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El adiós de Elías y el duelo de pioneros del fútbol sudamericano

Por Carlos Campos

Transcurría el año 1967 y Santiago Wanderers lograba transferir a Elías Figueroa al Club Atlético Peñarol de Montevideo (Uruguay), que en ese entonces era una de las instituciones de mayor envergadura en el concierto sudamericano y a nivel internacional.

Una vez acordada la negociación, como parte del convenio ambas dirigencias decidieron jugar dos partidos de carácter amistoso en suelo chileno. Uno, que serviría de despedida de la afición al joven defensa, programado para el 19/03/1967 en el Estadio Sausalito de Viña del Mar, y el otro, con motivo del aniversario número 75 del club porteño, a celebrarse el 15/08/1967 en el Estadio Municipal de Valparaíso en el cerro Playa Ancha.

Elías y su camino a la consagración

Luego de su destacada irrupción en el primer equipo de Santiago Wanderers, en 1964, con la intención de dar tiraje a las jóvenes promesas, la dirigencia cede a préstamo al promisorio defensa a Unión La Calera, equipo en el que se confirma como la gran revelación del campeonato.

A mediados de esa temporada, Elías con sólo los 17 años, era convocado por primera vez a la selección adulta. Noticia que le viene bien, ya que tenía responsabilidades familiares mayores. Estaba casado (con Marcela Küpfer) y era padre de una niña (Marcela).

Su buen rendimiento en el club calerano, hace que Santiago Wanderers lo traiga de vuelta al año siguiente para que se desempeñe en la defensa porteña, volviendo como figura y en calidad de seleccionado nacional durante los años 1965 y 1966.

En el intertanto, era nominado para jugar el Mundial de Inglaterra 1966, lo que le privó de tener mayor presencia en el primer equipo wanderino. A la par, se convertía en padre por segunda vez, de un hijo varón (Ricardo). 

A comienzos de 1967, integra el combinado nacional que viaja a Uruguay para jugar el 29°Campeonato Sudamericano (17/01/1967 al 2/02/1967), ocasión en que los llamados equipos grandes de América, ponen mayor atención sobre él, siendo pieza destacada en el tercer puesto conseguido por la selección.

Su estirpe de jugador, su personalidad, fuerza y especialmente su depurada técnica, fueron atributos más que suficientes para impresionar a argentinos y uruguayos.

Equipos como el Club Atlético Huracán de Buenos Aires y el Club Atlético Independiente de la ciudad de Avellaneda, iniciaron gestiones con la regencia de Santiago Wanderers para obtener su pase.

Peñarol a la vista

“La transferencia no fue sencilla porque existían varios interesados, entre ellos Independiente, ya que su entrenador lo había visto en la Copa América 1967. Por otro lado, el director técnico de Peñarol, Roque Gastón Máspoli, no había tenido la oportunidad de observarlo, porque mientras se desarrollaba el Sudamericano, él y su equipo se encontraban de gira por Europa. Al término de dicha competencia, un combinado de jugadores de Santiago Wanderers y Everton viajó a jugar unos partidos en Buenos Aires. Esa era la oportunidad propicia para que el cuadro rojo de Avellaneda consiguiera el fichaje del astro chileno” (Simplemente Don Elías…historia de un ídolo, Juan Rodrigo Araya, julio 2005).

Alcanzó a someterse exámenes médicos con los “diablos rojos”, los que aprobó sin problema, iniciándose las negociaciones, las que se desarrollaban lentamente, hasta que aparece en escena, Washington Cataldi, reconocido dirigente (vicepresidente) del Club Atletico Peñarol de Montevideo, dispuesto a llevarse al joven defensor a cualquier precio.

Cataldi convenció al novel futbolista de subirse a un avión y viajar hasta la capital uruguaya Montevideo, para asegurar la firma de contrato e inscribirlo para jugar, antes del plazo que estaba por expirar. Después de asegurarlo, los ‘mirasoles’, buscaron un acuerdo con Santiago Wanderers.

