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Desmalezando la cancha. Los regionales femeninos, predecesores de la ANFP

Por Carolina Cabello

Tras la histórica participación de la selección chilena femenina en el Mundial de Francia 2019 y los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (disputados el 2021), la visibilización del fútbol chileno de mujeres aumentó en los medios de comunicación, y el público que sigue a los clubes comenzó a interesarse cada vez más por sus ramas femeninas.

Sin embargo, las condiciones de precariedad estructurales y la falta de una cultura “femi-futbolera” chilena, conllevaron al surgimiento de voces que, cuestionando las demandas de profesionalización, se aferraban a lo novel de la actividad, basada en una concepción en torno a que “el fútbol femenino recién está empezando”, para perpetuar discriminaciones, invisibilidades y exclusiones de género. Este falaz argumento frecuentemente es utilizado por el mercado del fútbol chileno, representado por las dirigencias masculinas de ANFP[1] y las Sociedades Anónimas Deportivas[2], así como por los medios de comunicación, esgrimiéndose como un justificativo para obstaculizar un proyecto deportivo de profesionalización en el corto plazo.

Frente a este escenario, la investigación histórica tiene mucho que aportar al debate, puesto que, gracias a ella, hoy podemos reconocer que las mujeres siempre han estado presentes en el deporte y el fútbol chileno, desde sus inicios a fines del siglo XIX y a lo largo de todo el siglo XX y lo que va del XXI, como protagonistas y como sujetos sociales agentes de cambios, rupturas y continuidades de la historia nacional.

La historia de ellas, que poco a poco se ha comenzado a develar, se aleja de la historia convencional del fútbol masculino y presenta una nueva narrativa, con una periodización distinta y diferentes causas. Esto es evidente al darnos cuenta que las ramas femeninas de los clubes tradicionales comenzaron a funcionar y a competir en tiempos distintos al de los hombres. O que las mujeres fueron capaces de organizar sus propias competencias y asociaciones, como aquella pionera de 1919 en donde participaron 11 clubes de fútbol exclusivamente femeninos[3].

Para continuar aportando antecedentes a la historia del fútbol femenino, en el presente reportaje mostraremos las primeras competencias que estuvieron normadas y reglamentadas por la Asociación Nacional de Fútbol Amateur (ANFA), las cuales se desarrollaron entre 1992 y 2006, periodo en el que  no sólo crecieron y se desarrollaron grandes exponentes del fútbol nacional, sino que fundamentalmente fueron esas competencias las que sirvieron para abrir los espacios y desmalezar la cancha de todos los obstáculos que históricamente tuvieron las mujeres para participar de las competencias oficiales del balompié chileno.

Si bien, previamente y durante la década de 1980 la ANFA ya había intentado organizar campeonatos en la Región Metropolitana y en otras principales ciudades chilenas, éstos derivaron sólo en partidos amistosos, por lo que recién en 1992 es cuando comienza formalmente la competencia no profesional. No obstante, los campeonatos de la década de los 80 servirían para foguear e identificar a las jugadoras que serían la base de la primera selección chilena absoluta que se formó para participar en el primer Sudamericano organizado por la CONMEBOL[4].

Con un meritorio segundo lugar terminaría la participación de Chile en el Sudamericano de Maringá y Cascavel en Brasil en 1991, lo cual no alcanzó para obtener un cupo en el Mundial de China del mismo año. A pesar de que las impresiones en el medio respecto del fútbol femenino fueron positivas, no alcanzó la motivación para profesionalizar inmediatamente la actividad. Sin presupuesto para financiar el fútbol femenino, la ANFP y sus clubes (la gran mayoría eran entonces corporaciones sin fines de lucro), no se quisieron hacer cargo de la competencia, quedando ésta rondando en el radar de la Federación de Fútbol de Chile a través de la ANFA.

 

Regional Metropolitano

Una de las competencias más importantes fue el Regional Metropolitano, campeonato que se extendió por una década, desde 1992 al 2002 y que tuvo a clubes como Unión Española, Palestino, Universidad de Chile y Santiago Morning como protagonistas.

