automóvil era el premio que había ofrecido.

En paralelo, entre el 9/12/1970 al 23/01/1970, se disputó la Liguilla Final por el título entre ocho equipos, terminando en el primer lugar la Unión Española y Colo Colo, ambos con 12 puntos, por lo que deberían definir al campeón de 1970 en partido único a disputarse en el estadio Nacional el 27/01/1971. Dicho encuentro lo ganó Colo Colo por 2-1 coronándose campeón.

En lo que vendría para ambos equipos, en 1971 Unión La Calera cuajaría su mejor campaña hasta ahí en Primera División, rematando en el sexto puesto a diez puntos del sorprendente campeón Unión San Felipe. Eso sí, terminarían descendiendo en 1974 tras 13 años ininterrumpidos en la máxima categoría. En tanto, Palestino, tras terminar tercero en el torneo de Segunda División de 1971, volvería a Primera División para 1973 tras obtener el título del Ascenso en 1972. Curiosamente Víctor Guillermo Duarte ficharía en 1971 por Palestino, camiseta que defendería por cuatro años.

 

PALESTINO 3-2 UNIÓN LA CALERA

10/12/1970. Definición descenso, desempate, ida. Estadio Santa Laura. Público: 6.623. Árbitro: Carlos Robles Robles.

PALESTINO: Enrique Strauch; Víctor Manuel Castañeda, Walter Bilbao, Víctor González, Gustavo Cortés, Nelson Torres Flores, Ismael Ahumada, Hugo Herrera, Orlando Ramírez, Óscar Fuentes y Jaime Ramírez. DT Héctor Ortega.

UNIÓN LA CALERA: Ireneo. Casco; Germán Concha, Fidel Zuleta, Pedro Arbiol, Alejandro Mesías, Víctor Guillermo Duarte (Abel González 46’), Jaime Aretxabala, Jaime Martinoli, Felipe Bracamonte, Giuliano Aníbal Grisetti y Héctor Tapia. DT José María Lourido.

GOLES: Torres 6’, Martinoli 25’ y 50’, Fuentes 49’ y J. Ramírez 59’.

 

UNIÓN LA CALERA 4-0 PALESTINO

13/12/1970. Definición descenso, vuelta. Estadio Municipal La Calera. Público: 8.379. Árbitro: Rafael Hormazábal.

UNIÓN LA CALERA: Ireneo Casco; Germán Concha, Abel González, Pedro Arbiol, Alejandro Mesías, Víctor Guillermo Duarte, Jaime Aretxabala, Jaime Martinoli, Felipe Bracamonte (Rómulo Betta 74’), Giuliano Aníbal Grisetti y Héctor Tapia. DT José María Lourido.

PALESTINO: Enrique Strauch; Víctor Manuel Castañeda, Víctor González (Luis Pinto 46’), Ismael Ahumada, José Moris, Gustavo Cortés, Jaime Ramírez, Nelson Torres Flores, Óscar Fuentes, Orlando Ramírez y Hugo Herrera. DT Héctor Ortega.

GOLES: Martinoli 8’ (p), Duarte 11’ y Bracamonte 62’y 73’ (c).

 

UNIÓN LA CALERA 1-1 PALESTINO                                  

15/12/1970. Definición descenso, desempate. Estadio Sausalito. Público: 13.673. Árbitro: Domingo Massaro.

UNIÓN LA CALERA: Ireneo Casco; Germán Concha, Abel González, Pedro Arbiol, Alejandro Mesías, Jaime Aretxabala, Jaime Martinoli, Víctor Guillermo Duarte, Felipe Bracamonte, Giuliano Aníbal Grisetti y Héctor Tapia (Rómulo Betta 46’). DT José María Lourido.

PALESTINO: Enrique Strauch; Víctor Manuel Castañeda, Walter Bilbao, Víctor González, Gustavo Cortés, Nelson Torres Flores, Hugo Herrera (Miguel Negrete 46’), Ismael Ahumada, Orlando Ramírez, Óscar Fuentes y Jaime Ramírez. DT Héctor Ortega.

GOLES: Fuentes 30’ y Grisetti 36’.

Hubo alargue de 15’ por lado sin goles.

Fuentes:

  • Revistas Estadio y El Gráfico.
  • Diarios La Tercera, El Mercurio de Valparaíso, La Unión y Clarín.
  • Libros: “Campeones de Cemento” (Rino Curotto y Gustavo Crisóstomo, 2011) y “Más que un equipo, todo un pueblo: Club Deportivo Palestino” (2017).

Autores: Rino Curotto y Carlos Medina

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