“Figueroa se dejaba querer. Y cuando todo estaba a un paso para que estampara la firma en el equipo bonaerense, llegó, con el infaltable cigarro en su boca, Washington Cataldi, vicepresidente de Peñarol. El dirigente aurinegro logró adelantarse a las pretensiones argentinas y se llevó a Figueroa a Montevideo en un pequeño avión-taxi al cual Elías no quería subir por la sensación de fragilidad que daba el aparato. Llegaron a la capital uruguaya sin siquiera hablar de montos del traspaso. Tanta era la urgencia de contratar al chileno que no importaba el dinero que pidiera, siempre y cuando jugara por los campeones mundiales. Finalmente, Elías Figueroa recibió 8 mil dólares sólo por estampar la firma en el contrato. Una suma astronómica para esos años”, según se consigna en el libro de Juan Rodrigo Araya, Simplemente Don Elías…historia de un ídolo.

Sin embargo, cuando parte a finiquitar su contrato (4/03/1967) a tierras uruguayas, debido a su juventud (20 años), se encuentra con inconvenientes burocráticos a la hora de conseguir los permisos para abandonar el país, ya que necesitaba autorización notarial de sus padres por ser menor de edad, a pesar de estar casado y ser padre. En esos años la mayoría de edad en Chile era de 21 años.

Con los certificados en mano partió Elías a Montevideo, donde lo esperaban el técnico Roque Gastón Máspoli y sus consagrados nuevos compañeros. El Club Atlético Peñarol de Montevideo, era en esa época el mejor equipo de América, que venía de adjudicarse la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental de clubes. En las cinco temporadas que Elías Figueroa vistió la divisa del ‘Carbonero’, el equipo obtuvo dos títulos nacionales y cinco participaciones consecutivas en Copa Libertadores, disputando en 1970 la final con Estudiantes de la Plata de Argentina.

En su despedida de Santiago Wanderers junto a su esposa y su pequeña hija.

Ferrero a cambio

Con Elías en Peñarol, además de lo que significaba la entrada económica para la institución de calle Lira y de pactarse dos encuentros de carácter amistoso entre ambas entidades, el club uruguayo ofreció un jugador a cambio para vestir la camiseta de Santiago Wanderers.

El elegido sería el joven delantero Alberto Álvaro Ferrero Gordiola (15/11/1944), quien tras su aparición en el club Racing de Montevideo en 1960, había pasado a formar parte del Club Atlético Peñarol, entre los años 1965-1967.

Ferrero había formado parte del plantel que conquistó la Copa Libertadores de América y la Copa Intercontinental de clubes el año 1966, siendo suplente del ecuatoriano Alberto Spencer y del uruguayo Héctor Silva, manteniendo sus características goleadoras en el cuadro de reservas.  

Con esos antecedentes y con pocas oportunidades de ser titular con los ‘mirasoles’ -que dirigía Roque Gastón Máspoli- llega a Santiago Wanderers en 1967, de común acuerdo por la transferencia de Elías Figueroa con el club uruguayo. Debuta en el estadio Sausalito de Viña del Mar el domingo 19/03/1967, jornada en que Figueroa se despedía de Chile para iniciar su periplo futbolístico internacional. Ferrero triunfaría ampliamente en Santiago Wanderers, consiguiendo el campeonato nacional en 1968 y el cetro de máximo goleador de Copa Libertadores 1969, radicándose -tras el retiro- definitivamente en la ciudad de Viña del Mar.

                                   

El adiós de Elías

El viernes 17/03/1967, la delegación del equipo charrúa emprendía viaje a Chile con Elías Figueroa en sus filas, para medirse -dos días después- el domingo 19/03/1967 ante Santiago Wanderers. Esta sería la despedida oficial del futbolista de canchas nacionales y el primero de los dos encuentros pactados por la transferencia entre ambas instituciones.

Elías llegaba con sólo dos partidos en el cuerpo junto a su nuevo equipo. A decir del técnico Máspoli, al joven defensa aún le faltaba afiatamiento con sus nuevos compañeros de zaga. Para ello, lo había estrenado como líbero y como zaguero izquierdo, confiando que muy pronto se adaptaría al juego del ‘Manya’.