 

Campeonas Regional Metropolitano

1992

Unión Española

1993

Unión Española

1994

Unión Española

1995

Unión Española

1996

Palestino

1997

Unión Española

1998

COLODYR Maipú

1999

Universidad de Chile

2000

Santiago Morning

2001

Universidad de Chile

2002

Santiago Morning

 Unión Española es el club que conquistó más campeonatos, cinco en total, dentro de lo cual se incluye un tetracampeonato. Le sigue en palmarés Santiago Morning y Universidad de Chile con dos copas cada una. Dentro de estos campeonatos se destaca la polémica final de 1999, donde por “secretaría” sale campeón la Universidad de Chile. La final la disputaron contra Palestino, quienes ganarían en cancha por 3-1, sin embargo, por un problema administrativo, al no cumplir Palestino con los minutos de jugadoras sub 20, se le concedió el triunfo administrativo a Universidad de Chile.

Palestino femenino 1999 (foto: Claudio Quintiliani Valverde)

Se destaca la participación de emblemáticas figuras como la goleadora Fresia ‘Shumi’ Acevedo, quien es la única futbolista que salió tres veces seguidas goleadora del campeonato federado. En 1997 convirtió 34 goles, en 1998 anotó 39 tantos y en 1999 se coronó goleadora con 47 goles.

En la primera edición del Metropolitano en 1992 participaron 13 equipos, los cuales no sólo incorporaron a clubes de Santiago, sino que también de regiones, siendo desde un comienzo un campeonato interregionalizado. Se podría inferir, en base a este antecedente, que el Metropolitano de ANFA es el campeonato precursor del fútbol profesional en Chile, puesto que abarcó desde sus comienzos a más de una Región. Los clubes que participaron del histórico campeonato del 92´ fueron: Universidad de Chile, Palestino, Unión Española, Armandita Everton, O’Higgins, Audax Italiano, Villa Alemana, Estrella Blanca, Estrella Pudahuel, Juventud Renca, Enrique Alcalde, Monarquía Suecia e Indulcorn.

Del Regional Metropolitano de los 90 fue desde donde principalmente surgieron jugadoras para la selección chilena femenina que participaría de las Copa América de 1995, donde se obtuvo el tercer lugar, y las de 1998 y 2022. También se destaca que fue una competencia interregionalizada, en donde participaban clubes pertenecientes a otras regiones distinta a la Metropolitana, a pesar de que mantenía ese nombre. Todos ellos, salvo O’Higgins, pertenecientes a la Región de Valparaíso. El detalle de los clubes “foráneos” que participaron se presenta en la siguiente tabla:

1992

Villa Alemana (Región de Valparaíso)

O´Higgins de Rancagua (Región de O’Higgins)

Everton[5] (Región de Valparaíso)

Indulcorn (Llay Llay, Región de Valparaíso)

1993

Everton

Brasil (Putaendo, Región de Valparaíso)

Indulcorn

Villa Alemana

1994

Indulcorn

Everton

Iván Mayo (Villa Alemana, Región de Valparaíso)

Brasil

1995

Peñablanca (Villa Alemana, Región de Valparaíso)

Indulcorn

Everton

1996

Municipal Catemu (Región de Valparaíso)

Peñablanca

1997

Municipal Catemu

1998

Llay Llay (Región de Valparaíso)

1999

Llay Llay

Narváez (Olmué, Región de Valparaíso)

2000

Llay Llay

COLODYR Villa Alemana (Región de Valparaíso)

2001

Llay Llay

2002

(no hubo)

Es interesante evidenciar cómo algunos clubes fueron cambiando de nombre temporada tras temporada, pero manteniendo la base de sus jugadoras. Son dos los casos en que ocurrió ello, el primero es el club Indulcorn, que también se denominó Municipal Catemu y Llay Llay; y el segundo es Villa Alemana, que también se denominó Iván Mayo, Peñablanca y COLODYR Villa Alemana.

También es observable el caso de Everton, club con sede en la ciudad de Viña del Mar de la Región de Valparaíso, pero que para los efectos de su participación en el campeonato femenino se trasladó a la Región Metropolitana, a través de la utilización de una cancha en la comuna de Lampa.

Dada la alta participación de clubes en el Campeonato Metropolitano, fue que desde ANFA decidieron conformar una Segunda División Regional Metropolitana, campeonato que se realizó entre 1994 y 1995 y en el cual destacaron como clubes campeones COLODYR La Granja y Cobreloa de Santiago respectivamente.