El estadio Sausalito de Viña del Mar, sería el recinto donde se verían las caras dos clubes pioneros del fútbol sudamericano: Santiago Wanderers y Peñarol de Montevideo. Y con Figueroa como gran invitado, dando la vuelta olímpica con la divisa verde a modo de despedida de la afición nacional y de la hinchada wanderina. Además, homenajeado junto a su joven familia, con la que iniciaría al poco tiempo una meteórica y consagrada carrera en la ciudad de Montevideo.

“Cuando le entregaron la camiseta de Wanderers en el camarín de Peñarol, Elías Figueroa creyó que era una broma (porque no iba a pensar que todo lo vivido últimamente no era más que un sueño…) Pero se trataba de que se despidiera de su público (más de 20 mil personas había el domingo en Sausalito) y que éste, antes de verlo con sus nuevos colores, lo viera con los verdes de Wanderers por última vez. Así entró al campo viñamarino el defensa internacional porteño. Y así tuvo que dar la vuelta olímpica bajo la estruendosa ovación que lo despedía como wanderino. A su lado corrió un pequeño y simpático hincha que no le despegó los ojos y que fue sumándose al aplauso batiendo también palmas por el ídolo al que no volverá a ver quizás si en mucho tiempo” (Revista Estadio Nº 1.241 del 24/03/1967).

Domingo 19/03/1967. Elías y la vuelta olímpica del adiós en Sausalito.       

En el terreno de juego, las cosas fueron favorables para el cuadro verde, que motivado por la gran asistencia de público que llegó al reducto viñamarino atraído por ver jugar por última vez al joven valor, doblegó por 2-1 al elenco uruguayo.

“Los dirigentes wanderinos esperaban 12 mil personas para la despedida de Figueroa. Sin embargo, grata fue la sorpresa al ver que 20 mil espectadores asistieron a aplaudir al crack porteño, dejando en caja más de 10 mil dólares. Vistiendo el uniforme verde recibió obsequios, saludos y en retribución dio una vuelta olímpica bajo una ovación” (Simplemente Don Elías…historia de un ídolo, Juan Rodrigo Araya, 2005).

Santiago Wanderers, dirigido por el ex jugador Guillermo ‘Yemo’ Díaz Zambrano, se preparó a conciencia para el compromiso. De partida, solicitó en calidad de refuerzos a Unión La Calera al defensa Abel González y al goleador Osvaldo ‘Pata Bendita’ Castro. Asimismo, debutaban el uruguayo ex Peñarol, Alberto Ferrero y el defensa central Manuel Ulloa, quien a la postre se convertiría en el relevo en la zaga, tras la partida de Figueroa. 

Aquella tarde, el entrenador Guillermo ‘Yemo’ Díaz, alineó a: Juan Olivares en el arco; Manuel Canelo, Manuel Ulloa, Luis ‘Pochoco’ Acevedo, Eduardo ‘Walo’ Herrera, Ismael Pérez, Pedro Haroldo de Barros, Eugenio ‘Pastelito’ Méndez, Juan Torres y Osvaldo ‘Pata Bendita’ Castro.

Elías Figueroa partía a conquistar el fútbol del continente.

 

El partido

El encuentro no fue de los mejores a pesar de las altas expectativas cifradas con antelación. Tras la apertura de la cuenta, anotada por el insigne goleador ecuatoriano Alberto Spencer (27’) para los uruguayos, el conjunto local levantó su juego, dando vuelta el resultado.

Más allá de los homenajes, la faena de Elías Figueroa fue criticada por los medios porteños, ya que se vio impreciso y responsable de las dos anotaciones de Santiago Wanderers.

En el primer gol, marcado a los 45’ por el mediocampista brasileño, Pedro Haroldo de Barros, el defensa comete falta al puntero Eugenio Méndez. El servicio libre del moreno volante wanderino, da en el propio Figueroa, desviando la trayectoria del balón, fuera del alcance del arquero Ladislao Mazurkievicz.

En el segundo, Elías infracciona dentro del área a Osvaldo ‘Pata Bendita’ Castro, decretándose de parte del árbitro Claudio Vicuña la pena máxima. El propio goleador calerano, mediante lanzamiento penal a los 55’ marcaba el segundo gol wanderino, para el 2-1, resultado que sería definitivo.

 Elías en Sausalito junto a dos grandes figuras. Pedro Rocha y Alberto Spencer.

La crónica del partido de la desaparecida revista Estadio, reseñaba la victoria del conjunto porteño.

“Triunfo jubilosamente celebrado, por su importancia y porque vino cuando parecía muy problemático. A excepción de los diez minutos iniciales y de otro lapso de más o menos la misma duración después del segundo gol local, siempre Peñarol tuvo el control del partido. Mandó en la media cancha, creó problemas de número de difícil solución para la defensa verde, con el adelanto de Forlán (Pablo) y Goncalves (Néstor); inquietó mucho por el costado izquierdo de esa defensa, donde el zurdo Herrera (Eduardo) no anduvo bien. Peñarol siempre estuvo a tiro de gol. Si sólo hizo uno, hay que atribuirlo a diversas razones. Una que la pareja Acevedo- Ulloa, encargada de resguardar el área local, estuvo muy acertada. Otra razón es que, desde hace un tiempo largo, Peñarol no tiene gol. Rocha no se prodiga mucho cuando no hay algo importante de por medio, y a Spencer le hace falta la compañía de Abbadie (César) y Joya (Juan). Así y todo, fue el ecuatoriano el autor de la única conquista peñarolense”

Y se agregaba: “En el segundo tiempo la razón fundamental de la esterilidad del ataque aurinegro se llamó Juan Olivares. Después que Osvaldo Castro -el mejor delantero wanderino- dejó el score en 2-1, al servir el penal que “se fabricó”, los verdes tuvieron un breve pasaje favorable, para entregar luego la iniciativa, casi sin contrapeso, al adversario. Entonces creció la figura del arquero de Wanderers hasta proporciones sobresalientes. Entre los 25 y los 45 minutos Olivares fue el gran hombre de Wanderers, fue el hombre de la victoria. En dos situaciones especialmente, promovidas por el ataque aurinegro, con todas las ansias de que son capaces los uruguayos cuando están perdiendo, el guardavalla porteño rechazó tiros a boca de jarro, frustrando las expectativas peñarolenses y asegurando el triunfo wanderino”. (Revista Estadio Nº 1.241 del 24/03/1967).  

Los equipos formados en la despedida de Elías el 19/03/1967 en Sausalito.

Elías Figueroa había sido protagonista del espectáculo en su honor de principio a fin, incluso, responsable en la incidencia de los goles de su ex equipo, al cometer las infracciones que generaron el tiro libre para el 1-0 y el penal cometido al ‘Pata Bendita’ Castro.

“Yo no hice penal; no toqué a Castro; sencillamente abrí los brazos para equilibrarme, y el ‘chico’ explotó la apariencia tirándose al suelo; usted sabe que yo no miento”, explicaba Elías al término del encuentro. (Revista Estadio Nº 1.241 del 24/03/1967).  

Además, estaba consciente de no haber hecho un buen juego, confidenciando que el nerviosismo primó en su juego, ya que el homenaje, la vuelta olímpica con la emotiva despedida de la parcialidad y la presencia de su esposa, le habían jugado en contra.

“No hay críticas destructivas. Todo se dice con suavidad. Sin ofender, buscando siempre el lado bueno de las cosas. Me puse nervioso con el homenaje y me costó encontrarme. Además, sabía que estaba mi esposa observando. No sé, pero creo que este mal debut lo voy a borrar dentro de poco, aquí mismo”.

Además, expresaba palabras de cariño hacia el club que lo había formado: “Lo fundamental que me dio el club fue el cariño de la gente y mi posición en el campo. También la posibilidad de jugar en el equipo del cual había sido hincha desde niño. Yo creo que le di bastante. Con el dinero de mi pase pudieron hacer varias cosas. Modestamente, pienso que soy el jugador que más prestigio le ha dado a Wanderers, nacional e internacionalmente” (Simplemente Don Elías…historia de un ídolo, Juan Rodrigo Araya, 2005).

Elías le discute al árbitro Claudio Vicuña la falta penal cometida a Osvaldo Castro.

Wanderers repite en 75° aniversario

El martes 15/08/1967, Santiago Wanderers de Valparaíso, celebraba sus 75 años de existencia. Para ello, la institución preparó los festejos más espectaculares que se recuerdan.