Por último, otra característica de este campeonato Metropolitano fue que, a pesar de que algunos clubes llevaron el nombre de los respectivos clubes masculinos profesionales de la época, ello no necesariamente implicó la existencia de lazo contractual, de apoyo técnico o financiamiento directo a su rama femenina. Más bien, en la mayoría de los casos, lo que entregaban los clubes eran juegos de camisetas y el préstamo del nombre. Con los años esta práctica se haría habitual en el fútbol femenino, pasando a denominarse “tercerización”, nombre con el cual se faculta y permite la subcontratación, precariedad y desigualdad laboral de las mujeres, naturalizando la irresponsabilidad de los clubes profesionales con sus ramas femeninas[6].

Sin embargo, la historia de las mujeres señala constantemente que no todo ocurre en Santiago, sino que en las regiones también hay experiencia destacada de desarrollo deportivo. Si a principios del siglo XX ya existían registros del fútbol femenino desde Iquique hasta Punta Arenas, en la década de los 90 el espíritu deportivo no podía ser diferente.

Regional Bío-Bío

Específicamente en la Región del Bío-Bío se realizó también un campeonato interregionalizado entre 1992 (año en que ANFA creó la Comisión Regional de Fútbol Femenino) y 1996, como parte de los procesos de la estructuración del fútbol femenino en Chile. Algunos de los clubes que participaron de la competencia fueron los siguientes: Yumbel, Lota Schwager, Liceo Los Andes (San Pedro de La Paz), Selección Corec (Lota), Deportes Concepción, Juventud Hualpencillo y San Germán (Tomé).

Juventud Hualpencillo campeona Regional Bío-Bío 1994 (foto: Kerty Rivera Opazo).

De los clubes externos a la Región del Bío- Bío participaron tres clubes de la provincia de Talca, que fueron 21 de Mayo, Sagrada Familia y Regimiento, además de Curicó Unido de la misma Región del Maule, que ya había fundado su rama femenina por aquellos años.

 

Campeonas Regional Bío-Bío

1992

Deportes Concepción

1993

Deportes Concepción

1994

Juventud Hualpencillo

1995

Selección Corec

1996

Juventud Hualpencillo

El campeonato del Bío-Bío acabó en 1996, pero en 1997 se realizó un torneo local para preseleccionar jugadoras para enviar al proceso de la selección chilena con miras al Sudamericano de Mar del Plata, Argentina, de 1998. Nuevamente un campeonato regional servía de apoyo para establecer la base de la selección chilena para representar al país a nivel Sudamericano. Es importante señalar que la Federación se encontraba obligada por CONMEBOL a presentar un equipo representativo del país, por lo que la formación de jugadoras en el fútbol amateur durante la década del 90´ funcionó constantemente como semillero de selección.

Es de relevancia agregar que antes de la aparición del fútbol femenino ANFP en 2008, también tuvieron sus torneos regionales femeninos no interregionalizados, las Regiones de Antofagasta, de Valparaíso, del Maule, de La Araucanía y de Los Lagos, con la creación previa de parte de ANFA de sus respectivas subcomisiones y comisiones regionales, como medida de estructuración del fútbol femenino a nivel nacional.

Después del año 2002 se continuaron realizando campeonatos, algunos de ellos no federados, en donde participaban solo clubes de la misma Región, y otros como la Copa Fem y el ADEFF (Asociación Deportiva Regional Metropolitana de Fútbol Femenino), que sería finalmente el torneo predecesor directo del campeonato ANFP que comenzaría el año 2008.

La ADEF también fue un campeonato interregionalizado que se realizó entre los años 2003 y 2006, con la base de los equipos de Santiago que venían de participar en el campeonato Metropolitano. Palestino terminaría siendo el único club que participó en todos los campeonatos Metropolitanos, desde 1992 hasta 2006.

De hecho, siguiendo la tónica las primeras campeonas del campeonato ADEFF fueron Unión Española el año 2003, seguido de Santiago Morning el 2004 y Ferroviarios el 2005 y 2006. Además de los equipos de Santiago, disputó esa copa en todas sus versiones el cuadro de Everton, y entre el 2003 y 2005 lo hizo el histórico conjunto femenino de Llay Llay.

Ferroviarios, 2006 (foto: Claudio Quintilian Valverde).