Las celebraciones se vivirían en el Estadio Municipal de Valparaíso, donde se anunciaba la presencia de la gran banda de la Guarnición de Santiago, entre otras manifestaciones.

Sin embargo, el plato fuerte de la jornada sería el encuentro de revancha entre Santiago Wanderers y Peñarol de Montevideo, correspondiente al acuerdo por la transferencia de Elías Figueroa al cuadro uruguayo, con presencia de casi 20 mil personas (16.051 controladas).

En la presidencia del club continuaba Juan Milesi Urrutia y en la vicepresidencia José Cárcamo Valle, quienes encabezaron una serie de comisiones, para sacar adelante un nutrido programa de actividades, que contó con la presencia del entonces Presidente de la República, Eduardo Frei Montalva, a quien se le ofreció ser socio honorario del club decano del fútbol chileno.

“Aquel martes 15 de agosto de 1967, el mandatario fue recibido en la puerta del estadio por el presidente de los verdes, señor Juan Milesi y una comisión de directores del club, quienes lo escoltaron hasta el palco de honor.

“El primer mandatario, siguió con sumo interés las alternativas del partido, entusiasmándose con el primer gol de los locales, marcado por el refuerzo de Everton, Manuel Rojas, quien derrotó al legendario arquero Ladislao Mazurkiewicz, el que aplaudió con satisfacción la primera autoridad de la nación”.

Aprovechando tal entusiasmo, el presidente caturro le dijo: “Presidente, usted tiene que hacerse wanderino”, a lo que el mandatario contestó de inmediato: “¿Y por qué no?…Deme usted una solicitud y considéreme desde ya como socio” (Revista Verde N° 2, Santiago Wanderers, marzo 1996).

De acuerdo a su rango, los dirigentes wanderinos quisieron distinguirlo como socio honorario, pero el presidente Frei declinó, insistiendo incorporarse como un socio común y corriente.

Quienes se percataron del hecho celebraron la actitud presidencial, quedando inscrito desde ese 15/08/1967 como socio activo de la institución.

Afiche de 75° aniversario de Santiago Wanderers.

La revancha

La presencia de Elías Figueroa concitaba el interés del aficionado, dado que en casi seis meses vistiendo la camiseta aurinegra, ya se había convertido en una de sus principales figuras.

Especialmente en Copa Libertadores de América, donde Peñarol, venía recientemente de ser eliminado en semifinales en un grupo que conformaban Cruzeiro de Brasil y su archirrival, Nacional de Montevideo. Este último cuadro, sería finalista del certamen que se adjudicaría Racing Club de Argentina.

Con el joven zaguero en la zaga, pero ahora en Playa Ancha, el cuadro oriental volvía a caer derrotado ante Santiago Wanderers por 2-1, con anotaciones del mediocampista -cedido como refuerzo por Everton- Manuel Rojas Loyola, y del defensa argentino Vicente Cantatore.

Indagando en la historia periodística de la época, nos encontramos con la amplia cobertura que desarrolló la revista Estadio en aquella jornada de miércoles 16/08/1967. A continuación, extractamos el comentario del encuentro, en el que se resalta el buen juego del equipo representativo de Valparaíso:

“Wanderers no sólo ganó a un rival de pergaminos como Peñarol, sino que jugó bien. Y si el partido no fue de mejor calidad o de superior nivel emotivo, no fue por culpa suya, sino porque el adversario no le dio para más. Peñarol, con varios suplentes y con algunos titulares, muy poco compenetrados del partido -nada menos que Rocha y Spencer, entre ellos-, fue un espectro del cuadro bien ensamblado, de acción simple y directa; que hemos visto otras veces. Y como Wanderers fue la antítesis de Peñarol, se explica perfectamente el resultado.

‘Yemo’ Díaz armó un equipo muy solvente, con un Manolo Astorga -en reemplazo de Olivares (Juan) que a esa misma hora defendía el arco nacional, en Santiago- que hizo un excelente partido, sacándole brillo, incluso al poco trabajo que tuvo. Con una línea de cuatro zagueros rapidísima y mordedora; Canelo, fue una sorpresa por su alto rendimiento ante Joya; Acevedo, incrustado allá atrás, jugó con tanta eficiencia y aplicación como en el medio campo; Cantatore (Vicente) le dio el peso y el pequeño Rodríguez (José) libró vistoso duelo con el joven puntero derecho Acuña; en la “llave de dos” resultó un acierto la inclusión de Manuel Rojas, el evertoniano, cuyas deficiencias de ritmos no se advierten en absoluto jugando contra un equipo como Peñarol; valió el fútbol del viñamarino, que es muy bueno, incluso, hizo el primero gol con un disparo muy limpio, desde fuera del área, y realizó la jugada que ya en el primer tiempo pudo asegurar el partido para Wanderers. Ismael Pérez, acompañando a Rojas en el mediocampo, hacía tiempo que no le veíamos una actuación tan pareja, tan gravitante en el orden y en el dominio de su equipo, sin faltar tampoco a la labor de contención propia de su doble función. En el ataque, Wanderers alistó a sus dos punteros titulares (Torres a la derecha, y Méndez a la izquierda) y por el medio a Córdova (Luis) y a su ex defensor Ricardo Díaz. El “bohemio” se entendió perfectamente con el resto y fue preocupación permanente para los defensores aurinegros. Un poco frágiles, Torres (Juan) y Córdova (Luis), y endiablado como siempre Eugenio Méndez. Esos cuatro forwards, más Rojas y Pérez viniendo de atrás, hicieron lo mejor del partido en materia de ataque”.

En el resumen, la crónica señala: “No fue un gran partido, porque Peñarol puso poco -apenas Figueroa, Forlán, Joya, un rato del segundo tiempo, y Mazurkiewicz, todo ese período- pero vale por el buen desempeño de Wanderers y por la importancia de su victoria, la segunda que consigue sobre el mismo adversario en pocos meses” (Revista Estadio N° 1.262, 18 agosto de 1967).

Elías anticipándose en la marca del ariete Ricardo Díaz.

Por su parte, el diario La Estrella de Valparaíso titulaba la crónica del encuentro, de la siguiente

forma: “Premio a la pujanza”.

Y en su texto de comentario, lo que sigue: “La tercera es la vencida. Esta vez vamos a ganar, dijeron los uruguayos a este diario, en los momentos de su arribo al puerto”.

Sin embargo, aquella promesa no pasó de ser sólo una buena intención, ya que nuevamente el triunfo fue favorable por 2-1 a las huestes porteñas, que de esta forma le ponían el broche de oro a las celebraciones de los tres cuartos de siglo de vida deportiva. Marcador que pudo ser más expresivo, a decir de los especialistas de la época y de quienes aún tienen fresco el recuerdo de aquel partido.

La crónica arranca así: “El compromiso era difícil. Se jugaba con un cuadro de categoría mundial y que luce notables pergaminos y victorias resonantes. Wanderers se preparó a conciencia. Necesitó de refuerzos y los eligió con mucho acierto, porque ninguno de los elementos foráneos que precisó, defraudó. No hubo fallas en ese sentido. El conjunto local planificó bien el sistema que debió emplear ante los uruguayos y allí radicó precisamente la notable victoria conseguida en el campo playanchino.

Desde que se iniciaron las acciones, el elenco porteño atacó con insistencia. El equipo se movió con velocidad que sorprendió a los visitantes en los minutos iniciales. Hubo inquietud en la zona defensiva de Peñarol, ya que la ofensiva wanderina, creó situaciones de riesgo, que si bien no prosperaron, ello se debió a la atinada disposición defensiva del rival, donde Forlán (Pablo), Figueroa (Elías) y Méndez (Mario), conformaron una verdadera muralla de contención de los avances porteños.

Wanderers insistió con este trajín, moviendo el balón y efectuando cambios de los elementos de vanguardia, especialmente Méndez (Eugenio), que estuvo en todos lados. El buen apoyo de los volantes, especialmente de Ismael Pérez, elemento sobresaliente, hizo que la delantera dispusiera del respaldo necesario. Por esto a nadie sorprendió el tanto de ventaja conseguido por Manuel Rojas, a los 15 minutos, mediante potente disparo esquinado bajo.