Paralelo a la competencia, el 15 de agosto del 2006, la FIFA anunció que Chile sería sede del Mundial Femenino sub 20 programado para el año 2008. La noticia caló profundo en las autoridades políticas y deportivas de la época, quienes comenzaron a desarrollar todo un plan estratégico para participar en la instancia, el cual incluyó, además de la construcción de nuevos estadios, la reestructuración de la selección chilena en divisiones formativas. El financiamiento y el espectáculo llegaron al fútbol femenino, lo cual abrió el apetito económico de las sociedades anónimas deportivas en su desarrollo, lo que derivaría en que en mayo del 2008 la ANFP, con la cancha ya desmalezada de varios obstáculos por los campeonatos ANFA, finalmente se crea el Campeonato Nacional Femenino, el cual se extiende hasta la actualidad[7].

Con todos estos antecedentes, es irrefutable que las mujeres han tenido un papel activo en su propia historia, siendo las gestoras de su agenda social y deportiva. Ellas mismas, las futbolistas, a pesar de representar a clubes de renombre y tradición, debieron desmalezar las canchas para poder jugar y competir, lo que hace que aquellos aspectos de su experiencia como mujeres, sean nítidamente distintos a la experiencia de la competencia masculina. No es ni mejor ni peor, sí es distinto, y así lo hemos querido demostrar con pruebas y antecedentes que nos ayudan a refutar a quienes insisten en que las mujeres, en el fútbol, carecen de historia, o que no tuvieron un lugar significativo en los relatos sobre el pasado.

Visibilizar la historia, reconocer a las pioneras y comprender la manera en que han ido enfrentando los obstáculos dentro de un ámbito social y deportivo profundamente masculinizado como lo es el fútbol, son pisos mínimos necesarios para pensar, debatir y proyectar el futuro de nuestro fútbol femenino nacional profesional.

 

Autores: Carolina Cabello Escudero y Gonzalo Flores-Domarchi

Agradecimientos a Héctor Gatica Wiermann y Claudio Quintiliani Valverde.

Fuentes: diarios La Cuarta, El Mercurio de Santiago, El Sur y Crónica de Concepción.

Referencias:

[1] Asociación Nacional de Fútbol Profesional, organismo administrador y rector de todo el fútbol profesional chileno.

[2] Personalidad jurídica que han adquirido los clubes deportivos profesionales de fútbol en Chile y que tienen por objetivo comercializar el deporte como un espectáculo.

[3] El 11 mayo de 1919, en los salones de la Federación Sportiva Nacional, se reunieron representantes de ocho clubes de fútbol femenino para conformar el Directorio de la Asociación Femenina de Football, escribir el acta fundacional y comenzar a gestionar la competencia. Esta Asociación es la primera en su tipo no solo en Chile, sino que también en Sudamérica, y tiene como característica que su participación era exclusivamente femenina. Las mujeres se comprometían en distintos roles como dirigentes, futbolistas y árbitras. Finalmente, la Asociación albergó el desarrollo competitivo y benéfico de 11 clubes, la mayoría de ellos de origen obrero y popular en Santiago, quienes disputaron un total de 24 partidos entre junio y diciembre de 1919.

[4] Confederación Sudamericana de Fútbol. Fundada en 1916, cuenta con diez asociaciones de países de América del Sur que son miembros, incluyendo a Chile. Se encuentra afiliada a la FIFA y, en base a ello, en 1991 organizó el primer Sudamericano de fútbol femenino, con el objetivo de definir a la única selección que clasificaría al primer Mundial de Fútbol Femenino organizado por la FIFA en China. Tuvieron que pasar 75 años y una obligación impuesta por la FIFA para que la CONMEBOL comenzara a considerar a las mujeres como protagonistas del fútbol sudamericano.

[5] Entre 1992 a 1994, a pesar de ser un club de la Región de Valparaíso, el Everton femenino ejerció la localía en Lampa, Región Metropolitana. Desde 1995 Everton comenzó a jugar en Viña del Mar, su ciudad de origen.

[6] En la actualidad, tras la promulgación de la Ley 21.416 de profesionalización del fútbol femenino, la tercerización se encuentra prohibida en el Código del Trabajo.

[7] A fines del 2016, la CONMEBOL anunció una nueva normativa para sus asociaciones afiliadas, la que incluyó la obligatoriedad de disponer de dos series de la rama femenina en todos los clubes que participasen de sus torneos de clubes, como la Copa Libertadores de América y la Copa Sudamericana. Dicha normativa se comenzó aplicar desde el año 2019 y aceleró la creación de ramas femeninas en bastantes clubes profesionales del país.

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