El gol fue un respiro para los porteños, pero tuvo la virtud de hacer reaccionar a los orientales, que buscaban afanosamente la paridad. Sin embargo, la lentitud del accionar de Peñarol fue un factor favorable a los verdes porteños, que pudieron planear la defensa sin mayores exigencias. De allí que los avances de los uruguayos encontraron siempre bien ubicada a la retaguardia que paró los avances cuidando especialmente las filtradas de Spencer (Alberto), Rocha (Pedro) y Joya (Juan)”.

El refuerzo de Everton, Manuel Rojas anotaba la apertura de la cuenta. 

Y la crónica del partido prosigue: “No fue muy arrolladora la reacción de los orientales, ya que Wanderers, sobre la media hora de juego, volvió a tomar la iniciativa. Incursionó repetidamente en la zona defensiva oriental y a los 37 minutos, un legítimo gol anotado por Pérez, fue invalidado por el árbitro Claudio Vicuña, por una supuesta falta que nadie advirtió. Mucho habría cambiado el cariz del partido con esta doble ventaja. Se estaba en ganancia y el encuentro se desarrollaba de “guante blanco”. No hubo reclamaciones insistentes por la invalidación. Y casi sobre la hora, Peñarol estuvo a punto de igualar, cuando un potente disparo de Rocha dio en un vertical. 

Al reanudarse el encuentro en su período final, Peñarol incluyó a Julio César Abbadie por Pedro Rocha y a Ladislao Mazurkiewicz por el arquero Taibo (Walter). Los uruguayos se dieron a la tarea de lograr una nivelación en la cuenta y obligaron un repliegue de los efectivos de Wanderers. Esta situación favoreció los planes del rival, que a los 7 minutos, en acción personal del puntero izquierdo Joya, consiguió el propósito.

No decayó el cuadro local por ese contraste. Por el contrario, reaccionó para quebrar la igualdad. Numerosos ataques llevó hacia el sector uruguayo, destacando en ese trajín los jugadores Manuel Rojas (refuerzo de Everton) y Ricardo Díaz (refuerzo de Santiago Morning), que crearon problemas a los defensores visitantes. Hubo en Wanderers espíritu de lucha, coraje y entusiasmo. El partido ganó en intensidad y atracción. Se observaba el elenco porteño, ya que los uruguayos no salieron de su marco de buen fútbol, pero en extremo lentos. Y una falta técnica del arquero, dio la ocasión a Vicente Cantatore, que con impresionante disparo, luego de recibir de Acevedo (Luis), señalara el gol, que en definitiva sería el del triunfo.

Tardíamente despertó Peñarol en procura del empate. Wanderers no cejó en el ataque, impidiendo la organización de los avances de los orientales. Defendió con propiedad la conquista y la victoria hasta el pitazo final.

El partido distó de lo que en realidad se esperaba. No obstante, satisfizo al público. Peñarol jugó con un fútbol diferente. Lento, técnico, pero inferior a otras ocasiones. Además tuvo algo que sorprendió: su accionar de ‘gentleman’, que no es lo característico de los equipos orientales. Al parecer, esa rudeza desapareció, tal vez como una colaboración a las fiestas wanderinas”, concluye el comentario del encuentro en Diario La Estrella de Valparaíso.

El reencuentro con la hinchada de Stgo. Wanderers.       

     

Juan Lezcano, Francisco Bertocchi, Elías y Pedro Rocha.                                                                    

  Fuentes

  • Diario La Estrella de Valparaíso, viernes 14/08/1992.
  • Revista Estadio Nº 1.241, del 24/03/1967.
  • Revista Estadio N° 1. 262, del 18/08/1967.
  • Temas de los viernes N° 76, Wanderers camino al Centenario Tomo 2. Diario La Estrella.
  • Libro “Simplemente, Don Elías…historia de un ídolo”. Juan Rodrigo Araya, julio 2005.
  • Libro “Los Panzers del Puerto 1968-1969”, Carlos Campos Castro, agosto 2019.
  • Revista Verde N° 2. Club Santiago Wanderers, marzo 1996.

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